Aemond escuchó el parloteó de la platinada en silencio y sin mucho que opinar. No se hallaba de buen humor como para tomarse la molestia en elaborar respuestas más allá de unos cuantos monosílabos.
Tenía otras cuestiones de las cuales preocuparse, pero le fue imposible negarse a pasear con ella. La omega era parte de la familia de su sobrino, y hacerle un desaire como ese, le podía causar unos cuantos reclamos.
Daenaera no parecía tan desagradable después de todo. Su habilidad para conversar era de reconocerse, y aunque por cada palabra que salía de su boca estaba más que dispuesto a marcharse, podía apañárselas unos minutos más en su compañía.
El platinado reparó a lo lejos en la silueta de una mujer que portaba una bandeja con lo que parecía ser una jarra de vino y dos copas.
La omega había usado la palabra "casual" para catalogar aquel paseo, sin embargo, aquella muchacha que se inclinó ante ellos apenas se acercaron, le indicó lo contrario.
—¿Un poco de vino?, mi príncipe —invitó la platinada señalando a la encorvada moza que mantenía la cabeza abajo—. El sol ya casi llega a su punto más alto. La sed está a la orden del día.
—Le agradezco la invitación, pero solo bebo vino durante la cena.
Aemond observó a Daenaera llevarse la copa a los labios, mientras clavaba sus ojos en él. No parecía estar disfrutando de aquel vino, más bien parecía estarlo estudiando.
Una vieja y curiosa sensación se movió a través de él. Algo se sentía particularmente familiar. Algo que no era de su agrado.
—Puedes retirarte —le dijo a la mujer y esta de inmediato se apartó de ellos. Cuando la moza estuvo suficientemente lejos de ahí, la omega volvió hablar—. Mi príncipe, ¿cómo se ha sentido en Driftmark?, espero su estancia sea agradable. No me gustaría saber que en su segunda visita a High Tide lo pasó mal.
"Pasarla mal", no era exactamente la descripción que Aemond usaría. "Exasperante", calzaba más con su segunda experiencia ahí.
—Lo suficientemente aceptable, mi lady —terminó respondiendo para intentar zanjar el tema de su estadía—. Se han permitido toda la diplomacia de la que pudieran hacer uso, no tengo queja alguna al respecto.
—Sin embargo, no ha sido totalmente de su agrado, ¿qué podemos hacer para mejorar su experiencia?, mi príncipe.
«Deshacerse de esos malditos bastardos», pensó Aemond.
—La resolución del asunto no está en sus manos. No se desgaste con pensamientos innecesarios.
La platinada le regaló una sonrisa plana demostrando no estar para nada conforme con la respuesta.
La omega era la única hija de Daeron Velaryon y Hazel Harte. Siendo el unigénito resultado de esa unión, Aemond podía entender el interés que la chica tenía para con los invitados de la familia. Si la pareja no lograba tener un hijo varón en el futuro, Daenaera era el prospecto perfecto para ser el nuevo castellano de High Tide.
Quizá su padre la había enviado a preguntar sobre su comodidad apelando a que eran semejantes en edad. La omega tendría al menos uno o dos años menos que él.
—¿Sabe mi príncipe? —habló la platinada mirándolo directamente al ojo—. Yo estaba presente cuando eso ocurrió. No es posible que lo recuerde, pero yo sí.
Aemond se tensó al ver que fijaba la mirada sobre el parche. —¿Así fue?
Daenaera asintió. —La dama de confianza de mi madre nos sacó de la cama con la noticia. Dijo que todos estaban congregados en el salón de los siete, porque a uno de los príncipes le habían sacado un ojo. Aquello fue tan terriblemente impactante para mi madre, que le ordenó a su dama llevarme de regreso a la cámara.
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129 d.C |Lucemond|
FanfictionEl cuerpo de Lucerys no conseguía moverse, frente a él, dándole la espalda, Aemond Targaryen llevaba hacia sus labios una copa de vino. "Gracias", dijo el omega con sinceridad. "No fue para tu beneficio", respondió el matasangre. Lucerys sonrió. "L...