Chiara y Ruslana se miraban, acostadas cara a cara, con sus cuerpos entrelazados, acariciando suavemente sus mejillas, colocando un mechón de pelo, recorriendo con sus dedos los labios, la nariz, los párpados de la otra cuando cerraban los ojos, asegurándose de que aquello era real. No dejaban de acariciarse. No podían. Al silencio le acompañaba de vez en cuando la risa de Chiara cuando Rus le acariciaba la espalda porque le hacía cosquillas.
Todavía sin hablar de sus sentimientos.
Estaban recopilando todo lo que habían vivido en estas últimas horas para grabarlo a fuego en sus mentes. Porque no podían creer que hubiera ocurrido. Porque querían recordarlo toda la vida.
Y porque necesitaban recuperar fuerzas después de unas horas en las que habían estado bastante ocupadas.
Anoche, Chiara llevó a Ruslana en brazos hasta la cama, con la pelirroja rodeando con sus piernas la cintura de la morena. Tal y como ella le había suplicado. "Pesas, literalmente, una pluma", le dijo saliendo del baño. La tiró en el colchón, de espaldas, y se puso de rodillas frente a ella.
Se quedaron admirando sus cuerpos. Se sentían vulnerables ante la mirada de la otra, pero también poderosas.
Las tornas habían cambiado y ahora era Chiara quien la miraba desde arriba, con una sonrisa de medio lado que hizo sonrojar a Ruslana.
La pelirroja comenzó a impacientarse y a acariciar con su pie la pierna de Chiara. Necesitaba que la tocara otra vez. Ya. Sin falta.
Chiara se dio cuenta y decidió jugar un poco más con ella. Le cogió de los tobillos y tiró de ella con algo de brusquedad, lo que provocó un suspiro de Ruslana. Se puso de rodillas en medio de sus piernas flexionadas e hizo un más que evidente recorrido por su cuerpo con la mirada, provocando de nuevo a la canaria, mientras se humedecía los labios con la lengua.
-Ven aquí ya joder-, fue la respuesta de Rus, autoritaria, con una voz grave que la menorquina no había escuchado nunca.
Chiara sonrió como una triunfadora. Había logrado desesperarla, pero después de esa contestación de Rus, no sabría decir quién estaba más encendida.
La morena se agachó y comenzó a besar sus piernas, el interior de sus muslos, recorriéndolos lentamente mientras notaba cómo Ruslana movía su cuerpo al ritmo de la canción que estaban componiendo esa noche. La pelirroja arqueó su espalda cuando Chiara se entretuvo jugando con su lengua en el centro de su cuerpo, y agarró la cabeza de la morena con una mano para que no escapara de ese lugar.
Chiara continuó su camino, poco a poco, hasta llegar a la clavícula, el cuello, donde se perdió un poco más, mordió la mandíbula y los labios, quedando por fin cara a cara. Ruslana la abrazaba como si Chiara fuera un sueño del cual podría despertar en cualquier momento. Y no quería. Hundió sus uñas en la espalda de la menorquina, que respondió con un leve gemido de dolor y placer, y besando con desesperación a Ruslana.
No era un sueño.
Decidieron, si es que ya no lo estaba, que lo primero de aquella noche fuera lo físico. La piel. Sentirse, tocarse, besarse, morderse, lamerse, saborearse, acariciarse. Desgastarse enteras. Sentir sus respiraciones agitadas, entre suspiros y gemidos.
Sus bocas no se separaron de la piel de la otra durante horas.
Todo lo que habían callado, todo lo que habían reprimido durante tanto tiempo, se liberó aquella noche en ese contacto, en esa cercanía que, finalmente, dejaba de ser ambigua
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Sería cerca de la una de la madrugada. El sonido y la brisa del mar entraban por el balcón del cuarto.
-¿Estás bien?-, preguntó Ruslana
-Sí, ¿y tú?-, contestó Chiara
Rus asintió con una pequeña sonrisa en sus labios.
-He deseado esto desde hace tanto tiempo-, confesó por fin la pelirroja.
-Rus...-, Kiki se sonrojó-Chiara yo...-, cogió aire y lo dijo. -Llevo enamorada de ti años.
Por fin. Ruslana sintió cómo su corazón se ensanchaba y su cuerpo se quitaba un peso de encima. Tenía los sentimientos a flor de piel y ganas de llorar. No pudo aguantar.
-¡Ey! Rusli, no... ¿qué pasa?- Chiara la abrazó con fuerza.
-Te juro que estoy feliz. Soy la persona más feliz del planeta ahora mismo. Pero es que...no sé. Tanto tiempo guardándomelo, pensando que era imposible... - Volvió a mirarla a los ojos- Porque yo lo que no quiero es perderte Chiara, por nada del mundo. Y pensé que si te lo decía iba a joder nuestra amistad. Pero ahora te tengo aquí y de repente...-, escondió otra vez su cara en el cuello de Chiara, hablando cada vez más nerviosa-, no sé qué hacer. Porque claro, yo aquí hablando, y confesando que estoy enamorada de ti, y tú, claro...no sé qué sientes tú, y a lo mejor estoy metiendo la pata...
Chiara le cogió de las mejillas y le empezó a dar pequeños besos por toda la cara para tranquilizarla. Ella también necesitaba relajarse. La confesión de Ruslana le había acelerado tantísimo el corazón...
-Rus. Yo también estoy enamorada de ti. Lo estaba desde hace tiempo, pero no lo sabía. No me di cuenta hasta llegar aquí. Al final Martin tenía razón. A veces, lo que queremos, está justo delante pero somos incapaces de verlo. Y tú siempre has estado. Pero no me daba cuenta porque...porque estaba mirando para otros lados. Además, -dijo riendo-, nunca me hubiera imaginado que pudieras sentir algo por mí, así que creo que inconscientemente ni me lo planteé.
-Qué boba...¿por qué?
-No sé...no lo sé. Somos tan diferentes...
-Pero nos entendemos tan bien....
-Sí... eso me ha quedado bastante claro esta noche
Comenzaron a reírse y no pudieron evitar volver a perder, durante unos minutos, la noción del tiempo en los labios de la otra.
-Me encanta cómo besas Chiara
-Bueno, ya te enseñaré cómo se hace
-¡Oye! ¡Qué cabrona! Pues ahora te quedas sin besos
-¡No, no, no! ¡Era broma!- La menorquina se puso encima intentando besarla mientras Ruslana la esquivaba cómo podía entre risas, hasta que se rindió.
-Entonces, cuando me besaste en lo de las mariposas...
-Me acojoné- la interrumpió Chiara-. Es que te vi como cara de asustada.
-Es que no me lo esperaba.
-Fue tan bonito Rus. Con las mariposas alrededor. Verte ahí, delante de mí... En ese momento me di cuenta de que estaba perdidamente enamorada de ti. Así que sí, para mí, ese es nuestro primer beso.
Ruslana sonrió
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Que el tiempo se pare // RUSKI
FanfictionUna historia que relata seis años a través de momentos clave. Esto es ficción. Una utopía. Por diversión y por probarme en la escritura. En twitter: @ficruski (voy avisando de las actualizaciones)