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¿Serás mi principio, mi mitad, mi final feliz?

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¿Serás mi principio, mi mitad, mi final feliz?

Durante todo el día la misma pregunta rondaba por la cabeza de Soleil: ¿Qué eran ella y Ben?. Verdaderamente no lo sabía y es que pensaba que todas las verdaderas historias de amor empezaban de una manera inusual.
Ben no era un ladrón que subió a su torre tratando de esconderse, no fue un sapo que le pidió que lo besara para romper un hechizo ni había recurrido a un genio solo para llamar su atención.
Las cosas entre los dos habían sido ordinarias.

—¿Está todo bien?.— Preguntó el chico sacándola de sus pensamientos.— Has estado callada hoy.

—No es nada.— Aseguró la rubia acomodando su cabello.— Solo fue un día largo con la llegada de los chicos y todo eso.

—Si estás cansada podemos dejar para otro día.— Propuso.— No hay problema si necesitas descansar.

—No, está bien.— Aseguró Soleil.

Ben la miró por unos instantes dándose cuenta que a la luz de la luna Soleil se veía completamente diferente que a luz del Sol.
Por el día Soleil era demasiado activa y siempre tenía mil cosas por hacer pero ahora por la noche que había terminado su lista de tareas parecía tan tranquila y despreocupada que daba una vibra totalmente diferente.

—Gracias por acompañarme a recibir a los chicos de la Isla.— Dijo.— Sin ti hubiese sido un total fracaso.

—No fue nada.— Aseguró la chica.— Y creo que conmigo o sin mí hubiese sido un éxito.

Ben sonrió ante las palabras de la chica.

—Te traje un regalo.— Dijo sacando una cajita del bolsillo de su saco.— En agradecimiento por tu esfuerzo.

Soleil tomó la pequeña caja en sus manos

—Ben, ya te dije que no es nada.

—No es solo por lo de hoy.— Aclaró.— Siempre te esfuerzas mucho por todos y haces lo posible para que todos estén bien. Eres una gran chica, lo digo de todo corazón.

Soleil sonrió enternecida por las palabras del chico abriendo la caja en sus manos, dentro pudo ver un collar con un dije de una Flor de Sol.

—No puedo regalarte una Flor del Sol real pero puedo regalarte algo parecido.— Dijo.

Soleil recordó aquella plática que ambos habían tenido hace algunos años cuando ambos tenían la tierna edad de 8 años mientras jugaban en los jardines del castillo de los padres de Ben.

What A Time || Descendientes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora