El Precio del Poder

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La mansión Uchiha, normalmente un bastión de seguridad, estaba envuelta en una atmósfera de tensión. Naruto caminaba ansiosamente de un lado a otro, su mente luchando por mantener la calma mientras imaginaba lo peor. Menma estaba apoyado contra la pared, su rostro endurecido, mientras que Himawari y Hiwatori se abrazaban en silencio, el miedo reflejado en sus jóvenes ojos.

Sasuke se encontraba en su oficina, su expresión impasible, pero sus ojos oscuros revelaban la tormenta interna que lo consumía. Acababa de recibir una llamada del líder de una mafia enemiga. Las palabras aún resonaban en su mente: *"Tenemos a tu hijo. Si quieres volver a verlo con vida, deja la mafia. Renuncia a tu poder, y te lo devolveremos."*

—No pueden estar hablando en serio —murmuró Naruto, su voz baja pero cargada de desesperación—. Sabemos que no se puede confiar en ellos.

Sasuke asintió lentamente, su mente ya estaba ideando un plan.

—Lo sé —respondió, su tono era frío, calculador—. No podemos ceder. Si lo hacemos, estamos perdidos. Pero tampoco puedo dejar que le hagan daño a Boruto.

Naruto observó a Sasuke por un momento, sintiendo la presión que su esposo estaba soportando. Sabía que Sasuke no se dejaría intimidar, pero el riesgo que corrían era inmenso.

Mientras tanto, en un lugar desconocido, Boruto estaba encadenado a una silla en una habitación oscura. El miedo que lo invadía era palpable, pero se aferraba a la esperanza de que su familia lo encontrara. No sabía cuánto tiempo había pasado desde su secuestro, pero cada segundo parecía una eternidad.

Kawaki, el hijo del líder de la mafia enemiga, entró en la habitación, observando a Boruto con una mirada que mezclaba curiosidad y una fría determinación. Se acercó lentamente, sus pasos resonaban en el suelo de concreto.

—Tu padre no está cooperando —dijo Kawaki, su voz tranquila pero con una amenaza subyacente—. Parece que vamos a tener que hacer las cosas a nuestra manera.

Boruto lo miró, tratando de mantener la calma, pero no podía evitar sentir un nudo en el estómago. No entendía completamente lo que Kawaki quería decir, pero sabía que nada bueno saldría de esto.

—¿Qué piensas hacer? —preguntó Boruto, su voz temblaba ligeramente.

Kawaki no respondió de inmediato. En lugar de eso, se inclinó sobre Boruto, sujetándolo con fuerza. Antes de que Boruto pudiera reaccionar, Kawaki clavó sus colmillos en el cuello del Omega, sellando el lazo de Alfa-Omega con una mueca de satisfacción. Boruto sintió un dolor agudo y luego una sensación de desconcierto y horror. El vínculo ahora era inquebrantable, y Boruto supo en ese momento que su vida había cambiado para siempre.

El shock y la confusión llenaron a Boruto. Sus ojos se llenaron de lágrimas involuntarias mientras procesaba lo que acababa de suceder. Kawaki, satisfecho con su acto, se apartó, dejando a Boruto temblando, vulnerable y marcado de una manera que nunca hubiera deseado.

Justo en ese momento, las puertas del almacén fueron derribadas, y los hombres de Sasuke irrumpieron en la sala, abrumando a los guardias y neutralizando a los enemigos. Sasuke avanzó entre los restos de la batalla, sus ojos fijos en su hijo. Cuando vio a Boruto encogido y pálido en la silla, su corazón se hundió.

Corrió hacia él, liberándolo de sus ataduras. Boruto se aferró a su padre, temblando mientras murmuraba lo que había sucedido. Sasuke lo escuchó en silencio, sintiendo que el mundo se detenía cuando las palabras de Boruto se grabaron en su mente: *"Kawaki me marcó... hizo el lazo de Alfa-Omega..."*

El regreso a la mansión fue sombrío. Sasuke cargaba a Boruto en sus brazos, el peso de lo que había sucedido era evidente en la expresión de cada miembro de la familia. Menma apretó los puños hasta que sus nudillos se volvieron blancos, una ira fría burbujeaba en su interior. Himawari y Hiwatori estaban en shock, apenas podían comprender lo que había sucedido.

Naruto, con lágrimas en los ojos, abrazó a Boruto tan pronto como cruzaron la puerta. Su hijo, su pequeño Boruto, ahora estaba marcado por un Alfa enemigo, y no había forma de deshacer ese lazo.

—Papá... lo siento... —murmuró Boruto, su voz era apenas un susurro.

Naruto lo abrazó más fuerte, sin decir nada, mientras Sasuke se mantenía al margen, su mirada oscura fija en un punto indeterminado, ya planeando su venganza.

La familia Uchiha sabía que las consecuencias de este día resonarían en sus vidas para siempre. El lazo impuesto por Kawaki no solo había marcado a Boruto, sino que había dejado una cicatriz en el corazón de todos. La guerra contra esa mafia ahora era personal, y Sasuke no descansaría hasta que pagaran por lo que le habían hecho a su hijo.

El Aroma de la UnidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora