Caos sin Mamá

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Naruto rara vez se enfermaba, pero cuando lo hacía, toda la casa Uchiha se sumía en el caos. Esa mañana, Naruto se despertó sintiéndose débil y con fiebre. Sasuke, preocupado por su pareja Omega, insistió en que se quedara en cama para descansar y recuperarse.

—No te preocupes por nada, Naruto. Los niños y yo nos encargaremos de todo —dijo Sasuke, intentando sonar seguro.

Naruto asintió, aunque sabía que sería difícil para todos ellos manejar la casa sin su ayuda.

En la sala, Menma intentaba calmar a Himawari y Hiwatori, quienes discutían sobre cómo preparar el desayuno. Boruto, por su parte, trataba de limpiar el desorden en la cocina, pero acababa haciendo más lío del que había al principio.

—¡Menma, no encuentro el azúcar! —gritó Himawari desde la cocina.

—¡Hiwatori, no pongas tanto aceite en la sartén! —se quejó Boruto.

—¡Menma, los platos se están acumulando! —añadió Hiwatori con frustración.

Mientras tanto, Sasuke estaba en la oficina, intentando trabajar, pero no podía concentrarse con todo el ruido y el caos que venía del resto de la casa. Decidió bajar para ver qué estaba pasando.

La sala estaba llena de juguetes esparcidos, la cocina era un desastre con ingredientes por todas partes, y el comedor estaba sin recoger desde el desayuno.

—¡Esto es un desastre! —dijo Sasuke, frotándose la sien con frustración—. ¿Dónde están las instrucciones para el almuerzo?

—No lo sé, papá —respondió Menma, tratando de mantener la calma—. Mamá siempre sabe dónde está todo.

Ninguno de los niños sabía qué responder. Sasuke suspiró, dándose cuenta de cuánto dependían de Naruto para mantener la casa en orden.

De repente, escucharon pasos en las escaleras. Naruto, a pesar de su debilidad, había decidido levantarse de la cama al escuchar el caos.

—¡Naruto, vuelve a la cama! —exclamó Sasuke, corriendo hacia él.

—No puedo quedarme en la cama sabiendo que la casa se está viniendo abajo —respondió Naruto, con una sonrisa cansada pero decidida—. Necesitan mi ayuda.

Sasuke y los niños intentaron persuadirlo para que volviera a descansar, pero Naruto no los escuchó. Con paciencia y determinación, comenzó a ordenar la cocina, indicando a cada uno lo que debía hacer.

—Menma, limpia esa mesa. Himawari, trae la escoba. Hiwatori, ayuda a tu hermana con el desayuno. Boruto, recoge esos juguetes de la sala.

Los niños obedecieron, impresionados por la habilidad de su madre para restaurar el orden incluso estando enfermo. Sasuke, aunque preocupado, no pudo evitar sonreír al ver a su Omega tomar el control de la situación.

—Papá, ¿dónde está el detergente para los platos? —preguntó Boruto.

—En el armario debajo del fregadero, hijo —respondió Sasuke, tratando de ser útil.

En poco tiempo, la casa volvió a estar en orden. Naruto, visiblemente agotado, se dejó caer en una silla de la cocina, pero con una expresión satisfecha.

—Ahora sí, todo está en su lugar —dijo, suspirando de alivio.

Sasuke se acercó y le dio un suave beso en la frente.

—Gracias, Naruto. Eres increíble —dijo con ternura—. Pero ahora, por favor, vuelve a la cama. Nosotros nos ocuparemos de todo.

Los niños asintieron, prometiendo cuidar de la casa mientras Naruto descansaba. Finalmente, Naruto aceptó y volvió a su habitación, esta vez confiado en que su familia podía manejar las cosas, al menos por un día.

Mientras subía las escaleras, Sasuke vió que Naruto estaba a punto de desfallecer de cansancio, así que lo levantó en brazos.

—No, Sasuke, puedo caminar... —protestó débilmente Naruto.

—Shh, cariño. Déjame cuidar de ti por una vez —susurró Sasuke con una sonrisa.

Naruto no pudo evitar sonrojarse y relajarse en los brazos de su Alfa. Sasuke lo llevó de vuelta a la cama con cuidado y lo arropó, asegurándose de que estuviera cómodo.

—Descansa, Naruto. Nosotros nos encargaremos del resto —dijo Sasuke, acariciando suavemente la mejilla de su pareja.

Naruto sonrió, cerrando los ojos y dejándose llevar por el sueño, sabiendo que estaba en buenas manos.

El Aroma de la UnidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora