Capítulo 22: Lobo con piel de cordero

950 80 11
                                    

Cinco meses después


Ali

Han pasado cinco meses desde aquella dolorosa despedida con Pedri. Mi vida ha cambiado drásticamente desde entonces, y no para mejor. Estoy sentada en el asiento del copiloto del coche, con Javier al volante. Venimos de una cena en la que he tenido que forzar una sonrisa y fingir que todo está bien. Internamente, rezo porque Javier no vuelva a hacer lo que lleva haciendo un mes y medio. Rezo porque esté lo suficientemente cansado como para no querer hacer nada conmigo esta noche.

Javier me sonríe tierno, y yo le devuelvo la sonrisa, intentando disimular mi miedo. La cena ha sido tranquila, pero la inquietud nunca me abandona. Cada vez que estoy con él, siento cómo la opresión en mi pecho aumenta.

Llegamos a casa y el silencio entre nosotros es ensordecedor. Me dirijo al baño a cambiarme, ignorando por completo mi cuerpo, ya que ni siquiera quiero mirarme al espejo cuando me posiciono delante de él. La luz del baño es tenue, pero suficiente para revelar el reflejo de una mujer que apenas reconozco.

Mientras me desmaquillo, noto cómo Javier se posiciona detrás de mí. Mi corazón se acelera y cierro los ojos, completamente ofuscada por el miedo.

—No me apetece, Javier —digo con un hilo de voz, esperando que esta vez me escuche.

Pero Javier sigue acariciándome suavemente, dejando besos por mi cuello. Su toque, que alguna vez fue tierno, ahora solo me llena de repulsión y temor.

—Javier, no quiero hacer nada —repito, intentando mantener la calma.

Javier levanta la cabeza y me mira a través del espejo, su rostro transformándose en una máscara de cabreo. Siento cómo su mano se enreda en mi melena rubia, tirando de ella bruscamente. Me gira la cara para tenerme de frente y sus ojos, llenos de rabia, me atraviesan.

—¿Es que me tienes asco? —escupe, su voz cargada de veneno—. Nunca quieres tocarme.

Siento una oleada de valentía, probablemente motivada por el miedo y la desesperación.

—No te quiero, Javier. Eres un lobo con piel de cordero. Nos has engañado a todos —digo, mi voz temblando pero firme.

Javier aúlla divertido ante mis palabras, su risa resonando en mis oídos como un eco siniestro. Me besa fuertemente, sus labios presionando contra los míos con una violencia que me asusta. Intento quitarme, pero él sigue agarrándome fuerte del pelo, impidiéndome moverme.

—Déjame, Javier —suplico, mis palabras ahogadas por el miedo.

—Eres una inútil, una maldita desagradecida —murmura entre dientes, mientras su mano libre empieza a deslizarse por mi cuerpo.

En un momento de debilidad, logro escabullirme y corro hacia la cocina, mi mente solo enfocada en encontrar algo para defenderme. Veo un cuchillo sobre la encimera y lo agarro con manos temblorosas, pero Javier me alcanza rápidamente.

Comienza un forcejeo entre nosotros, el cuchillo cae al suelo y sus manos encuentran mi cuello. Siento cómo me falta el aire mientras me aprieta con fuerza. Su rostro está desfigurado por la ira, y en sus ojos veo una oscuridad que me aterra.

—¿Crees que puedes desafiarme? —grita, su voz resonando en mis oídos mientras me lanza contra la pared.

Siento un dolor agudo en la espalda y el aire se me escapa de los pulmones. Javier me agarra del cuello y empieza a pegarme puñetazos en la barriga, cada golpe llenándome de un dolor insoportable. Intento gritar, pero el aire apenas logra escapar de mi garganta.

—Eres una puta, ¿el futbolista te lo hacia mejor? —Su voz está cargada de odio.

La cocina comienza a dar vueltas y mi visión se nubla. Intento luchar, pero mis fuerzas me abandonan. Sus manos se deslizan por mi cuerpo, apretando y arañando, mientras las lágrimas resbalan por mis mejillas.

La chica de las flores  [Pedri Gonzalez] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora