Legolas cabalgaba en su caballo rumbo a Rivendell, sería un viaje largo pero rápido ya que tardarían dos días en llegar para el concilio, Moundliz estaba sentada detrás de él, sosteniéndose de las caderas del caballo pues ella era algo tímida y no se atrevía a agarrarlo como sostén.
Al lado de ellos se encontraba otro elfo, un guardia del bosque oscuro que los escoltaría hasta su destino.
-Mi señor Legolas, me adelantaré unos pasos para verificar si el camino está despejado.
-Entiendo, ve con cuidado Viktor.
Viktor toma velocidad con su caballo y desaparece un poco de la vista de los dos elfos, dejando un largo silencio bastante incómodo entre ellos, silencio que Legolas decidió romper primero.
-Así que... ¿Vives en Rivendell? ¿Naciste ahí, verdad?
-Vivo en Rivendell, pero el lugar donde nací es algo confuso, Lord Elrond me crió como una de sus hijas, así que supongo que si.
-Hm, disculpa mi atrevimiento pero ¿cuántos años tienes? Te ves demasiado joven
-Tengo 1500 años cumplidos, mi señor
-Por favor, evitemos las palabras así, sólo dime Legolas. Somos de la misma edad
-¿E-eres de mi edad? Vaya, con todo el respeto... Tú también te ves demasiado joven mi señ- Legolas.
-Ja, lo sé, es curioso que compartamos la edad, presiento que nos entenderemos bien (sonríe levemente)
-Legolas... ¿Puedo preguntarte algo?
-Claro, ¿qué te perturba mi lady?
-El rey, Thranduil, ¿cómo es que sabe de mí?
Legolas se queda unos instantes en silencio y toma aire para responderle de la forma más calmada posible.
-Mi padre ha oído rumores, rumores y leyendas que provienen de las afueras del Bosque Negro, muchos orcos han estado murmurando acerca de una hermosa doncella con el don de curar y revivir, esos rumores llegaron ante los oídos de mi padre. Tal vez no lo sepas, pero los rumores corren más rápido que el mismo mar.
-Esto ha sido mi culpa, si no hubiese salido a las afueras de Rivendell, no me habría expuesto de esa forma ante el mundo. Ahora todos saben de mi existencia y vendrán por mi. Ada tenía razón, los peligros del mundo exterior son aterradores para una niña como yo.
-No te desanimes, mi señora. Cuando lleguemos a Rivendell me aseguraré de que Lord Elrond no te castigue.
-¿H-harías eso por mi? Te lo agradezco Legolas
Legolas a propósito haría galopar al caballo para que Moundliz perdiera el equilibrio y lo abrazara por la cintura, la albina estaba sonrojada por su acto pero decidió no quitar las manos de ahí y lo sujetó con más fuerza, dándole un leve escalofrío al rubio.
La noche había caído, ellos seguían galopando sin descanso, pues no se sentían cansados, pero Moundliz sí, y por las noches debía descansar para recargar su poder. No se sabe en qué momento ella se quedó dormida apoyando la cabeza en el hombro izquierdo del elfo, pero el agarre que ella tenía en su cintura no había cesado nunca, y eso no le desagradaba a Legolas, le agradaba esa sensación aunque se sentía algo incómodo y tímido.Pasaron dos días y al fin habían llegado a Rivendell, grandes cascadas de agua limpia, grandes construcciones al rededor y pájaros volando era lo que más resaltaba del lugar, Legolas con un suave empujoncito despierta a Moundliz y ésta algo sobresaltada se bajaría del caballo.
-Vaya... Mi hogar, hemos llegado tan rápido
-Así es mi señora, te la haz pasado el resto del viaje durmiendo, y no te culpo, te veías muy cansada (diría con una sonrisa bajándose del caballo)
-¿Qué le diré a Ada ahora? (Lo mira preocupada)
-Tranquila, me ocuparé yo de eso, ahora ¿me acompañas?
Legolas se acerca a la joven y le extiende su brazo, ella comprende el gesto que quiere hacer y lo acepta, enredando su brazo con el de él para así caminar juntos hacia los jardines antes de ir con Lord Elrond.
-¿Qué te preocupa mi señora? La veo algo distraída
-¿Hm? Oh, si... Sólo estoy algo pensativa, nunca había salido de casa y los peligros a los que estuve me aterraron en verdad
-Aquí estarás más que a salvo, no debes preocuparte
-Tienes razón Legolas... Oh por cierto, me puedes decir Moundliz, que me digas "mi señora" todo el tiempo es algo abrumador para mi
-Claro, eso haré Moundliz, lo prometo.
Siguieron caminando hasta que oyen el sonido de una pequeña trompeta, señal de que el concilio estaba por comenzar, Moundliz guía a Legolas tomada de su brazo hasta aquel lugar en donde se reunirían, se sentía muy nerviosa pues su padre estaría presente y seguro la regañaría por desaparecer dos días sin avisar.
Cuando llegaron a la zona de la reunión ya habían varias personas, entre ellos enanos, humanos y un pequeño hobbit, Legolas toma asiento y Moundliz se para atrás de él junto a su guardia, los nervios la estaban carcomiendo por dentro.
Lord Elrond había llegado junto con Gandalf, ambos se quedadon en shock cuando vieron a Moundliz parada entre medio de sus invitados, Elrond soltó un suspiro frustado intentando contenerse, no era buen momento para regañar a su hija, había un asunto más importante que atender ahora.
-Los he citado hoy a este concilio a todos ustedes porque esto nos incumbe a todas las razas, hombres, enanos, elfos, todos perecerán ante el mal que nos acecha, y por eso debemos ponerle fin. Frodo, pon el anillo en el centro.
Aquel pequeño hobbit que se encontraba sentado, se levanta algo temeroso y tras dudarlo un poco, deja un anillo dorado sobre una mesa y se vuelve a sentar.
-Así que es cierto... (diría un hombre de cabello castaño)
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🌙 Hija de la Luna (Legolas x OC)
Fantasy"-Aún en la noche más oscura, tan sólo verte unos segundos, sabré que hay una luz a la cual puedo aferrarme". "-Sabes que no puedo ser esa luz a la que tanto anhelas, deberás aferrarte a otra cosa" "-No intentes convencerme, mi corazón es tan duro...