— ¿Qué llevas mirando tanto tiempo? — la curiosidad había podido con ella cuando el chico que tenía delante la miraba fijamente, sin decir nada.
— Esos ojos...
— ¿Qué le pasa a mis ojos? — las ganas de reír se adueñaron de ella mientras esperaba una respuesta.
— Me podría pasar horas y horas observando esos ojos curiosos analizar su entorno. Me pierdo en ellos tan fácilmente que eso aterra, y mucho. Nunca me había pasado con otros.
— Así que ha habido más, ¿eh?
— Emily, yo no... no me refería a eso... es solo que... no sé, son diferentes a todos los que he visto. Y no son iguales a los que traías el otro día. ¿Qué ha cambiado?
— Supongo que se debe a que ahora soy humana de nuevo y estoy viva.
— ¿Pero antes no lo estabas?
— No. Al menos, yo no me veía con vida.
— Respirabas y tu corazón latía... y tenías una bella sonrisa en tus labios. Entonces, ¿qué es para ti estar viva?
— Es mucho más que todo eso. Es dejar que los sentimientos se adueñen de ti y que te hagan cambiar. Es poder hablar y sentir que al menos una persona de las ocho mil millones que hay en este planeta te aprecia y gasta su tiempo en ti para saber de tu día o escuchar esa estúpida anécdota que necesitas contar a alguien. Es saber que los segundos pasan y poder quedarte mirando el agua caer de la lluvia sin importarte nada más. Es poder sentir los latidos de tu corazón y sonreír con cualquier estupidez.
— ¿Y cómo te diste cuenta de qué estabas viva de nuevo?
— No es algo de un día para otro. Pueden pasar semanas, meses o, como en mi caso, años. Años han pasado para que yo, a día de hoy, pueda decir Joder, Emily, ahora sí... Sé que igual suena un poco loco lo que voy a decir ahora pero creo que es una frase muy cierta... No nos damos cuenta de lo vicios que estamos hasta que otra persona nos hace estar muertos.
— ¿Y todo el mundo puede matarte?
— No, yo creo que no. Porque si todo el mundo pudiera matarte, ¿qué gracia tendría volver a vivir una y otra vez? No... no todos pueden...
— ¿Y quienes sí?
— Pueden matarte las personas a las que les das ese privilegio. Esas que saben poco de ti, pero que lo que saben no son tonterías. Cuando le das ese privilegio es porque sabes que nunca te podrán hacer nada... y cuando lo hacen... te matan.
La habitación se quedó en silencio durante unos segundos, antes de que Henry interrumpiera el silencio.
— Tenía razón, no me equivoqué contigo.
— ¿Conmigo?
— Te he dado el privilegio de romperme y podrías no haber vuelto nunca más... pero aquí estás, hablando conmigo... viva de nuevo. Me alegro mucho por ti.
— Gracias... La verdad es que, yo también me alegro mucho por mi.
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Un Ballet Al Ritmo Del Amor ✓
Romance¿Los sueños son más fuertes qué el amor? ¿Es difícil encontrarlo? No. Solo es difícil mantenerlo. *** Un amor por una tontería... Suena a estupidez, pero es tan cierto... A veces pasa por solo verse o por solo escuchar su voz, pero pocas por ensucia...