Capítulo 01

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Nueva Orleans, Lousiana.
18 de septiembre, 2014.


—¿Sabes Cooheart? Hay una delgada línea entre ser importante para mí y estar muerto para mí. Y en este momento la estás pisoteando—. De pie en el pasillo, al lado de una pila de cajas, Cooheart Pongsapak se rio del tono hosco de su primo.

—Eso está bien, Winny Pooh. Solo recuerda que con nuestra sangre cajún romaní, incluso si estoy muerto para ti, en este o en el otro reino, todavía serás capaz de escucharme. Voy a perseguirte para siempre—. Pooh Krittin se encogió ante su apodo de la infancia que siempre lo había hecho sentir como un pomerano parlanchín. Normalmente, corregía el comportamiento de Cooheart pero en este momento estaba demasiado cansado y enfermo para molestarlo.

—Mira, en este momento lo único que quiero convocar es un viaje a Baskin Robbins. Así que a menos que tengas un kilo de esa delicia cremosa en tu bolso, deja de hablar y empieza a conducir—. Pooh tiró suavemente de Cooheart hacia la puerta e ignoró los cascabeles que tintineaban en el dobladillo de la falda púrpura y plateada de gitana que Cooheart tenía puesta. Como adivino autoproclamado, su primo creía en toda la rareza de su herencia gitana.

Pooh hizo una pausa mientras recorría a Cooheart con la mirada, desde su cabello castaño, rizado, su blusa blanca campesina, y, un enorme collar de luna, hasta sus sandalias Birkenstock.

Pensándolo mejor, Cooheart no solo lo creía, se revolcaba en ese mal estereotipo como un cerdito feliz en un charco de lodo.

Cooheart resopló.

—Ahogar tus problemas en un sorbete de Rock'n Pop Swirl no va a resolver nada.

—Olvídate del sorbete. Este día es para un pastel de queso y fresa con chocolate líquido... triple ración. ¡Ya vamos!

—Y te odiaras a ti mismo en la mañana.

—Me odio a mí mismo en este momento. Al menos déjame odiar mi vida con un recuerdo felizmente delicioso, felicidad congelada en mi estómago abultado.

—Bien—, Cooheart se quejó. —Incluso pagaré por ello.

—Por supuesto que sí—. Pooh sacó su bolso colgante hecho jirones, por encima del hombro. —Estoy en bancarrota—. Cooheart volvió a resoplar mientras buscaba el llavero mullido en su bolso hippie de mimbre.

—Estás mal de la cabeza, ¿verdad?

—Estoy genéticamente vinculado a tu árbol familiar. Por supuesto que estoy mal de la cabeza, nunca estaré bien.

Pooh vislumbró por la ventana las cajas que había usado para empacar e hizo una mueca. Si la mala racha que había sufrido durante toda su vida no cambiaba pronto, estaría en la calle y se vería obligado a enviar a sus queridos perros a un refugio.

O peor aún, a su hermano mayor.

¿Cómo había llegado a esto? Se suponía que su vida sería diferente. Nunca había sido irresponsable. Mientras que otros chicos se iban a tomar y de fiesta, él se quedaba en casa estudiando. Se había graduado con honores. Había escatimado y ahorrado, para perder todo en honorarios legales cuando se había divorciado de su marido por negarse a trabajar. La razón había sido que si Barry Riggio estaba trabajando, no tendría tiempo de meter a otras personas en su cama, ¡mientras que Pooh se esclavizaba con dos empleos para mantenerlos a ambos!

Jamás volveré a confiar en otro hombre.

Y si eso no fuera suficiente malo, la reestructuración corporativa le había costado su trabajo matutino, y había perdido su trabajo nocturno seis semanas después de que la fábrica se hubiera quemado por una extraña falla eléctrica.

˗ˏˋ 25 PavelPoohˎˊ˗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora