Capítulo 11

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El sol de la mañana comenzaba a filtrarse por las cortinas de la habitación de hotel de Max. Sentado en el borde de la cama, tenía el portátil apoyado en sus piernas, listo para una videollamada con Kelly. El zumbido de la ciudad se escuchaba de fondo, un recordatorio constante de la agitación del Gran Premio de Brasil.

—Buenos días, cariño. ¿Cómo estás? —dijo Max con una leve sonrisa, aún algo adormilado.

Kelly apareció en la pantalla, su sonrisa habitual un poco tensa. Sus ojos mostraban preocupación, remarcados por unas leves ojeras, algo que sin duda Max notó al instante.

—Buenos días, Maxie. Estoy bien, solo un poco cansada, y preocupada por ti, casi no hemos hablado estos días —dijo ella con un tono de voz apagado.

Max suspiró, pasando una mano por su rostro. Las últimas semanas habían sido difíciles, y no solo por las exigencias de la pista.

—Últimamente, no me siento yo mismo... —hizo una pausa —Tengo estos dolores de cabeza fuertes y constantes, además de la presión constante por el campeonato. Siento que no estoy a la altura en lo que se refiere a ser una buena pareja para ti... —.La voz del neerlandés sonaba entrecortada.

—¿Has hablado con el médico de Red Bull? —preguntó ella, sus gestos denotando cierta inquietud.

Max asintió lentamente, tratando de encontrar las palabras adecuadas. —Sí, dijo que si nos vinculamos como omega y alfa, tú y el bebé estarían más protegidos. Además, dejaría de tener tantos dolores de cabeza —exclamó mientras suspiraba con fuerza.

El silencio que siguió fue ensordecedor. Kelly parecía meditar sus palabras cuidadosamente, sus ojos llenos de dudas.

—Max, es una decisión muy grande. No estoy segura si estoy lista para algo así...

El neerlandés notó el nerviosismo en su voz, una vacilación que nunca había visto antes. —¿No estás segura? Pensé que esto era lo que queríamos, estar juntos para poder criar a nuestro cachorro lo mejor posible. —. La voz de Max pareció quebrarse por un momento.

Kelly desvió la mirada, mordiéndose el labio. —Es solo que... hay mucho en juego, Max. No sé si quiero seguir con esto...

El desánimo se apoderó de Max, sus hombros caídos reflejaban su decepción.—Tal vez tú tampoco estás segura de nuestra relación a futuro. ¿No es así? ¿No estás segura de nosotros, verdad?

Kelly lo miró con tristeza, sus ojos reflejaban la tormenta interna que estaba enfrentando.

—No es eso. Solo... necesito tiempo para pensar.

Max suspiró profundamente, tratando de mantener la calma. —Está bien. Hablaremos de esto después de la carrera.

—Cuídate, Max. Estaré pensando en ti, en nosotros.

—Está bien Kelly.

—Te quiero.

—Y yo a ti.

Max finalizó la videollamada, sintiéndose aún más agobiado. Se levantó de la cama, estirándose mientras intentaba despejar su mente. Se dirigió al baño, donde se lavó la cara con agua fría, mirándose en el espejo. Los dolores de cabeza parecían más intensos esta mañana, y la conversación con Kelly solo había añadido más peso a sus hombros.

El Gran Premio de Brasil siempre había tenido un significado complicado para Max. Sin embargo, esta vez la presión se sentía diferente, aún más demoledora.

[...]

El agua de la ducha había relajado sus músculos y despejado un poco su mente, pero al llegar al paddock, de nuevo se sintió aprisionado en el sentimiento de desasosiego que lo invadía desde temprano en la mañana.

El Rey del MisterioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora