POV SERGIO
Esta semana apenas he pasado un par de horas con Max. Carlos y él han estado ocupados con la venta de la compañía de software. Por las noches también está ocupado con Daniel y Elly.
Me ha invitado unas cuantas veces a cenar con ellos, pero siento que estoy entrometiéndome. Termino el día, esperando que Max vuelva antes de irme.
Carlos y él están en la sala de conferencias de la segunda planta con unos cuantos abogados. Espero unos minutos y, cuando me doy cuenta de que no va a venir, pido un Uber.
Mi apartamento está vacío y no me gusta. Extraño a Max. Es estúpido, lo sé. Podía haber subido a ver a Pato, pero me ha escrito antes y está con un cliente.
Decido relajarme con una revista. Me pongo unos pantalones cortos y una camiseta de tirantes. Me siento en la gloria. Me desplomo en el sofá y me dispongo a leer la revista que me compré hace poco.
Últimamente solo miro revistas financieras para conocer más sobre el tema y que me sirva para Hyperion Limited. Es fascinante transcribir las grabaciones de las reuniones de Max. Sobre todo me gustan en las que solo están Carlos y él y cómo toman una decisión para invertir en una empresa.
También me aseguro de leer las notas que me envían y que cogen de las reuniones con nuevos emprendedores. He aprendido mucho en muy poco tiempo y he descubierto que me gusta este mundillo al leer las propuestas que llegan al correo de Max.
El telefonillo suena y me saca de mis pensamientos. Voy hasta la puerta y abro.
—Hola, cariño, soy yo.
Mi corazón se acelera y abro sin pensarlo. Cuando llega, me abraza inmediatamente.
—Qué bien verte —dice, haciéndome cosquillas en el cuello. Me rio.
—¿Qué haces aquí? —digo mientras sus manos me acarician toda la espalda hasta llegar a mi pecho.
—Si supiera que te vistes así cuando estás sola, te sorprendería todos los días —dice Max mientras sus manos se cuelan debajo de mi camiseta. Cuánto me alegro de verle. Le cojo la cara con las manos y le beso en los labios.
—Creo que tú también me has echado de menos —dice mientras sus pulgares juegan con mis pezones. Se ponen duros.
—Sí—digo con un suspiro.
Acaricio sus hombros. Me encanta sentir sus músculos bajo mis manos. Lo que empieza como petting pasa a más y, antes de darme cuenta, nos aferramos el uno al otro y rodeo la cintura de Max con mis piernas. Me lleva a la habitación. Hundo mis manos en su pelo.
Me deja en la cama, me sube la camiseta y toma posesión de mis pezones.
Es inesperado e increíblemente delicioso. Max y yo no hemos hecho el amor en toda la semana y, para nosotros, eso es toda una vida. Nos devoramos y, más pronto que tarde, le estoy suplicando que me tome.
—Te quiero ahora, Max —le digo, intentando apartarle de mis pezones—. Por favor.
Él baja más y, con sus dientes, me quita los pantalones cortos y con las manos el resto. Termino de quitármelos y separo las piernas. Max se baja de la cama y se desabrocha la camisa sin dejar de mirarme con esos ojazos azules.
Max me mira de tal forma que me siento el hombre más deseable que jamás ha conocido. Me siento empoderado cuando me mira con ganas en sus ojos. Como ahora. Salivo al ver su polla, dura y sobresaliente. Vuelve a la cama y se tumba bocarriba.
—Te quiero arriba —dice Max.
No hace falta que me lo pida dos veces. Me coloco a horcajadas y me ayudo con la mano para introducir su polla en mi entrada. Max me agarra de la cintura y me mueve arriba y abajo. Me gusta el sonido de sus gruñidos, que llenan el apartamento mezclado con los míos más suaves. El sonido de dos personas dándose placer.
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Entre 4 paredes.
FantasySergio huyo de una ciudad para no afrontar su dolor, que pasara ahóra que llegue a Nueva York y su vida cambie completamente. Adaptación de "En su despacho"