QUINCE

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Nos subimos al lomo de Oxcy y emprendimos el viaje, todos nos sostuvimos fuertemente de su pelaje, sus pasos retumbaban en la tierra a medida que avanzábamos, al ser de noche no debíamos preocuparnos de que alguien nos viese, fuimos a toda velocidad, fueron cerca de ocho horas de viaje sumando las pausas que tomábamos para descansar y repasar nuestro plan a seguir.

Según el padre de Jeff, en Gloucestershire la organización tenía una villa en todo el centro del pueblo, allí en la parte subterránea se encontraba uno de sus laboratorios principales. Ahí era donde se reunirían, era donde encontraríamos a Gustav o si teníamos suerte a Black Rose. Estábamos seguros de que Sara y madame Rose estarían allí también, debíamos llegar cuanto antes para evitar que pudieran usarlas de conejillo de indias para sus experimentos y les hicieran daño. La idea era acabar con todo lo que tuvieran allí, todos sus suministros, información, destruirlo todo para que no pudieran continuar con sus experimentos, en especial, destruir el libro, destruir por completo su guía, destruir sus amuletos, destruir cualquier conexión con la tangente y que nadie la manipulara otra vez, una fuerza tan poderosa no podía continuar en sus manos.

Finalmente llegamos al pueblo, pero no era como ningún otro en donde habíamos estado antes, todo estaba lleno de tubos y maquinaría compleja, vapor salía de los edificios en grandes humaredas, las calles estaban sucias y destruidas, por todos lados había diferentes agujeros que llevaban a lo desconocido, casi no se podía caminar y los habitantes del pueblo tenían la piel pálida, los ojos hundidos y repletos de ojeras, había cadáveres de animales muertos por cada esquina y el ambiente era pesado, sabíamos que se hacía de día, pero debido a las nubes de humo, era difícil asegurarse de la hora en la que nos encontrábamos. Era horrible, no sabría describirlo con palabras, ni siquiera aquél pueblo anteriormente en penumbra podía comparársele a esta jungla de humo y metal, esto era lo que habían provocado los experimentos, esto era lo que había provocado la tangente, aquella energía manipulada por las peores personas del mundo con el único fin de controlarlo todo. Pero eso iba a acabar hoy.

Tuvimos que devolver a Ocxy a su transformación en perro para pasar desapercibidos, aunque estábamos seguros de que ya sabían que estábamos allí y nos estaban esperando. No teníamos tiempo que perder, inmediatamente realicé el hechizo de búsqueda que había usado para entontar a Jeff, teníamos que saber la ubicación exacta de Sara para ir por el camino correcto. Cerré mis ojos y me concentré; me concentré, pero nada ocurría, algo pasaba no podía conectarme con ninguna brecha, no podía usar magia, no podía descubrir su ubicación, como si algo en aquella ciudad bloqueara la energía que recibía, pero no tenía sentido, habíamos podido convertir a Ocxy, eso sí, en la entrada, pareciera que una vez dentro toda posibilidad de manipular la energía de cualquier tangente se reducía a lo mínimo. Al final, tuvimos que usar un método arcaico y poco convencional para poder localizarlas.

—¡Ocxy, busca!

Le ordené a Ocxy que siguiera el olor de Sara y así lo hizo, era conveniente tener un perro en esa situación, bueno, una bestia devora hombres mágica con buen olfato para las tangentes. Comenzamos a seguirlo, íbamos ocultos, por callejones, tejados, subíamos y bajábamos, había personas con armas a modo de guardias, había edificios completamente cerrados y otros a modo de zonas de descanso con sillas y comida —las cuales no tenían la mejor apariencia del mundo—. Por cada esquina había alguien vigilando, carros con niños aprisionados entraban y salían del pueblo, si podía aún llamarse así aquel monstruoso lugar. Algunas veces se escuchaban gritos a la distancia, otras veces disparos, otras veces solo había silencio, un profundo silencio que helaba la sangre, ni siquiera el sonido del viento se escuchaba en kilómetros.
Al final llegamos a un edificio en el centro de todo, tenía más tubos que los demás en el pueblo, todos estaban entrelazados entre sí, además, estaba completamente cercado con una verja de metal electrificada, posiblemente se trataba de un hechizo de protección, claro, si es que ellos podían usar la magia y nosotros no.

El Chico del CircoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora