El secuestro que no dejo dormir a nadie

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Capítulo 13


Después del paseo, caminé con Thomas hasta el apartamento de Percy. El día parecía tranquilo y, de cierta manera, me gustaba sentir el cálido sol en mi rostro. Era sumamente agradable, me apetecía alimentar a las aves en esos momentos, aunque era mejor regresar.

-¿Todo bien? -preguntó Thomas mientras tomaba mi mano y daba un suave beso en el dorso de la misma.

-Sí, todo está bien -acaricié suavemente su mejilla y sonreí levemente. Tenerle cerca era agradable; quería acercarme más a él y tal vez volver a sentir su calor corporal. Lo hice. Le abracé y pude sentir su aroma invadir mis fosas nasales. Me hacía sentir relajado, como si pudiera estar tranquilo a pesar de todo lo que ocurría en el mundo mortal.

Sentí algo extraño. Al separarme del abrazo, pude notar a un pequeño gato de color naranja. Sabía lo que eso significaba.

-Un gato -dijo Thomas mientras sonreía al verlo y se acercó-. Michito -le llamó, y el gato medio se acercó a él. No parecía tener mucho interés en Thomas; sin embargo, comenzó a restregarse en mis piernas, y eso me hizo sentir algo inquieto.

-Tengo que entrar. Seguramente Percy y Nico estarán preocupados -alcé al gato en brazos-. ¿Te parece si nos vemos más tarde? ¿O mañana?

Asintió levemente y se acercó para darme otro beso. Me gustaba sentir sus labios sobre los míos. Sonreí por eso y pude notar cómo se alejaba. Mi corazón se hundía al verle irse. Entré al edificio y me sentí algo extraño. Todo era demasiado confuso en esos momentos.

Estaba afuera del apartamento; podía escuchar que alguien regañaba a otra persona. Sin embargo, era una voz femenina. Al abrir la puerta, pude notar a la madre de Percy, quien estaba preocupada y asustada por la posible información que Percy le había dado. Ella se había ido unos días con su esposo a unas pequeñas vacaciones para poder relajarse, pero ahora estaba preocupada por todo lo que seguramente le había contado su hijo.

Ella se giró al verme entrar y, aunque estaba visiblemente preocupada, intentó forzar una sonrisa.

-¡Oh, hola! -dijo, tratando de mantener la calma-. Morfeo, ¿verdad? Percy me ha hablado de ti. Soy Sally, la madre de Percy

Asentí, sintiéndome un poco incómodo con su mirada ansiosa. Sally se acercó y me dio un abrazo rápido.

-Es un placer conocerte. -dijo, alejándose un poco-. Permíteme presentarte a mi esposo, Paul Blofis.

Un hombre alto y de aspecto amable apareció desde la cocina, donde aparentemente había estado ocupado con algo.

-Hola, Morfeo. -Paul me saludó con una sonrisa y extendió la mano-. He oído mucho sobre ti. Espero que te sientas como en casa.

-Gracias, Paul. -respondí mientras estrechaba su mano-. Es un placer conocerlos a ambos.

-Mamá, Paul, ¿todo bien? -preguntó Percy, claramente consciente de la tensión en el ambiente.

-Todo está bien, cariño. -respondió con su voz temblando ligeramente-. Pero necesito entender mejor qué ha pasado mientras estábamos fuera.

Sally se volvió hacia mí, sus ojos reflejando preocupación. En ese momento, el gato naranja, que había traído desde afuera, entró con elegancia en el apartamento. Se acercó a mis piernas y comenzó a restregarse contra ellas.

𝑺𝒖𝒆𝒏̃𝒐𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝑶𝒍𝒊𝒎𝒑𝒐: 𝑼𝒏 𝒅𝒊𝒐𝒔 𝒆𝒏𝒕𝒓𝒆 𝒎𝒐𝒓𝒕𝒂𝒍𝒆𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora