Capítulo XXII

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POV MAX

Normalmente no conduzco, pero como la granja está a las afueras de la ciudad, es mejor que conduzca yo y no coger un taxi. Oficialmente, Esteban también trabaja los sábados, pero me siento mal por llamarle sabiendo que está con su familia.

Mi primera parada es para recoger a Sergio. Me alegra que quiera venirse con nosotros. Me encanta su compañía y mucho más los besos que consigo robarle cuando estamos solos.

Recuerdo la noche anterior y mi polla da espasmos. Llegamos a su apartamento cerca de las once y, en cuanto cerramos la puerta, nos devoramos. Nunca he tenido esta química con alguien.

No importa si hemos pasado el día anterior haciendo el amor; cuando lo veo, mi polla requiere atención. No nos dio tiempo a ir a la habitación y nos dejamos llevar en el salón. Mi polla se hincha al recordar sus gemidos.

Me pregunto si nos dará tiempo a uno rapidito antes de recoger a Elly. Miro la hora. Las dos menos veinte y había prometido a Daniel que recogería a Elly a las dos.

Descarto la idea de entrar a casa de Sergio. No quiero que Elly tenga que esperar más de lo necesario. Cuando llego al apartamento de Sergio, le escribo diciéndole que estoy aparcado fuera y, unos minutos después, la puerta se abre y sale. Con solo mirarla me quedo sin aire.

Tiene un estilo informal y sexi con una gorra que no controla sus chinos y unos pantalones, que no pegan nada para ir a la granja, con unas botas de ante por la rodilla. Me fijo en que otros hombres lo miran mientras cruza la calle.

—Hola —dice con una sonrisa tímida en su cara.

—Hola, precioso —le digo. Se abrocha el cinturón y prendo el motor. Pongo la dirección de Daniel y Elly en la aplicación de navegación de mi teléfono.

—¿Has dormido bien? —pregunto.

—Cómo no después de lo de ayer —bromea.

Me río. A cualquier hombre le gusta saber si a su pareja le ha gustado el sexo. Pensando para mis adentros, para mí Sergio es mi chico. Eso no implica ningún tipo de posesividad, me digo. ¿Qué otro nombre le pondría cuando estoy acostándome exclusivamente con el?

—¿Qué hay en esta granja? —pregunta Sergio.

—No sé muy bien. Daniel lo ha organizado; el iba a ir con Elly, pero le ha surgido algo. Sinceramente, me alegro. Así tengo la oportunidad de conocerla mejor.

Según vamos saliendo de la ciudad, encontramos menos coches por la carretera y los paisajes cambian. Ahora hay más árboles y prados verdes.

—Está bien salir de la ciudad de vez en cuando, ¿verdad? —pregunto a Sergio, echándole un ojo rápidamente.

Está tan sensual y tranquilo con el viento ondeando sus risos y con una pierna cruzada encima de la otra.

—Lo es —responde—.

Te das cuenta de lo congestionada que está la ciudad. Ya estamos a las afueras y se ven casas esparcidas a los lados de la carretera. Nunca me ha apetecido vivir fuera de la ciudad, pero ahora no puedo evitar pensar lo maravilloso que sería formar una familia por aquí.

Este es otro pensamiento que nunca he tenido desde que Daniel me dejó. Mis sueños de tener una familia se fueron con ella. Me viene a la mente una imagen de Ava y dos hijos nuestros delante de uno de esos jardines completamente cuidados. Me gusta la imagen. Aunque sea imposible, me gusta. Seguro que Sergio no sueña con casarse ni crear un ejército de niños.

El está muy centrado en el trabajo y se le da muy bien. Estas cosas de familia e hijos seguramente no se le haya pasado ni por la cabeza. La aplicación de navegación me alerta de que estamos cerca de nuestro destino.

Entre 4 paredes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora