Encuentro Destinado

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Boruto estaba sentado junto a la ventana en una acogedora cafetería en el centro de Konoha. Era una de sus pocas escapadas de la rutina diaria, un respiro necesario del bullicio de su vida como heredero de una de las familias más influyentes. Disfrutaba de un capuchino con un toque de canela, mientras miraba distraídamente el ajetreo de la gente en la calle.

Mientras bebía su café, notó que la puerta de la cafetería se abría, haciendo que una suave brisa recorriera el lugar. Un chico de cabello plateado entró con paso tranquilo y decidido. Había algo en su presencia que captó de inmediato la atención de Boruto. El chico, con su expresión calmada y una sonrisa enigmática, irradiaba una confianza serena que contrastaba con su aspecto juvenil.

El chico pidió su bebida en el mostrador y, tras recibirla, miró alrededor en busca de un lugar para sentarse. Al notar que la cafetería estaba casi llena, sus ojos se detuvieron en Boruto, quien estaba solo en su mesa.

—¿Te importa si me siento aquí? —preguntó el chico, con una voz suave pero firme.

Boruto parpadeó, sorprendido por la solicitud, pero asintió con una sonrisa amigable.

—Claro, adelante.

El chico se sentó frente a Boruto, dejando su taza de té verde sobre la mesa.

—Soy Mitsuki —dijo, extendiendo su mano de manera amistosa.

—Boruto —respondió él, estrechando la mano de Mitsuki.

Ambos intercambiaron algunas palabras sobre la calidad del café en la ciudad, el clima y temas cotidianos, pero Boruto sentía que había algo más en Mitsuki, una profundidad que lo intrigaba. La conversación fluyó con una naturalidad sorprendente, como si se conocieran desde hace mucho tiempo.

—Tienes algo especial, Boruto. No sé exactamente qué es, pero es refrescante —comentó Mitsuki, mirándolo con una mezcla de curiosidad y admiración.

Boruto se sintió halagado, aunque un poco nervioso. Había algo en la mirada de Mitsuki que lo hacía sentir expuesto, pero de una manera que no le incomodaba.

—Bueno, tal vez sea porque... soy un Omega —confesó Boruto, bajando la voz y desviando la mirada por un momento, temiendo un cambio en la actitud de Mitsuki.

Mitsuki no mostró sorpresa ni incomodidad. En cambio, su sonrisa se suavizó, mostrando una comprensión genuina.

—Eso no cambia nada para mí, Boruto. Si acaso, lo hace más interesante. Ser Omega es parte de lo que eres, pero no te define completamente. —La sinceridad en las palabras de Mitsuki tocó algo profundo en Boruto, quien sintió que su corazón latía un poco más rápido.

—No muchas personas lo entienden así... —respondió Boruto, sorprendido por la reacción de Mitsuki.

—Tal vez porque no han tenido la oportunidad de ver más allá de las etiquetas —dijo Mitsuki, con un tono reflexivo. Luego, agregó con una sonrisa cálida—: Me gustaría conocerte mejor, Boruto. Si estás de acuerdo, claro.

Boruto sintió un calor agradable en su pecho, una mezcla de emoción y nerviosismo. Algo en Mitsuki lo atraía de una manera que no había experimentado antes.

—Me encantaría —respondió Boruto, sin poder contener una sonrisa.

La tarde pasó rápidamente mientras ambos continuaban conversando, explorando temas más personales y profundos. Había una conexión palpable entre ellos, una chispa que ambos sintieron desde el primer momento y que ahora, con cada palabra intercambiada, se hacía más evidente.

Cuando finalmente llegó el momento de despedirse, ambos sabían que no sería la última vez que se verían. Boruto se despidió de Mitsuki con la promesa tácita de que esto era sólo el comienzo de algo especial.

El Aroma de la UnidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora