La primer pelea

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(Contenido un poco explícito)

James no dijo nada. No hizo falta.
El ruido de la reja cerrándose con fuerza le dio la respuesta que buscaba. Podía escuchar sus pasos fuertes acercándose por el pasillo hacia la ducha. La vergüenza la invadió. Le dio cosa esperarlo desnuda de frente a la puerta, así que clavó la vista en la pared que tenía adelante, apenas a unos centímetros de su rostro. El sonido del agua haciendo eco de los pies descalzos de James no tardó en hacerse presente. Respiró entrecortado mientras el agua caliente caía sobre su cuerpo. Sentía la presencia del colombiano cada vez más cerca. Unas manos grandes se apoyaron en cada lado de sus caderas y la respiración pesada de James llegó a sus oídos. Pudo sentir su aliento cálido en el cuello antes de que sus labios choquen contra su piel. Las manos de James se arrastraron por su torso, agarrándole las tetas con firmeza. Se pegó a ella notablemente excitado, y a pesar de que la diferencia de altura no ayudaba mucho en ese momento, sintió su miembro haciéndole presión en los glúteos. Sin poder esperar más, se dio la vuelta para verlo.
El agua seguía cayendo sobre ellos, creando un ambiente íntimo, casi irreal en la crudeza del penal. Ninguno de los dos dijo nada. No podían. James la recorrió con la vista respirando cada vez con más pesadez. Emilia hizo lo mismo.
Las emociones que antes le causaba James al verla, al besarla o simplemente pasar a su lado, estaban totalmente justificadas. La morocha afirmaría ante Dios que jamás un tipo la había calentado tanto de sólo mirarla como el colombiano en ese momento.
Estiró sus manos hacia él, recorriendo sus hombros anchos y su pecho fornido. Hubiese vendido su alma por pasar su primera vez con James en una cama con tiempo de sobra para recorrer todo ese cuerpo con los labios, pero no era el caso y no podían reprimirse más.
James parecía estar esperando que ella ponga primera para avanzar, y así lo hizo. Lo agarró del cuello con ambas manos, atrayéndolo hacia ella con fuerza. James, con la misma intensidad, la tomó de la cintura pegándola a su cuerpo e inclinándose a besarla con desesperación. Sus lenguas se entremezclaron en su boca. Le mordió los labios provocándole un dolor que pareció calentarlo todavía más.
El colombiano gimió, agarrándola violentamente de los muslos para levantarla y reventarle la espalda contra la pared de cemento. Emilia lo rodeó con las piernas, afirmándose sobre él. Sin dejar de besarse, la punta del pene de James se posicionaba en su vulva y sin perder más tiempo, haciéndola gritar, la penetró con mucha fuerza.
- Está toda mojadita -gruñó sobre sus labios con la voz completamente tomada por la lujuria.

James seguía dándole, refregándose contra ella mientras lo hacía, rozando con cada embestida la pelvis con el clítoris de Emilia. La hacía temblar de placer. La morocha tiró la cabeza hacia atrás, chocándose contra la pared, dejando el espacio libre de su cuello para los labios de James. Lo agarró del pelo, tirándoselo con fuerza mientras se sumía al placer absoluto que el colombiano le estaba proporcionando.

- ¿Le gusta? ¿Le gusta que me la coja así? -preguntó entrecortadamente él.

Emilia respondió con un lloriqueo. No podía hablar, no quería hablar. Únicamente quería concentrarse en cómo se estaba sintiendo y cómo muy rápidamente estaba por acabar por la estimulación que este hombre le estaba dando en el clítoris mientras entraba y salía de ella. Volvió a besarlo sin dejarlo hablar, aunque no iba a negar que su acento la hacía llegar al cielo más rápido. Deslizó las manos del pelo de James hasta su cuello, clavándole las uñas con fuerza.

El agua seguía cayendo y su sonido se entremezclaba con los gemidos que colmaban el ambiente. Por un momento, Emilia y James se olvidaron de todo lo que estaba rodeándolos por fuera de esas paredes. No había tiempo, no había presos, no había guardias. Eran solamente ellos dos, disfrutándose con mucha pasión.

Emilia se dejó caer completamente en James. Su cuerpo se relajó mucho y ya ni siquiera podía hacer la suficiente fuerza con las piernas como para mantenerse anclada en las caderas del colombiano. Cerró los ojos y soltó un largo suspiro mientras él, notando esto, la tomaba con más fuerza de los muslos y se empujaba dentro de ella todavía más fuerte y más rápido. De un momento a otro, James se salió bruscamente para acabar.

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