4. Capítulo

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Germán

Llegué a la casa después de ir a jugar con mis amigos.

—Hola Loli ¿Lorena ya llegó?.

—No señor, la señora aún no llega ¿Le sirvo su cena?.

—Por favor.

Me fui al comedor y me sirvieron la cena. Segundos después apareció Lorena y se sentó.

—¿Llegaste hace mucho?.

—No tanto ¿Dónde estabas?.

—Con mis amigas.

—Sigues mintiendo con eso ¿Dónde estabas?.

—Si no me vas a creer por qué preguntas. Mira no tengo ganas de discutir asi que por favor basta. Comamos tranquilos. Mejor dime ¿Solucionaste lo de la enfermera?.

—No, desapareció de nuevo.

—Pues hay que encontrarla y ya. Calle puede llegar en cualquier momento.

—Nuestra hija está muy agusto en la hacienda.

—Cosa que no me gusta, Germán se supone que solo va por unos días. No puede quedarse mucho tiempo y sabes porqué.

—Haré lo que esté en mis manos.

—No querido, muchos más, tienes que hacer mucho más.

Me quedé en silencio pensando en cómo encontrar a esa enfermera. Lorena tiene razón, Daniela no puede estar mucho tiempo en la hacienda.

Poché

—Muy bien hermoso —dije a mi caballo —Eres el mas guapo de todos.

—No puedo creer que le digas eso al caballo —comentó Teo —Por cierto mañana empieza la feria en el pueblo ¿Vas a ir?.

—No sé, no tengo muchas ganas.

—Pero si siempre te ha gustado, al menos por ir a ver a la patrona Emiliana.

—Ella nunca me hará caso Teo, para Emi soy invisible.

—¿Hasta ahora te das cuenta? —lo vi mal —Amiga es en serio, ya olvida a esa mujer y disfruta. Mira que tienes a varias en lista de espera, date la oportunidad de conocer a alguien que si pueda amarte como mereces —y en ese momento apareció Daniela con su hermosa sonrisa como siempre.

—Hola ¿Cómo están?.

—Muy bien señorita ¿Y usted? —preguntó mi amigo.

—Muy bien también, gracias.

—Belina ya comió —dije rápido y ella sonrió.

—Pues gracias.

—Señorita Calle le puedo hacer una pregunta.

—Claro dime —lo vi atenta ¿qué iba a decir?.

—¿A usted le gustaría ir a la feria del pueblo? —cerré los ojos —Empieza mañana y podría ir a distraerse ¿Qué dice?.

—¿Me estás invitando?

—Por supuesto, mi novia y yo vamos a ir, sería bueno que nos acompañara y tal vez así la cabezota de mi amiga aquí presente se anima a ir —lo voy a matar.

—¿Irías por mi Poché? —me quedé muda y creo que estaba roja como tomate.

—Ssi por supuesto —mi voz salió temblorosa. Ellos se rieron y yo solo quería esconder mi cara por la vergüenza.

—Entonces ya está, usted irá con Poché y allá nos juntamos con mi novia. Permiso —Teo se fue dejándome a solas con ella.

—Ya, no te pongas nerviosa. Si no quieres ir no vayas.

Por Amarte a TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora