El Chico del Circo

TRES

Abrí levemente mis ojos, me pesaba el cuerpo. Vi una luz opaca y mis oídos comenzaron a zumbar, como si una bomba hubiera estallado mis tímpanos, había escombros a mi alrededor, tablas, objetos carbonizados y lo que parecía una tela enorme casi hecha cenizas.

—¡Hay un sobreviviente! —escuché una voz apagada a lo lejos, después de toda aquella confusión, todo fue oscuro.

Me encontraba en una cama, no sabía dónde estaba ni cómo había llegado allí, algo usual en mi, supongo. Abrí un poco más los ojos y había una señora en frente mío tocando mis brazos, quitando unos vendajes de mis piernas y anotando algo en una planilla.

—Veo que despertaste, pequeño, ¿No te duele nada? Me sorprende lo rápido que sanaste, solo han pasado tres días. Cuando te encontraron no tenías ni una sola quemadura, pero si algunas fracturas por los escombros, dime ¿cómo te sientes? ¿tienes algún familiar? ¿O alguien que se ocupe de ti? —Preguntó la enfermera. Me quedé pensativo, tratando de procesar las preguntas que me había hecho.

—No. —respondí finalmente. —Sufro de amnesia y las únicas personas que recuerdo son los del circo, aunque probablemente los olvide pronto, al igual que a todos los que me rodean... —en ese momento comenzaron a caer lágrimas de mi rostro.

La enfermera me miró con una expresión de lástima mientras me abrazaba. Yo no necesitaba lástima, necesitaba más poder y fuerza, para proteger a los que me rodeaban. Realmente hubiera preferido morir, pero si ahora estaba vivo, sería por una razón, ¿no? Al menos eso quería creer, me ayudaba a sufrir menos.

—Los momentos antes del incendio están algo borrosos, al igual que todo desde que recuerdo algo por lo menos, si quieren información de algo, no sé nada —le dije mientras secaba mis lágrimas. En ese momento recordé sobre lo que había guardado del circo, las fotos, las cartas, todo antes del incendio, no sabía si se había salvado, pero valía la pena preguntar. —¿Cuando me encontraron, no vieron alguna mochila con cosas adentro?

—Sí, está aquí. —dijo mostrándome la mochila donde había guardado las cosas, estaba algo quemado por fuera, pero el contenido sorpresivamente estaba intacto.

«Gracias al cielo»

—No te preocupes, cuando te encontraron estabas abrazando fuertemente esa mochila, es increíble que eso ayudara a que no se incendiara.

Estaba aliviado, todos mis objetos de valor, recuerdos de mi familia, recuerdos del circo, esa mochila era ahora mi mayor tesoro. La enfermera salió de la habitación por un momento, debía pensar en lo que debería hacer a continuación, estaba vivo, recordaba gran parte de las cosas, me alegraba recordar a los del circo y al mismo tiempo lo odiaba. Quería olvidar todo y al mismo tiempo no, era una situación extraña. Repasé lo que había sucedido antes del incendio, las cartas, la extraña reunión, los acontecimientos con los hombres, nada de eso fue un accidente, alguien lo había provocado, podía sentirlo, pero desconocía la razón, ahora, ese sería el camino que tomaría, descubriría lo que pasó realmente y vengaría a mi familia; encontraría al responsable y lo haría pagar por lo que hizo. El dolor paso a ser enojo, y el enojo a ira. En ese momento la enfermera regresó.

—Le tengo buenas noticias, debes sentirte honrado ya que un noble ha solicitado verte.

Quede anonadado ante el comentario de la enfermera, ¿qué querría un noble de mí? No conozco a ninguno personalmente, y yo solo era un muchacho perteneciente al circo.

A la habitación entró un hombre alto de aspecto joven, vestido de negro y guantes blancos, con un reloj de bolsillo. Lo mire por unos instantes y ahí fue cuando alcancé a recordar, era el mismo hombre que me había ayudado a salir de la multitud cuando estaba atrapado en aquel pueblo, ¿sería él el noble? ¿será que me reconoció y por eso quería hablar conmigo? Estaba acompañado de un chico aparentemente unos años mayor que yo, el cual estaba bien vestido, de una forma bastante distinta, tenía un chaleco, una camisa blanca, unos pantalones y zapatos ambos de color negros; aquel chico tenía una estatura bastante promedia, era delgado y poseía unos ojos azules bastante intensos, casi parecían violetas. El chico tomo la palabra.