La cama rechinando

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Las manos de James vagaban libremente por su cuerpo, su respiración se agitaba gracias a la boca del colombiano que parecía comérsela. No pasó mucho tiempo hasta sentir como, con una fuerza abrumadora, Colombia se subía sobre ella. Emilia envolvió la cintura de James con sus piernas, apretándolo más cerca de ella. Podía sentir lo caliente que estaba él mientras se frotaba evidentemente excitado contra ella y abandonaba sus labios para enterrar la cara en su cuello. La morocha tiró la cabeza todo lo que la almohada le permitió, sintiendo los dientes de James presionándose en su piel. Se estaba calentando mucho más de lo que iba a poder soportar si esto iba a terminar acá. Entonces, el ronquido de algún otro preso la trajo de vuelta a la realidad. Todos estaban ahí. Dormidos. Pero a pesar de eso estaban ahí.

- Pará... -le dijo a James llevando las manos hasta sus hombros para empujarlo un poco.

James se levantó de su cuello, mirándola con los ojos entrecerrados y completamente cargados en deseo.

- Está todo el mundo acá -le susurró ella.

El colombiano le respondió con una risita, mientras volvía a hundir la cara en el cuello de Emilia, pasándole la lengua y mordisqueándole la pie. Emi sintió que se desvanecía ante James, era como si una nebulosa le invadiera la cabeza dejándole ver sólo a él. Tenía la respiración pesada y estaba costándole mantenerse en silencio mientras sentía cómo el colombiano seguía empujándose entre sus piernas y besándole el cuello.

No estaba segura de qué hacer. Definitivamente, no tenía ganas de que el resto de la banda la vea en esa situación, principalmente porque eran todos unos pajeros. Pero las palabras que Mario le había dicho aquella noche seguían en su mente. No le iba a causar mucha gracia si, después de advertirle que no se meta así con James, se despierte porque los escuchaba coger esa misma noche.

- Esperá, James -le volvió a decir un poco insegura sobre si cortar el momento o seguir disfrutando de tenerlo a él encima. Colombia se enderezó un poco para volver a mirarla, bastante apurado por seguir con lo que estaba haciendo-. Si Mario se despierta va a ser un quilombo, hoy me dijo esto ya.

Él se mostró un poco más serio al escuchar nombrar a Borges.

- ¿Qué pasó con Mario o qué? -preguntó todavía con la voz ronca tomada por la calentura, lo que estaba haciendo más difícil para Emilia negarse.

- No quiere que te distraiga -murmuró Emi levantando un poco la cabeza para besarlo nuevamente. Sentía que la boca de James la llamaba.

- No me importa -respondió él en voz baja volviendo a acostarse sobre ella. Bajó una de sus manos recorriendo su cuerpo por encima de la ropa, con suavidad la metió adentro de los pantalones deportivos de ella, acariciándola por encima de la tanga que tenía puesta-. Además...miré cómo está...toda mojadita para mí.

Emilia decidió en ese momento que si a James no le importaba, a ella tampoco. Era demasiado tener que aguantarse las ganas con ese hombre. La morocha le sacó la mano de su pantalón y con un poco de esfuerzo de dio la vuelta poniéndose boca a bajo, con James todavía sobre ella. Podía sentir la erección del colombiano chocándole el culo con dureza. Los pantalones no le duraron mucho puestos, ya que el colombiano se los arrancó bajándoselos hasta las rodillas.

- ¿Quiere que me la coja, reinita? -escuchó susurrar a James en su oído, mientras sentía como le tocaba la piel acercándose hasta la entrada de la vagina con la punta de su miembro completamente erecto-. Dígamelo.

Emilia arqueó la espalda, levantando más el culo en dirección al colombiano, tanto como podía con su peso encima. No dijo nada, no quería seguir hablando. A pesar de que estaban susurrando, James iba a despertar a alguien hablando antes de que se la pueda poner.

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