Chiara acababa de dar un paseo en bicicleta con Paula por Barcelona. Solo el poder hacerlo, recorrer la ciudad como lo hacía cuando era una completa desconocida, le daba una sensación de libertad indescriptible. No mentiría si dijera que a veces echaba de menos aquella época, donde todo era menos complicado, pero después recordaba que estaba viviendo la vida que siempre había soñado. Una vida encima del escenario.
Fueron a comer una hamburguesa al Hideaot y luego decidieron dar una vuelta por el Eixample para bajar la panzada a patatas fritas, aprovechando que la temperatura era suave para ser noviembre.
Por el camino, le sorprendió una llamada de Bea. No es que hubieran perdido el contacto del todo, porque seguía existiendo el grupo de WhatsApp, se felicitaban por sus trabajos, y alguna vez había quedado con ella, Salma y Álvaro en Madrid, pero no era normal que la llamara directamente.
Después de los típicos saludos, cómo estás, en qué estás metida ahora, el otro día me encontré a (lectora, inserte aquí el nombre del otito de 2023 que más rabia le dé), Bea fue al grano. Aunque Chiara no sabía que ese era el motivo real de la llamada.
- Oye, estoy leyendo un libro muy interesante. No sé si conoces a Gara Torres, una poeta y novelista lesbiana
- La verdad es que no
- Pues hace poco sacó un libro de relatos cortos, se llama "Encuentros". Habla de los diferentes tipos de relaciones y conexiones lésbicas a través de experiencias propias. Hay capítulos...bastante interesantes. El tercero... El tercero tiene lo suyo. Léelo.
- Bueno, sabes que yo no leo mucho. Me cuesta mantener la atención
- Sí, lo sé. Pero de verdad, este... tienes que leerlo.
- Vale vale, me lo apuntoY como una jugada del destino, 35 minutos después pasaron por delante de una librería. Por inercia, ambas miraron el escaparate: y ahí estaba el libro.
"Encuentros", de Gara Torres. La portada era una sensual ilustración de Safo. En la solapa, encima de la biografía, estaba su foto. Era una chica morena, pelo largo ondulado, una cara que gritaba "soy misteriosa, interesante e intelectual". Era guapa. Si la fecha era cierta, tenía 33 años.
- ¿Te lo vas a comprar?-, preguntó Paula extrañada.
- Es de lesbianas. Me dijo Bea que lo leyera
- Mmmh...pues ya me lo dejarás
- Seguro que lo lees tú antes. Yo es posible que me lo deje por ahí olvidado-, dijo riendo, consciente de sí misma.Llegaron a casa y, efectivamente, Chiara dejó el libro olvidado en la mesa de la cocina y se fue a su cuarto a tocar un rato el piano.
Y la vida siguió su curso pero, en este caso, lo que tal vez jamás hubiera sucedido se comenzó a pergeñar hace un año y medio, cuando Bea empezó a salir con una ávida lectora, y ahora llegaba a su fin. La novia de Bea, tras leer "Encuentros", le sugirió a su chica que lo leyera pues "esta tía es brutal. Le da una visión a las relaciones entre mujeres que nunca había visto. Y cómo describe las situaciones, porque es que además, son vivencias personales. Algunas son para darse una ducha después. Me follaría su mente". Y claro, después de esa descripción, Bea no tuvo más remedio que comenzar a leer "Encuentros" un aburrido domingo, 31 de octubre de 2027, al calor de una mantita en su casa de Madrid.
El devenir de los acontecimientos fue tal que así:
Mientras en un piso del Eixample de Barcelona, una menorquina cogía un libro olvidado en la mesa de la cocina por su mejor amiga para hacer tiempo mientras se hacía la cena, en Madrid una casi finalista de Operación Triunfo llamaba a una excompañera pelirroja y ucraniana para decirle que estaba flipando con un libro que estaba leyendo. En el momento en que la menorquina abrió el libro por el tercer capítulo, la madrileña comenzó a leerle el párrafo clave por teléfono a su excompañera, quien la mandó a la mierda por haberle recomendado el libro a su mejor amiga.
Justo dos minutos antes de que la menorquina leyera ese párrafo clave, que despejaba las posibles dudas sobre la identidad de la protagonista del tercer capítulo solo si conocías de verdad a esa persona, la pelirroja ucraniana amenazaba a otra pelirroja de Granada: "O se lo dices tú ya, y cuando digo ya es en los próximos diez minutos, o se lo digo yo, porque lo menos que merece es enterarse leyendo un puto libro."
Tres minutos después, la menorquina volvió a leer el párrafo completamente incrédula, por si había malinterpretado lo que acababan de ver sus ojos. Mientras, la pelirroja andaluza, asustada y nerviosa por la llamada, se levantaba de la cama, dejando con las ganas al productor que la tenía fascinada desde hacía dos semanas por sus conocimientos musicales y artísticos, y su insistente paciencia por tener una cita con ella desde hacía un año. "Esperar ha valido la pena," pensó él, después de averiguar que "su" pelirroja se había dado un tiempo con "su novia."
Doce minutos después de la amenaza de la pelirroja ucraniana, una menorquina media inglesa de 23 años, que había perdido la noción del tiempo mientras componía canciones al piano en su habitación de un piso en el Eixample, recibió en este orden: un mensaje de su mejor amiga preguntándole si su "novia con la que se había dado un tiempo" había hablado con ella; una llamada de dicha novia que no llegó a coger, y un susto del carajo cuando su compañera de piso entró en su cuarto como un torbellino con el libro que se había comprado esa misma tarde en la mano.
- Tienes que leer esto
- ¡Joder! ¡Qué susto Paula! Espera, que me está llamando Vio-, Paula le quitó el móvil de la mano-, ¿qué haces?
- Lee esto primero Chiara. Tienes que hacerlo antes de hablar con ella
- ¿Pero qué dices?Chiara la miraba con el ceño fruncido, casi a punto de enfadarse, hasta que sintió un pálpito uniendo todas las piezas: la llamada de Bea y el interés porque leyera el libro, el mensaje de Ruslana, la llamada de Vio prácticamente al instante y la urgencia de Paula. Comenzó a leer. Según avanzaba, tuvo que sentarse en la cama. Mientras, seguía escuchando el móvil con las continúas llamadas de la pelirroja hasta que Paula lo silenció.
"A mi me encanta conocer a una mujer y que cada una vengamos con nuestras potencias creativas de nuestros mundos, y que esos mundos intenten relacionarse entre sí. Como en una cena en casa de Rodrigo Cuevas en la primavera de 2026, donde por fin pude profundizar con una cantante pelirroja espectacular de acento andaluz, de mirada tan sensual y profunda que podrías perderte en ella. Ya habíamos coincidido en otros eventos y la tensión física e intelectual nos había atrapado sin llegar a una conclusión aquellas noches. Pero en esta ocasión, nuestra fusión artística y ese momento de subidón increíble donde te atreves a pensar realidades que no se te hubiesen ocurrido, ese coqueteo mutuo, resultó en una noche de absoluta pasión. Una revolución del deseo que se alargó una semana con fecha de caducidad".
Había más. Y Chiara lo leía como si no estuviera en su habitación. Como si se hubiera ido muy lejos. Mientras, Paula le contestaba a Ruslana que ya lo sabía, que lo estaba leyendo, que no se preocupara, que no la iba a dejar sola.
Chiara ya no sentía nada. Estaba vacía. Como una autómata, le cogió el móvil a Paula, sacó una foto al párrafo clave y se la envió a Violeta con un escueto "Se acabó".
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Que el tiempo se pare // RUSKI
FanfictionUna historia que relata seis años a través de momentos clave. Esto es ficción. Una utopía. Por diversión y por probarme en la escritura. En twitter: @ficruski (voy avisando de las actualizaciones)