—¡Espíritus malditos, guardianes de las sombras! Hemos venido a reclamar el poder que os fue otorgado. Revelad vuestros rostros abominables y mostrad vuestra ira ancestral ante nosotros – Grite frente a la barrera
Al pronunciar estas palabras cargadas de oscuridad, el aire se llenó de un silencio sepulcral. Los sonidos del bosque parecieron apagarse, como si toda la naturaleza contuviera el aliento.
De pronto, una brisa helada sopló a su alrededor, y las sombras comenzaron a retorcerse y alargarse. Fue entonces cuando las gárgolas hicieron su aparición, emergiendo de las tinieblas como si fueran parte de ellas. Sus cuerpos tallados en piedra negra y erosionada se alzaron imponentes, con ojos brillando con una luz malévola. Las alas que desplegaron parecían estar hechas de la misma oscuridad que las rodeaba, y sus garras afiladas reflejaban un ansia de destrucción.
—¡Lobo insolente! ¿Cómo osáis profanar nuestro sagrado dominio? – vociferó una de las gárgolas, con una voz que parecía provenir de las mismas profundidades de la tierra.
—No vengo a dañarlas ni tampoco a invadir su terreno, solo quiero hacer un trato con ustedes ya que necesito sus servicios – dije serio
—¿Crees que no sabemos quién eres? –una de las gárgolas me fulmino con la mirada –Eres el hijo de Asthon Defarius, conocemos a tu padre, trabajamos mucho con él hasta que tu naciste y nos olvidó aquí – se quejó con rencor
—Entonces se alegrarán de saber que vengo bajo órdenes de el – dije irritado –Necesitamos asustar a la alfa de la manada Darkmoon – expliqué con rencor
—Esa es la pelirroja, nos interesa, cuando su reinado inicio nos dejó en la peor parte del bosque y se olvidó de nosotros, pero ¿Qué nos ofreces tu como sacrificio por nuestros servicios? – Las gárgolas se muestran intrigadas, inclinándose ligeramente hacia él.
Tristán aprieta los puños, su rostro contorsionado por una mezcla de ira y dolor. Las gárgolas lo observan con ojos impasibles, esperando la oferta que está a punto de hacer.
—Poderosas criaturas, hace años, la mujer que me dio a luz me rechazó, negándose a aceptarme como su hijo – dice el chico con su voz cargada de amargura – Ese rechazo fue como un puñal en mi corazón, y aún hoy siento el peso de esa traición
Una de las gárgolas hace un gesto con su garra, indicándole que continúe.
—Pues bien, os ofrezco ese rechazo, esa herida abierta en mi alma, como un sacrificio digno de vuestro poder – declara el chico, su mirada desafiante – Que mi dolor y mi rabia alimenten vuestra fuerza para que me permitáis usar sus poderes a mi favor
Las gárgolas intercambian miradas, complacidas por la oferta del chico. Una de ellas se acerca a él, sus ojos brillando con una luz oscura.
—Aceptamos tu sacrificio, lobo – dice la criatura con una voz grave – Que tu rechazo y tu ira se conviertan en combustible para nuestro poder. Ahora eres digno de usar nuestros dones malignos
El chico siente un escalofrío al oír esas palabras, pero mantiene la compostura. Ha pagado un precio alto, pero ahora puede continuar su camino sin temor a las criaturas de piedra. observa cómo las gárgolas se alejan, sintiéndose abrumado por el sacrificio que acaba de hacer. Sin embargo, sabe que debe ir más allá si quiere asegurar el éxito de su misión. Reúne el valor y se dirige de nuevo hacia las imponentes criaturas.
—Poderosos guardianes – dice con tono respetuoso pero firme – hay algo más que les pido a cambio de mi paso seguro por vuestras tierras."
Las gárgolas se detienen y se giran hacia él, sus ojos brillando con curiosidad.
—La mujer pelirroja tiene una cabaña en lo profundo del bosque – continúo – Les ordeno que la incendien y la destruyan, para que mi venganza sea completa.
Una de las gárgolas suelta una risa grave y escalofriante.
—Veo que tu corazón alberga un gran rencor, igual como tu padre – dice la criatura – Tu ofrecimiento anterior nos complace, y estamos dispuestos a concederte este nuevo deseo.
Otra de las gárgolas extiende sus alas, preparándose para emprender el vuelo.
—Iremos a la cabaña en el bosque y la reduciremos a cenizas – declara – Que tu ira y tu sed de venganza sean satisfechas."
El chico siente una mezcla de satisfacción y culpa al oír esas palabras. Sabe que está cruzando una línea al pedir la destrucción de la morada de la mujer que está destinada a ser su pareja, pero su necesidad de destruirla parece ser más fuerte.
Las gárgolas emprenden el vuelo, desapareciendo entre las sombras del bosque, rumbo a la cabaña. El chico se queda solo, consciente de que ha llegado demasiado lejos, pero incapaz de detenerse.
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La Reina de las Tinieblas
FantasíaTal vez no todo es como creemos y blue maxwell lo sabe mejor que nadie, está es su historia ¿Quieres conocer como se dió cuenta de todo el caos?