Sombras en el campamento

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Capítulo 20

Morfeo

La tensión en la habitación era palpable mientras nos preparábamos para lo que venía. Sabía que Okníton era un enemigo formidable, y aunque todos teníamos la determinación de detenerlo, la realidad de lo que estábamos a punto de enfrentar me hacía sentir una mezcla de miedo y esperanza. Thomas, a mi lado, me miraba con una firmeza que me desconcertaba. A pesar de todos mis intentos de protegerlo, él no iba a retroceder.

—Morfeo, ¿qué vamos a hacer ahora? —preguntó Percy, su mirada fija en mí, esperando una respuesta clara.

Suspiré, mirando a todos los presentes. Sabía que no podía hacer esto solo, no más. Okníton no dejaría que nadie escapara ileso, y si estábamos decididos a enfrentarlo, necesitaríamos todo el apoyo posible.

—Vamos a seguir el plan. Prepárense para lo peor —dije, mi voz más fuerte de lo que me sentía. Thomas, a mi lado, me apretó el brazo, ofreciéndome un consuelo silencioso.

Matthew, que había estado observando la conversación con atención, dio un paso hacia adelante.

—Jefe, todos estamos listos para actuar. Pero... —dijo, su tono grave—, no olvide que esto es más grande de lo que parece. Okníton tiene un poder antiguo y sus intenciones son oscuras. Necesitamos estar alerta en todo momento.

Asentí, reconociendo la sabiduría en las palabras de mi cuervo. Sabíamos lo que estaba en juego. Nico, mi hijo, tenía que estar a salvo, y Okníton no descansaría hasta destruirlo.

—Entonces, a prepararnos —respondí finalmente. Miré a Thomas, que seguía a mi lado, y tomé una decisión que había estado evitando: no podía seguir protegiéndolo a toda costa. Si íbamos a enfrentarnos a Okníton, sería juntos.

Percy, Hypnos, y Matthew se movieron rápidamente para coordinar el plan de rescate. Sabíamos que debíamos movernos con rapidez, pero cada segundo parecía un suspiro de vida que se desvanecía.

Thomas miró hacia mí, sus ojos llenos de determinación.

—Vamos a hacerlo, ¿verdad? —preguntó, y aunque era una pregunta sencilla, la carga detrás de sus palabras era inconfundible.

—Sí —respondí, con la voz firme y el corazón lleno de incertidumbre. Sabía que estábamos a punto de enfrentarnos a algo que cambiaría nuestras vidas para siempre.

Mientras nos preparábamos para lo que nos esperaba, el ambiente se llenó de una sensación agridulce: el amor, la determinación y el miedo entrelazados en un solo destino. El futuro estaba más incierto que nunca, pero por primera vez en mucho tiempo, sentí que no estaba solo en esta batalla. Y eso, de alguna manera, me daba fuerzas para seguir adelante.

✩⊱

Los cuatro, con Matthew posado en mi hombro, avanzamos hacia la colina que conducía al campamento mestizo. A medida que ascendíamos, la brisa se volvía más fresca, y el aire parecía cargado de una anticipación palpable. Al llegar a la cima, la vista se desplegó ante nosotros, revelando las barreras mágicas que rodeaban el campamento, brillando suavemente bajo la luz del día.

Allí estaba Quirón, imponente y sereno, rodeado de campistas que se movían con una determinación clara. Algunos afilaban sus armas, otros discutían en pequeños grupos, y todos parecían listos para lo que estaba por venir. Hypnos fue el primero en hablar, saludando a todos con una sonrisa amplia.

—¡Hola, mis queridos semidioses! —exclamó, su voz resonando en el aire—. Hemos llegado.

Los campistas se volvieron hacia nosotros, y un murmullo se extendió entre ellos. Thomas se quedó boquiabierto ante el bullicio del campamento, la emoción reflejada en su rostro. Podía ver cómo se maravillaba de la vida que palpitaba a su alrededor. Una sonrisa leve se dibujó en sus labios, pero también había una sombra de incertidumbre en sus ojos. Parecía fuera de lugar, como si no pudiera creer que estuviera aquí.

𝑺𝒖𝒆𝒏̃𝒐𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝑶𝒍𝒊𝒎𝒑𝒐: 𝑼𝒏 𝒅𝒊𝒐𝒔 𝒆𝒏𝒕𝒓𝒆 𝒎𝒐𝒓𝒕𝒂𝒍𝒆𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora