Capítulo 9. Me gusta

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Caminaba a mi clase entre la Gran Sabana de estudiantes, cuando alguien tomó mi muñeca y me giró.

-¿Qué estás haciendo?

-¿De qué hablas?- frunci el ceño-

-¿Qué es eso del plan?- se acercó a mi; muy cerca para mi gusto-

-Charlie, sé lo que es amar a alguien por tanto tiempo, y que jamás te preste atención.

-¿Qué fue esa mirada que me diste cuando Logan se fijó en Lily?

-Ya se me hace tarde- me volteé para irme, pero me detuvo de nuevo por el brazo-

-¿Te gusta?- dijo con demasiada seriedad en su rostro-

-Lo conocí ayer- entrecerre mis ojos-

-Pero, igual- giró la cabeza hacia un lado y guardó silencio por un momento- No importa.

Asenti y me fui a mi clase.

****

Iba a salir caminando a casa, pero un auto se paró a mi lado.
Miré la ventanilla con el ceño fruncido, hasta que ésta se bajó.

-¿Te llevo?- me sonrió-

Sonreí de medio lado y subí al auto, sentándome en el asiento del copiloto.

Con la radio encendida y cantando a todo pulmón, miré a Logan algo intrigada. No se daba cuenta, no me miraba. Pasaron los minutos y nada; hasta que mis ojos estaban cansados de insistir y se dio cuenta.

Ya, al fin. Me dolían los ojos.

-¿Qué sucede?- miró algo preocupado-

-¿No quieres que ayude en la situación con Lily?

Suspiró, aparcando el auto un momento.

-Lo que pasa es que... Ella nunca se fijó en mí. Ni siquiera sabe que existo y... Llevo tanto enamorado de ella- dijo con tristeza, mirando al volante-

-Creeme, sé lo que se siente- dejé de mirarlo para observar la calle-
Y lo peor es ser amigo de aquella persona; temiendo que si confiesas algo, tu amistad se ira a la mierda.

Logan volteó su cara y me miró con aún más preocupación. Le miré e hice una mueca, encogiéndome de hombros.

-Como sea. ¿Cuándo te atreverás a hablarle? Ó- le sonreí maliciosamente- ¿Prefieres escojer mi plan?

-Ninguna- negó con la cabeza sonriendo-

Entrecerre mis ojos e hice una mueca.

-¿Por qué no me cuentas de tu amor en Minnesota?- dijo sonriendo de lado, sabiendo que se vengaba-

-Arranca- giré mi cara hacía el frente-

Logan rió y encendió de nuevo la radio, le vi por el rabillo del ojo y sonreí.

Tal vez Charlie tenía razón.
Pero, es imposible enamorarme de alguien en dos días.
No existe eso del amor a primera vista; eso sólo pasa en los cuentos de hadas.

Aparcó el auto frente a la casa. La miré por unos instantes con aburrimiento. Estaba completamente vacía, sin nada que hacer.

Logan notó mi inquietud.

-¿Todo bien?

-No quiero entrar. Está vacía.

-¿Y tu tía?

-Trabajando.

-Igual que mamá- dijo casi en un susurro para él mismo, pero alcancé a escucharlo-

-¿Tu padre?

Bajó la mirada a la guantera, observándola como si fuese no más interesante del mundo.

-Se divorciaron y se fue a San Francisco.

-Oh- también bajé mi vista a la guantera-

-Y mi mamá siempre trabaja- alzó su vista a mí-

También lo miré, y por una vez, vi detalladamente sus profundos ojos. Hacían que me hipnotizaran.
Pasamos unos largos segundos en silencio, observándonos a los ojos.
Hasta que rompí el transe que formaban nuestros ojos.

-¿Quieres pasar?

Se limitó a sonreír sin mostrase los dientes y asentir.
Entramos a la casa y me dirigí a la cocina. Cuando dejé la mochila en la mesa vi una nota y la leí en voz alta.

Grace:

Me avisaron que voy a quedarme hasta muy tarde en el trabajo, probablemente llegue en la noche.

Lamento dejarte sola, que lo odias, pero te lo compensaré; lo prometo.

Dejé tu almuerzo en la nevera.

Con amor, tía.

Tiré la nota sobre la mesa.
Logan apareció a mi lado y pasó su brazo sobre mis hombros. Sentí una corriente pasar por todo mi cuerpo. Volteé mi cara para encontrarme con la suya, muy cerca.
Esa cercanía que no me gusta, pero, haría una excepción con él.

Sus ojos brillaron y tenía una sonrisa traviesa.

-¿Quieres comer comida recalentada ó podríamos preparar algo fresco?- dijo con una sonrisa ingeniosa-

-Cocino como la mierda- levanté las comisuras de mis labios-

-Debes demostrarmelo- hizo una seña con su cabeza a la cocina-

Pasamos a la cocina. Puse mis manos a mi cintura y miré a todos lados.
Gabinetes, gabinetes, gabinetes; eh, espera... No. Más gabinetes.

-¿Tú sabes cocinar?- me volteé a Logan que también observaba el paisaje-

-Emm, pues...- se rascó la nuca-

-Es mejor que empecemos... Con lo que sea que vayamos a hacer- dije moviendo mis brazos señalando la cocina-

Logan soltó una pequeña risa y ambos comenzamos a revisar los gabinetes y cajones.

Inicialmente queríamos hacer pollo frito; pero resulta que no puedes poner aceite en la sartén recién lavada (Con tan sólo algunos charcos de agua), tampoco puedes colocar el pollo congelado en el sartén; y no, no mejora metiéndolo al microondas.

Mi camiseta estaba impregnada de aceite que Logan derramo sobre mí sin querer. Y el piso estaba resbaladizo por el aceite.

Ambos estábamos frente a la cocina, mirando el desastre.

-¿Quieres ordenar una pizza?- dijo volteando la cabeza para verme, sonriendo inocentemente-

Pasamos el resto de la tarde viendo películas y comiendo palomitas, (Si, al parecer es lo único que sabemos cocinar) criticando las cursilerías que decían los actores y las estupideces que hacían por encontrar el amor.

Ahora que lo pienso ¿Por qué veíamos películas romaticas?
Como sea, eran más chistosas que amorosas.

No cambiaría éstos momentos por nada.
Son tan inusuales que tal vez sólo pasan una vez en la vida, con aquellas personas que más quieres.
Y lo admitiré.

Me gusta Logan Lewis.

Invierno en CaliforniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora