Capítulo 14

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Las palabras que había guardado durante tanto tiempo pugnaban por salir.

—Sergio... —empezó Max, su voz temblando ligeramente—. He estado guardando esto dentro de mí durante demasiado tiempo. No puedo seguir ocultándolo. No puedo seguir negándote, ni a mí mismo.

Checo frunció el ceño, sintiendo una creciente incomodidad. —Max, ¿De qué estás hablando?

Max dió un paso adelante, su mirada fija en los ojos del otro. —Estoy hablando de nosotros. De lo que siento por ti. Te amo, Checo. Y este tiempo en el que hemos estado jugando a provocar al otro me ha ayudado a darme cuenta de que te he amado desde hace muchos años, y ya no puedo seguir ocultándolo.

El silencio cayó sobre ellos como una losa. Checo sintió como si el suelo se moviera bajo sus pies. Las palabras de Max resonaban en su mente, provocando una mezcla de sorpresa y conmoción. —Max... —empezó, pero las palabras se le atragantaron en la garganta.

Max continuó, sus emociones desbordándose—. Sé que he cometido errores. Sé que he sido egoísta y orgulloso. Pero no puedo seguir viviendo así, con este vacío en mi corazón. Necesito que sepas la verdad. Necesito que sepas cuánto significas para mí. Estaría dispuesto a hacer lo que sea por ti.

—Y si te pido que saltes de un edificio, ¿Lo harías por mí?

—¿Qué? —dijo Max con clara confusión.

Checo soltó una pequeña risa burlona, sintiendo una punzada de compasión, pero también una oleada de molestía. Dió un paso hacia atrás, negando con la cabeza.

—Max, esto es... Esto es demasiado. No puedes simplemente soltarme esto y esperar que todo cambie. No después de todo lo que hemos pasado. No después de cómo me trataste —espetó con algo de rencor en su tono.

Max frunció el ceño, su desesperación convirtiéndose en angustia. —Sergio, por favor. No estoy pidiendo que lo aceptes de inmediato. Solo quiero que sepas cómo me siento. Quiero ser honesto contigo.

—¿Honesto? —repitió, su voz subiendo de tono—. ¿Honesto como aquella vez que te dije cómo me sentía? ¿Como cuando decidiste que tus problemas eran más importantes que los míos? ¿Como cuando me hiciste sentir como si no valiera nada?

Max sintió un dolor punzante en el pecho. —Lo siento, sé que he cometido errores, pero estoy dispuesto a hacer lo que sea para arreglarlo.

El mexicano soltó una risa amarga. —¿Arreglarlo? No se puede arreglar algo así tan fácilmente. No puedes simplemente declarar tu amor y esperar que todo se solucione. No después de todo el daño que nos hemos causado el uno al otro.

Max sintió su desesperación aumentar. —Pero podemos intentarlo. Podemos empezar de nuevo. Podemos...

—¡No! —gritó Checo, interrumpiéndolo—. No quiero empezar de nuevo, Max. No quiero seguir adelante con esta chingadera. Me duele demasiado. —Hizo una pausa, sus ojos llenos de dolor—. Estoy cansado de luchar contra esto. Estoy cansado de ti.

Las palabras golpearon directamente contra el corazón de Max. Sentía como si el mundo se derrumbara a su alrededor, su respiración cada vez más trabajosa.

—Sergio, por favor...

Checo negó con la cabeza, sintiendo las lágrimas arder en sus ojos. —Debiste haber pensado en eso cuando tú y tu estúpida escudería me botaron sin más. Sin poder defenderme o argumentar. Tan decididos a arruinarme, sin pensar en cómo me sentiría. Tú me arruinaste, Max, tú y tu maldito orgullo egocéntrico.

—¡Jamás quise que te sacarán del equipo! —gritó el neerlandés, su voz quebrándose—. Esa decisión no estaba en mi poder. Fue Horner, Marko y la directiva de Red Bull quienes decidieron hacerlo. Incluso yo me negué a aceptarlo.

El Rey del MisterioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora