El laboratorio de Einstein

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Emilia caminaba al lado de Moco. Diosito estaba dándole un San Onofre's tour, y el primer destino era la cocina. Y no cualquier cocina.

- Bienvenido' al laboratorio de Einstein -habló Dios al ingresar al lugar.

Varias personas estaban trabajando, otras supervisando. Entre ellas, el colombiano, quien se fumaba un porro tranquilamente al lado del famoso femicida Juan Carlos Rodríguez. Emilia no se sorprendió mucho al verlo, sabía que estaba en este penal, aunque no que cumplía un rol tan importante para ciertos reclusos. El encargado de la cocaína y metanfetamina de la cárcel.

- Este' e' Tubito, un maestro importante cocinando falopa -presentó el rubio teñido.

El hombre mayor la observó muy atentamente y con los ojos bien abiertos. Se quedó paralizado durante largos segundos que parecieron eternos con dos tubos de ensayo en la mano. Algo que hizo sentir bastante incómoda a Emilia.

- ¿Ésta no es una cocina de meta? -preguntó Cristian.

- Sí, y también rebajamos cocaína -respondió uno de los reclusos que se encargaba del trabajo.

- ¿Cómo sabé' vo' eso?

- Por las pilas -le dijo Emilia viendo como el colombiano se levantaba de su sitio y caminaba más cerca de ella, mirando a Tubito con cara de pocos amigos.

- ¿Por qué por la' pila'? -preguntó Diosito mirando a la piba y al colombiano.

- Usan el litio de las pilas para el ácido que se usa en la preparación de la meta -respondió Moco mirándolos a los dos.

Tubito, Dios y Cristian seguían en la conversación, pero Emilia desvió la vista hacia su costado. El colombiano estaba ahí y ahora la miraba directamente a ella. Sonrió de costado y pasó a su lado caminando hacia la puerta. Emilia lo siguió con la vista girando la cabeza y lo vio darse vuelta nuevamente para mirarla.

- Esta noche vamos a cenar a la carta... ¿se viene con nosotros, reinita?

Pero antes de poder contestar algo, Diosito le tocó el brazo sacudiéndola un poco.

- Eh, Emi, ¡Emi! ¿Cómo sabé' vo'?

Emilia no entendía de qué le estaba hablando. Dios seguía con la mano en su brazo, pero no le molestó tanto así que ni se dio cuenta que seguí ahí. Le dio una sensación de calor agradable.

- Está hablando de las pilas -le explicó Tubito volviendo su atención a ella-. ¿También fuiste a un buen colegio?

- Nah, no es la primera que veo una cocina de éstas -respondió ella restándole importancia a la sensación horrible que le causaba ese tipo.

Emilia había estado en varias cocinas como "escenas del crimen" peritando el lugar. Había ayudado a desmantelar varias. No sabía qué tan malo podía ser que se enteren de algo así ahí adentro. A pesar de que Diosito y Mario la habían tratado bastante bien en sus pocas horas en San Onofre, sabía que todo era debido al arreglo que tenían con Antín. Tenía miedo de lo que podía llegar a pasar si la comparaban con los ratis.

- Yo a éste lo conozco de la tele. Mi mamá dice que es un femicida -dijo Cristian a Emilia y Diosito bajando el tono de voz. Diosito y Emilia se miraron sorprendidos antes de volver a mirar a Moco. No podía ser más boludo el pibe.


Antes de terminar de conocer los lugares que a Diosito le parecían importantes de la cárcel, se dirigieron al comedor a desayunar. Era bastante tarde y Emilia se estaba muriendo de hambre. El comedor no era algo muy distinto a lo que se imaginaba. Varias mesas largas enfrentadas, una barra donde se recibían los alimentos y muchos internos dispersos por ahí.

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