Capítulo 16

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AÑO 2024 - PARTE 1

Mitad de temporada.

El Autódromo Nacional de Monza brillaba con una grandeza que solo hacía resaltar la sensación de Fracaso de Sergio. Las banderas ondeaban en el aire, mientras los fanáticos gritaban con una pasión que parecía casi irreal. El sol bañaba la pista con una luz dorada, una visión que debería inspirar, pero que para él, solo amplificaba la oscuridad que sentía dentro.

Observó la bandera a cuadros ondear al final de la recta. Octavo. ¿Otra vez? ¿En qué jodido momento se había convertido eso en su nueva normalidad?

Pasó por la línea de meta y el radio permaneció en silencio, ni un "Buen trabajo", ni un "Nos vemos en el box". Nada, solo el zumbido estático y sus pensamientos que le atormentaban.

¿Qué más podía hacer?

Con un golpe sordo, Checo descargó su frustración en el volante. La rabia y la humillación se mezclaban dentro de él, burbujeando hasta la superficie. Pero sabía que no podía permitir que eso se viera. No podía mostrar lo que realmente sentía.

Se quitó el casco y la balaclava, sintiendo el sudor resbalar por su frente, el sabor salado en la boca. El calor del ambiente contrastaba con el frío vacío que oprimía su pecho. Lo que realmente ardía en su interior, era la sensación de impotencia que se negaba ha abandonarlo.

Los fotógrafos corrían hacía los que realmente importaban hoy, los que sí consiguieron algo. ¿Y él? Ignorado, como un actor secundario en su propia historia.

Un ingeniero se acercó y tomó el volante de sus manos, siguiendo con su rutina. Ni siquiera lo miró a los ojos.

Era devastador sentirse tan solo, tan desolado.

Le era imposible apartar la mirada de Bird, su ingeniero de carreras. El tipo que, según Christian, iba a ser reemplazado al regreso del parón ¿Dónde quedo esa promesa ahora? No sabía si debería culparlo a él o a sí mismo. Era un incompetente, pero ¿Qué era él entonces? El piloto que no podía obtener resultados decentes.

El aire era pesado, y la fricción entre Bird y Sergio se hacía cada vez más evidente con cada falla del RB, pero no podía evitar sentir que sólo el lo veía. Para todos los demás, era el único incompetente. Cada carrera, cada resultado mediocre, hacía que su piel se volviera más gruesa, pero su corazón más frágil.

Por dentro, Checo se preguntaba, por cuánto tiempo más podría soportar eso.

Era evidente que el brillo de Monza no tenía nada que ver con él. Se sentía como una sombra en una pista iluminada por las expectativas, rodeado de críticas y miradas que evitaban encontrarse con la suya.

Mientras caminaba hacía el paddock, vió a lo lejos a Max, rodeado de su equipo, riendo y charlando. Él tampoco ganó, pero se le trataba como si lo hubiera hecho, como si estuviera en el podio. A pesar de todo, Checo levantó una mano en un saludo automático cuando sintió la mirada de Max sobre él, pero no se acercó. ¿Para qué?

Por mucho que deseará evitar el escrutinio, se vió dirigiéndose hacía la zona mixta. El zumbido de la multitud le seguía mientras se acercaba. Sabía muy bien que no podría escapar de la avalancha de micrófonos y cámaras que se aproximaban.

La atmósfera estaba cargada de una tensión casi cortante, y el resplandor de las luces de los flashes le cegó momentáneamente.

Los periodistas se agolparon a su alrededor como un enjambre, sus voces entrelazandosé en un murmullo de expectativas y curiosidad. El mexicano tomó una respiración profunda, tratando de calmar la tormenta de ansiedad en su interior.

El Rey del MisterioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora