15 de octubre de 2027

353 26 5
                                    


Decidió olvidarlo como se olvidan las burradas que se hacen una noche de borrachera después de recordarlas cuando despiertas. Decidió que fuera un recuerdo borroso que guardas en los más profundo de tu cerebro (y que te viene cuando menos te lo esperas, aunque se va disipando con el tiempo). Decidió olvidarlo como se olvidan los billetes en un abrigo que es muy probable que no te vuelvas a poner (aunque esos billetes te los encuentras dos años más tarde).

En definitiva, Ruslana decidió que el cosquilleo en el estómago y las ganas de besar a Chiara aquel viernes 13 de marzo de 2026, en el sofá de la casa de los majos, fueron fruto del par de cervezas y de la melancolía por extrañar a su amiga. Como aquel pequeño crush que tuvo con ella en las últimas semanas en la academia, y que desde un principio ni contempló y rechazó de inmediato porque sabía que no tenía nada que hacer. Y además estaba haciendo la gilipollas con Omar.

Ruslana miraba por la ventana del avión rumbo a Bilbao, con los cascos puestos escuchando música y pensando en las ganas que tenía de la reunión marruski. Hacía muchas semanas que no se veían.

A todos les iba genial en lo laboral, lo cual significaba agenda completa. La pelirroja había sacado su tercer disco y venía de terminar la gira que la había llevado por todos los rincones de la geografía española durante la primavera y el verano.

En lo personal, durante el último año se había comprado un pequeño piso en Madrid y, tras divertirse sin compromiso con algunas personas, había comenzado a salir con David, el bajista de una conocida banda. Llevaban unos cinco meses y se lo pasaban bastante bien. La vida rock&roll. Ruslana solo tenía 22 años, una edad para divertirse, pensaba, aunque a veces sentía que tenía 30 por todo lo que había vivido. Con David todo era mucha fiesta, mucho alcohol, mucha química, sobre todo él. Ella solo muy de vez en cuando. Antes de saltar a la fama podía imaginarse que se consumía bastante en el mundo musical, pero no pensaba que tanto, y al final casi que es inevitable caer un poco en ello si no te rodeas bien.

Martin había aprovechado que Juanjo estaba de gira para organizar la pequeña reunión marruski. Había alquilado una casa rural en el corazón de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, cerca de Guernica, con unas vistas impresionantes a las montañas, barbacoa, jardín, chimenea... Iba a ser un fin de semana tranquilo y alejado del ajetreo de la ciudad para reencontrarse, respirar naturaleza, encontrar un poquito de paz.

Al vasco no le había faltado el trabajo: hace un par de años había sacado su disco, pero al final decidió centrarse más en la interpretación. No en vano, le iba bastante bien, sobre todo después de participar en la película de Almodóvar, y era más tranquilo que el mundo de la música.

- ¿Estás nervioso?- le preguntó Arrate, que le estaba llevando en coche al aeropuerto para recibir primero a Kiki, que llegaba de Barcelona. La menorquina alquilaría un coche mientras esperaban a Ruslana, que volaba desde Madrid.
- ¿Lo dices por la intervención? Un poco... no sé si se lo tomará como un ataque y lo último que queremos es hacerla sentir mal.

Lo cierto es que, además de querer pasar tiempo juntos, Kiki y Martin tenían una misión oculta en este viaje: hablar con Rus de la deriva que había cogido estos últimos meses. De puertas para fuera, es decir, bajo la opinión pública, Ruslana llevaba una carrera ejemplar y había controlado bastante bien su vida privada. Pero de puertas para dentro, Kiki y Martin sabían que a raíz de empezar a salir con David el mundo de la canaria se estaba empezando a tambalear, y querían pararlo antes de que cayera en un abismo difícil de remontar. Para ellos, David era el típico gilipollas que se cree un rolling stone y una mala influencia.

Chiara miraba por la ventanilla del avión lo extraordinariamente verdes que estaban los valles del norte. Estaba fascinada y le hacía ilusión vivir unos días de otoño allí. Quería perderse un poco por el bosque y disfrutar del cambio de estación, la mezcla de colores de las hojas con ocres, rojos, naranjas, amarillos... le parecía tan idílico.

Que el tiempo se pare // RUSKIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora