Habitos Cuestionables

37 5 3
                                    

Era una tarde soleada en el centro comercial más exclusivo de la ciudad. Boruto, vestido con un elegante atuendo de Omega, caminaba por los pasillos, llamando la atención de todos los presentes. Acompañado por sus hermanos Alfas, Menma, Himawari y Hiwatori, el grupo Uchiha se movía con una seguridad que solo los hijos de un poderoso líder de la mafia podían tener.

Boruto se detuvo frente a una vitrina que exhibía joyas de alta gama. Sus ojos brillaron al ver un hermoso collar adornado con gemas relucientes.

—¡Menma, mira ese collar! —exclamó Boruto con entusiasmo—. ¿Puedes comprármelo, por favor?

Menma se acercó a la vitrina y miró el precio del collar. Aunque el costo no era un problema para ellos, se sintió un poco preocupado por el nivel de indulgencia que había tenido con su hermano menor.

—Boruto, creo que ya hemos comprado suficientes cosas hoy —respondió Menma, tratando de sonar razonable—. No necesitas ese collar.

El entusiasmo de Boruto se desvaneció instantáneamente, reemplazado por una expresión de disgusto.

—¡Pero lo quiero! —insistió Boruto—. Siempre me compras lo que pido, ¿por qué no ahora?

Menma suspiró, tratando de mantener la calma. Sabía que estaba mimando demasiado a su hermano, y esta era una oportunidad para establecer algunos límites.

—No, Boruto. No siempre puedes tener todo lo que quieres —dijo Menma con firmeza.

La discusión se intensificó, y ambos hermanos intercambiaron palabras acaloradas hasta que finalmente decidieron dejar el tema sin resolver. La tensión entre ellos era evidente mientras regresaban a casa.

Esa noche, una tormenta se desató, iluminando el cielo con relámpagos y llenando el aire con el estruendo de los truenos. Boruto, temblando de miedo, se acurrucó en su cama, tratando de calmarse. Pero cada trueno parecía más fuerte que el anterior, y su miedo creció hasta que ya no pudo soportarlo.

Aunque estaba enojado con Menma, sabía que su hermano mayor siempre lo había protegido. Dudando un momento, decidió ir a su habitación. Corrió por el pasillo y abrió la puerta de Menma, encontrándolo sentado en su cama, leyendo un libro como si lo estuviera esperando.

Menma levantó la vista y, sin decir una palabra, señaló el espacio a su lado en la cama, invitándolo a entrar. Boruto, aliviado, se acercó y se metió bajo las mantas junto a su hermano.

—Lo siento, Menma —dijo Boruto en voz baja—. No debí pelear contigo por el collar.

Menma suspiró y abrazó a su hermano menor.

—Yo también lo siento, Boruto. Sé que a veces puedo ser estricto, pero lo hago porque te quiero y quiero lo mejor para ti.

Boruto asintió, sintiéndose reconfortado por las palabras de su hermano. La tormenta continuó afuera, pero dentro de la habitación, los dos hermanos se reconciliaron, sintiendo el calor de su vínculo familiar.

Al día siguiente, Menma sorprendió a Boruto llevándolo de vuelta al centro comercial. Sin decir una palabra, compró el collar que Boruto había deseado. Luego, lo llevó a una boutique de ropa para Omega y le compró un hermoso vestido que hacía juego con el collar.

Boruto, con lágrimas de felicidad en los ojos, abrazó a su hermano mayor.

—Gracias, Menma. Te quiero mucho.

Menma sonrió, sintiendo una profunda satisfacción al ver la felicidad de su hermano.

—Yo también te quiero, Boruto. Estaré aquí para ti. Siempre.

El Aroma de la UnidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora