ADRIEN:
Marinette se muerde el labio inferior cuando este comienza a temblar y sé que está haciendo un gran esfuerzo por no llorar.
-Sé que ambos cometimos errores- intervengo yo- pero de eso se trata la vida, y lo importante es aprender de ellos y saber afrontarlos- digo, estrujando la mano de Marinette con la mía en forma de apoyo.
-Tú no puedes cometer esa clase de errores Adrien, tu reputación estaría por los suelos- responde papá, insistiendo con ese maldito tema.
-Eso dejo de importarme hace mucho- respondo, cansado de repetirlo en vano.
-¿Podría enfocarse en lo que en verdad importa?- interviene Sabine.
-La carrera de mi hijo es más importante que cualquier escandalo- responde mi padre- Adrien no se va a ser responsable del problema de su hija, es obvio que se embarazó para obtener algún beneficio de los Agreste- mi padre suelta esas palabras sin remordimiento y con aspereza, dejando todo sumergido en un silencio que me parece eterno.
-Ya no debe preocuparse por mi problema señor Agreste- murmura Marinette en voz baja pero en tono audible- ya no hay tal problema- dice lo último con la voz rota, antes de soltarse de mi agarre y caminar rápidamente hasta una de las habitaciones.
Los presentes no dicen nada, y la primera en reaccionar es Alya varios segundos después.
-¿Por qué Marinette dijo eso, Adrien?- me pregunta la morena con asombro e inminente temor.
Suelto el aire con pesadez antes de responder su pregunta.
-Lamentablemente Marinette perdió al bebé, estuvimos en el hospital hace unas horas- contesto.
Alya cubre su boca por la sorpresa a la vez que Nino se acerca a ella con un semblante de tristeza, los Dupain se ven entre sí y mi padre es el único que no cambia de expresión.
-Eso fue lo mejor que pudo pasarte Adrien- dice mi padre con seriedad, terminando con mi perseverancia.
-¡¿Cómo puedes hablar así del que pudo haber sido tu nieto?!- le espeto, totalmente furioso.
-¿Cómo estas tan seguro que iba a ser tu hijo?- pregunta con sorna, logrando que no sea el único enfurecido en la sala.
Tom, completamente rojo del enojo le propino un golpe a mi padre, logrando que este se desestabilice pero no cae.
-¡Tom!- exclama Sabine, sorprendida por el comportamiento de su esposo.
-¡Me pagara muy caro su atrevimiento!- amenaza mi padre con enojo, siguiendo a Nathalie la cual intenta calmar su furia.
Cuando salen de la casa siento que pudo respirar con normalidad, y no puedo evitar pensar que ese golpe se lo tenía merecido.
-No iba a permitir que hablara así de mí Marinette- se justifica el hombre con su esposa.
-Marinette- repite Alya, comenzando a caminar por donde hace unos minutos ella desapareció.
Sabine y Tom también van con Alya, pero mi mejor amigo se queda en su lugar, como si le costara asimilar todo lo sucedido.
-¿Vas a hacer corto circuito?- bromeo, o lo intento al menos.
-Lamento mucho lo de Marinette- dice con una mueca de tristeza.
-Yo también lo hago- respondo.
Desde que recibimos la noticia, no podía dejar de pensar en ello, al igual el sentirme inútil por no poder hacer nada para evitarle ese dolor a Marinette.