Capítulo XIII

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POV SERGIO

Se me dibuja una sonrisa cuando Max me sigue hasta la cocina donde me pongo a fregar las tazas de café, estoy listo para irme a tomar algo con Pato.

En un principio íbamos a ir a Nace, pero ayer cambiamos de idea y decidimos ir a una discoteca que Pato conoce para mover un poco el cuerpecillo.

Max y yo nos hemos vuelto inseparables; pasamos todo el día juntos en la oficina y luego nos tomamos algo en su casa y aunque disfruto mucho de su compañía y, por supuesto, del sexo, tengo muchas ganas de pasar una noche de chicos con Pato.

A este sitio al que vas —dice Michael—, ¿cómo se llamaba? —Pato dice que se llama Hawks. —Me conmueve y me divierte su inquietud. —Vale —responde, sin sonar muy emocionado.

Le doy un beso en la boca y sus brazos rodean mi cintura, tirándome hacia él. Me besa con frenesí y sus manos me suben el short dejando al descubierto mis muslos desnudos. me trata como si fuera de su propiedad y la verdad no me molesta, pero me recuerdo que no significa nada.

Es algo que hacen los hombres de manera natural, lo único que siente Max por mí es lujuria y está el bonus añadido de que ambos disfrutamos de la compañía del otro, Max se separa de mí con un gruñido.

Será mejor que te vayas o tendré que desnudarte y ponerte a cuatro en el suelo, me río.

Tienes talento para las palabras, Max. —Le beso en la boca y me voy despidiéndome con la mano, pido un Uber en el ascensor y, cuando salgo, el Uber ya me está esperando.

Entro y le digo al conductor el nombre de la discoteca, los últimos días han sido intensos y me recuerdan a las primeras semanas en que Lance y yo comenzamos a salir.

Llevo tiempo sin pensar en él, los recuerdos ya no me duelen, Pato tenía razón; lo que me hacía falta era un hombre sexi que sanase mi corazón, me rio disimuladamente y siento la mirada del conductor del Uber puesta en mí, seguramente crea que he perdido la cabeza, aunque seguramente él esté acostumbrado.

Hawks se encuentra en lo más alto del hotel Amarind y, cuando el ascensor abre sus puertas, me llega el sonido de música pop, sonrío al entrar, completamente alucinado con la decoración rosa y los camareros vestidos con unos conjuntos muy lindos, son las seis y la discoteca ya está casi llena. Veo a Pato sentado en un taburete junto a la barra hablando animadamente con el camarero.

Aquí estás —dice cuando me siento a su lado. Me presenta al camarero, un chico muy guapo y joven. Levanto una ceja mirando a Pato cuando se da media vuelta para servirme un vino. —¿No es un poco demasiado joven para ti? —susurro a Pato. —Lo sé —responde Pato, haciendo una mueca. Como siempre, me pregunta por Max y le cuento un poco, aunque omito algunos detalles.

Me siento a gusto mientras bebemos y hablamos, de vez en cuando, pienso en Max, pero me digo que es normal teniendo en cuenta el tiempo que pasamos juntos.

Pedimos algo de botanitas para cenar y más bebidas, cada vez hay más gente en la discoteca y el volumen de la música ha llegado a su tope.

Pato se va un momento al baño y, mientras no está, me fijo en un grupo armando mucho jaleo alrededor de una mesa, veo a Pato volver y, cuando está a punto de pasar por al lado de este grupo, un hombre rubio le corta el paso.

El lenguaje corporal de Pato cambia en unos segundos y sé que está tonteando con ese hombre, él le agarra del brazo y se apartan, lejos del grupo.

Hablan de manera animada con las cabezas muy juntas, aprovecho el momento para mirar el teléfono.

Entre 4 paredes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora