Capítulo X

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POV MAX

En cuanto el ascensor se cierra, tiro a Sergio hacia mí y su cuerpo se moldea con el mío, mis labios alcanzan su cuello y él gime, he echado de menos esos sonidos.

Busco sus labios y nos besamos vorazmente, acariciándonos con las manos, el ascensor suena y nos separamos. El ascensor se detiene en el salón y, en cuanto salimos, Sergio me rodea el cuello con sus manos y se pega contra mi cuerpo. Aunque es tentador tomarlo en cualquier lado, lo quiero en mi cama.

Lo agarro del culo y lo levanto. Me rodea la cintura con sus piernas y me besa el cuello mientras lo llevo a la habitación principal.

He soñado con tenerte en mi cama —le digo mientras lo desvisto. Se desabrocha el pantalon y le bajo los boxers. Lo hacemos como si tuviéramos prisa. Me acaricia el vientre mientras me quito la ropa que me queda. Me bajo los calzoncillos y mi polla dura se libera.

Quiero comértela. Cualquier gota de sangre que me quedaba en la cabeza baja hasta mi polla. Gruño entre dientes al oír sus palabras. Sergio no espera una respuesta. Me toma de la mano y me lleva hasta la cama. Me tumbo y observo cómo se sube encima de mí y me agarra la polla con las manos... Empieza a masturbarme, arriba y abajo, se agacha y roza sus labios húmedos contra mi polla. Gruño y hago todo lo posible por mantenerme quieto. Juguetea con la lengua por la punta y lame un poco del líquido preseminal.

No pares. Él me sonríe. —Ni en broma, me lo estoy pasando muy bien. Trata mi polla cuando si fuera una nueva especie que acaba de descubrir. Juega con la lengua, intenta metérsela toda en la boca, pero fracasa. Y yo mientras, siento que me ahogo. No sé cuánto tiempo más podré aguantar. Antes de que pueda decir nada, para con la boca, pero no quita la mano de la base. Se sienta a horcajadas encima de mí y se echa el pelo hacia atrás en un movimiento muy sensual. —Eres precioso —le digo.

Recorro con mis manos sus costillas hasta llegar a sus pectorales... Los acaricio y juego con sus pezones. Sergio se levanta un poco para guiar mi polla hasta su entrada, me quedo paralizado mientras lo observo bajar y mi polla desaparece en su humedad, él gime y echa la cabeza hacia atrás. Me encanta este Sergio. Él que acepta su sensualidad y no huye de ella.

Coloca las manos en mi vientre y lo utiliza como apoyo para montarme. Su estrechez exprime bien mi polla cuando bota. Recorro con mis manos la suavidad de sus muslos. Noto que está cansado y me siento, coloco una mano sobre su cintura y cambiamos de posición a el tumbado sobre su vientre. Mi polla se sale y el murmura en señal de protesta. Hace que me ría.

¿Eso es lo que quieres? —le pregunto mientras juego con su entrada con la cabeza de mi polla. Acaricio su hendidura y Sergio hace sonidos exigentes. —Por favor, Max —dice el. No puedo resistirme cuando me suplica y embisto fuerte. —Me pones tanto en esta postura. —Esta vez, no tengo cuidado con mis embestidas. Sé que Sergio puede soportarlo. —Sí, Max, me gusta así —dice Sergio. Lo follo con una urgencia que nunca he sentido antes. Sus gritos y gemidos me dicen que lo quiere así. Follarme a Sergio es una nueva experiencia para mí. Nunca he tenido a un hombre cuyo lado salvaje lo hace completamente desinhibido. Sabe lo que quiere y cómo lo quiere. Ralentizo mis embestidas y estiro el brazo para tocar su pene, él gime cuando toco su zona más sensible. Saco mi polla, acaricio con ella su entrada y se la vuelvo a meter. Grita mi nombre y, segundos después, su cuerpo tiembla y su recto se aprieta. Mi corrida es intensa. Sostengo a Sergio y nos movemos al unísono hasta acabar desplomándonos en la cama. Lo abrazo de manera natural, como si lo lleváramos años haciendo.

Nos tapamos con el edredón, lo beso en los hombros y murmura un buenas noches, me despierto con la luz dándome en los ojos, los abro y maldigo en voz baja... No cerré las cortinas, pero entonces me doy cuenta del cuerpo que hay a mi lado, Sergio... Los acontecimientos de la tarde y la noche me vienen a la cabeza y me olvido del enfado.

Me giro y lo observo dormir, tiene la boca ligeramente entreabierta y su pelo está esparcido por toda la almohada, está medio tapado y mi mirada baja hasta el movimiento de su cadera.

Sin poder resistirme, me acerco más y bajo hasta ponerme a la altura de sus pezones, me llevo uno a la boca y lo succiono, él se remueve y gime en sueños, juego con el otro con el pulgar, se retuerce en la cama y abre los ojos.

Antes de poder decir nada, lo beso con ganas y sus manos rodean mi cuello, me encanta que haga eso siempre que lo beso, Sergio me rodea con sus manos.

Me puedo acostumbrar a ello, levanto su pierna izquierda y acerco mi polla a su entrada húmeda y lo follo mientras nos miramos, succiono sus pezones mientras embisto, nunca me ha gustado mucho el sexo mañanero pero Sergio ha cambiado todas mis reglas.

Estoy dispuesto a hacerlo mío en cualquier lado y cómo a el le plazca, llegamos al clímax, aferrándonos el uno al otro y, después, nos dormimos de nuevo.

Cuando vuelvo a despertarme, es porque alguien me está besando las pestañas. —Despierta, dormilón —dice Sergio—. Ya ha pasado medio día. Abro un ojo y me quedo mirándolo. —¿Eres real? Se ríe. —Despierta y lo averiguas. Estoy medio adormilado, sintiéndome como si hubiera pasado la noche en un concierto de heavy metal.

Sergio lleva puesto una de mis camisas blancas con dos de los botones de arriba desabrochados. —Espero que no te importe, te he robado una camisa —dice. —Te prefiero desnudo —le digo y echo el edredón a un lado para revelar mi polla erecta. —Eres insaciable —dice Sergio con los ojos puestos en mi polla—. He hecho el desayuno así que no, no voy a caer en la tentación. —Da un paso atrás como si mi polla fuera a morderlo.

Me río, no recuerdo la última vez que me reí por la mañana, paso al baño a refrescarme y miro a mi propio reflejo y dibujo una sonrisa tonta, Sergio está en la cocina y el desayuno en la isla de la cocina.

Hace un día precioso y la luz del sol se cuela en la cocina. —¿Podemos desayunar fuera en la terraza? —pregunta. —Claro, llevaré los platos —digo. Abro las puertas francesas y vuelvo a la isla para tomar los dos platos.

Sergio me sigue con dos tazas de café. Desde la mesa de la terraza se ve toda la ciudad. —Esto es el paraíso —dice Sergio—. Si viviera aquí, no saldría de casa. —La terraza de la habitación es mucho mejor —le digo a Sergio, consciente de que mis palabras se pueden malinterpretar, ese pensamiento me sorprende, nunca me ha importado lo que otro hombre pensase siempre que fuese sincero conmigo mismo. —¿Qué tiene de especial? Retiro una silla para Sergio y se sienta. Continúo hablando después de sentarme a su lado. —Tiene un jacuzzi. Se le abren los ojos. —Eso tengo que probarlo. —Tenemos. Nunca lo he usado. Nunca he traído a nadie aquí, pero me gustaría probarlo contigo.

Este tiempo con Sergio me ha abierto los ojos ante la posibilidad de que podría ser un adicto al trabajo, nunca he pasado un fin de semana entero en casa y aunque en Hyperion nadie trabaja los fines de semana, Carlos y yo solemos ir a la oficina los sábados.

La diferencia entre nosotros es que Carlos se larga a mediodía y yo me quedo hasta por la tarde o incluso hasta por la noche. —Después de desayunar —digo, y cojo uno de los platos con huevos revueltos perfectamente cocinados y unas tostadas de pan—. Huele muy bien. —Cojo un tenedor y comienzo a comer. —Gracias, aunque los huevos revueltos no requieren de mucha habilidad —dice Sergio riéndose. —Para mí, sí —bromeo—. Solo sé hacer huevos cocidos. Me mira sin creerme. —¿Y por qué tienes una cocina así si no sabes cocinar? —Yo no la pedí; venía con el apartamento y no les podía decir que la derribaran y pusieran una normalita. Sergio se ríe. —Ahí te doy la razón.

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No se pero este capitulo me gusto mucho <3

Hoy fue un turno muy pesado en el trabajo y realmente venia muy estresada pero poder subir el capitulo me hizo feliz

Entre 4 paredes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora