32. Una casa para las mágicas

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Después de todo lo que escuchamos en la casa de cordelia en la mañana las tías estaban un poco tensas cordelia ya no necesitaba familiar Pues que es como una mascota y ella tenía que limpiarse con un jugo verde revuelto de varias especies y menjurjes que había hecho la tía.
El desayuno estaba delicioso y el primo no dejaba de mirarme, el tipo como que había llegado tarde la repartición de disimular porque no me quitaba los encima.

—Mark puedes disimular un poco, la chica obviamente se está dando cuenta que la estás mirando —pronuncio la tía.

—Ah si perdón, ya voy a dejar de hacerlo, es que aunque sea humana no puedo negar que tiene una belleza cautivadora—pronuncio el muchacho.

Nunca en mi vida me habían halagado de esa manera o decir que tenía una belleza cautivadora era la primera vez que escuchaba algo así sentía como el calor se apoderaba de mi cara.
Tenía que mirar para otro lado porque la vergüenza era demasiada.

—ayyy, a poco te gusto lo que dijo —mencionó Mildred intentando molestar la existencia.

—Ay! shh cállate —pronuncié con la cara a un peor de roja.

—Ay si le gusto —mencionó ella haciéndome bullying.

No deje de darle codazos hasta que terminamos de desayunar Mildred y yo en ese momento nos estábamos tratando como si fuéramos hermanas, era muy chistoso.
Salimos a la carretera del lugar para poder agarrar transporte para volver a Medellín sin saber que los padres allá habían convocado una asamblea para hablar acerca del problema de haber metido a las chicas en la casa.
Estaban reunidos en las afueras del barrio discutiendo acerca de dónde habían salido todo ese montón de chicas.
Mildred y yo nos miramos sin saber qué hacer, sin que se dieran cuenta escuchamos todo.

—Necesitamos una solución a ese problema —agrego una mujer parecida a Samantha.

No me había dado cuenta que entre esa discusión también estaba mi mamá y mi abuela que al parecer no se estaban aguantando la amiga que había acogido en mi casa.

—¿Y ahora que vamos hacer? —dije mientras pensaba en algo.

—No pues los que pienso en este momento es que vamos a tener que hacer una casa aparte para ellas —sugirió Mildred sin darse cuenta de la idea tan buena que había tenido.

—Mildred eres una genio —le dije mientras la abrazaba.

—Se estan acabando la comidas, ya no nos alcanza para pagar los arriendos —exclamó una señora.

No sabíamos que tarde o temprano esa situación se nos iba a salir de las manos y los padres también se iban de tener que estar viviendo con personas que no conocen, que no saben de dónde son, que no saben qué son.
Nos reunimos con las demás para poder hablar sobre el problema también.

—Muchachas nuestros papas estaba hartos —expreso June con una mano en la cabeza.

—Crees que no me di cuenta, convocaron una junta de acción comunal solo para hablar de eso, con agentes del estado —exclame mientras pensaba —mildred tuvo una idea en ese momento.

Ella me miró sin saber absolutamente qué decir, porque ya se le había olvidado lo que dijo en ese momento.
Estaba esperando a que ella dijera lo de la casa pero me estaba mirando raro.

—Diles —dije mientras la animaba.

—Se me olvidó —me informo, eso me había decepcionado.

—¿y cuál era la idea? —preguntó kurenai.

—Es que ella había dicho que para hacerle una casa a la chicas —explique.

—Ay si —recordó después de yo haber hablado —Ya me acordé, dijo que porque no le hacíamos una casa a las muchachas.

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