Enfrentando las pesadillas

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Capituló 14

Ese sonido me resultaba familiar; sabía que se trataba de Okníton o, al menos, de una de sus pesadillas. El ambiente se sentía pesado, como si algo me estuviera aplastando o si estuviera en mis hombros; era simplemente desagradable. Con dificultad, logré ponerme de pie; Matthew y Hassaleh se veían ligeramente menos afectados. Tenía sentido, ambos formaban parte del reino onírico y estos trucos no les harían daño.

—¿Están bien? —pregunté claramente preocupado por ambos.

—Sí —dijeron al unísono y ambos lograron incorporarse bien—. ¿Qué es todo esto? —preguntó Matthew algo preocupado por esa energía tan pesada.

—Lo más probable es que sea una pesadilla de Okníton. Necesito que ambos vayan a la ensoñación, no pueden quedarse aquí, y además es necesario que pidan ayuda a Hypnos; seguramente él podrá manejar mejor esta situación.

—¿Está loco, jefe? No vamos a dejarlo. ¿Qué hará con una pesadilla o con su hermano? Lo más seguro es que lo mate. No tiene poder en lo absoluto y es un humano; y si algo sé es que el cuerpo de un mortal es demasiado delicado como para soportar algún golpe o el poder de un dios... o peor, una maldita pesadilla.

—Matthew, mientras estamos aquí discutiendo, lo que pasa afuera es de vida o muerte. Nico está en peligro y aunque Percy sea un semidiós de gran poder y respeto, no ha lidiado con una pesadilla y menos con un dios tan cruel y desalmado como Okníton. No quiero que nadie muera en estos momentos y menos si puedo evitarlo. Así que hazme caso y vete...

—Morfeo tiene razón. Sígueme, cuervo; iremos por Lord Hypnos y ayudaremos. —Hassaleh estaba cerca de la ventana—. Solo nosotros podemos viajar entre reinos y no serías de mucha ayuda con Lord Morfeo.
El sonido se intensificó, llenando el ambiente con un zumbido penetrante. Sabía que Okníton no se contentaría con simples amenazas. Tenía que actuar rápido.

—Matthew, Hassaleh, no podemos perder tiempo —dije, mirando a mis compañeros con determinación—. Necesito que busquen a Hypnos y lo traigan aquí. Yo intentaré mantener a raya a la pesadilla.

Matthew graznó en respuesta, mientras Hassaleh maulló antes de desaparecer en un destello de luz. Me quedé solo, con la pesada sensación de la pesadilla acercándose. El ambiente se volvió más oscuro y frío, y la figura de la pesadilla comenzó a materializarse ante mí. Era una criatura grotesca, una amalgama de sombras y terror con ojos brillantes y afilados dientes.

—Morfeo... —susurró la pesadilla con una voz que parecía provenir de todas partes a la vez—. No puedes detenerme. Nico será mío.

—No mientras yo respire —repliqué, aunque sabía que estaba en desventaja. No tenía poderes y era mortal, pero no podía dejar que Nico cayera en manos de Okníton.

La pesadilla se lanzó hacia mí con una velocidad aterradora. Apenas tuve tiempo de esquivar, sintiendo el aire frío de la criatura pasar rozando mi piel. Sabía que no podía simplemente huir; tenía que encontrar una forma de luchar. Recogí un trozo de madera del suelo, usándolo como improvisada arma. La pesadilla volvió a atacarme, y golpeé con todas mis fuerzas, aunque sabía que era inútil contra una entidad tan poderosa. Aun así, tenía que ganar tiempo. La pesadilla me embistió, y fui lanzado contra la pared, sintiendo un dolor agudo en mi costado. Me levanté con dificultad, pero mi determinación no flaqueó.

—Eres terco, mortal —se burló la pesadilla, avanzando lentamente—. Pero tu valentía no te salvará.

Noté que Nico yacía inconsciente en el suelo, su respiración débil pero constante. La pesadilla se movió hacia él con intenciones siniestras. Decidido a protegerlo a toda costa, me interpuse en su camino.

𝑺𝒖𝒆𝒏̃𝒐𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝑶𝒍𝒊𝒎𝒑𝒐: 𝑼𝒏 𝒅𝒊𝒐𝒔 𝒆𝒏𝒕𝒓𝒆 𝒎𝒐𝒓𝒕𝒂𝒍𝒆𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora