Capítulo V

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POV SERGIO

Son las siete y media y Max ya está en la oficina, quería llegar antes que él para calmarme un poco, pero no ha habido suerte.

Tiene la puerta abierta y me obligo a entrar, me sonrojo y fuerzo una sonrisa, fingiré que lo de anoche no pasó... No besé a mi jefe como si se me fuera la vida en ello... Ni tampoco me pasé media noche fantaseando con su enorme polla...

Me mira, me sonríe y mi corazón se acelera.

Tiene una sonrisa que ilumina el mundo, una sonrisa que te hace sonreír aunque sepas que es un cabron, nada de eso importa cuando te enseña esos dientes perfectamente blancos.

Buenos días —dice—, has venido pronto.

Buenos días —respondo—. Me gusta empezar pronto—.

Eso y que esperaba no encontrarme con él hasta más tarde, ya debería irme, pero su mirada me tiene preso... Se nota que me desea con lujuria y yo no voy a negar que me he vestido pensando en él; Un pantalón tan ajustado que moldea mis caderas perfectamente y una camisa igual de ajustada que me hace ver una figura espectacular...

Otra vez esa maldita atracción, aquel recuerdo de sus manos sobre mis caderas es tan real; las sigo sintiendo, el mismo ansía que me ha mantenido despierto casi toda la noche vuelve, pero nada, ni siquiera mi mano lo ha resuelto realmente... Abro la boca para gemir, pero rápido me doy cuenta.

Con permiso —digo cuando me percato de lo cerca que he estado de ponerme en evidencia.

Trato de respirar tranquilo cuando llego a mi oficina, necesito algo que no me haga pensar en mi trasero hambriento y húmedo, dejo el portafolio en el piso y enciendo el ordenador, el trabajo me distraerá.

Mis dedos tiemblan al coger el mouse y hago todo lo que puedo para borrar las imágenes de los labios de Max de mi cabeza, pero es imposible, un hombre que sabe besar es experto en hacer un buen oral... Bajo la mano que tengo libre y la meto en mis boxers, me doy el espacio suficiente para comenzar a masajear mi pene erecto mientras que con la otra mano abro la notificación de un nuevo correo, es de Max, pestañeo rapidamente mientras leo lo que dice aquel correo, se puede notar que tiene talento con la boca... Tendré que investigarlo más a fondo, siento un hormigueo en mi entrada y mi entrepierna termina de inundarse cuando leo una y otra vez la frase, mi mano no parece ser suficiente y la saco de mi boxer.

Empiezo a sudar, deseo a Max Verstappen más de lo que jamás he deseado nada, hago una lista de todos los motivos por los que no puedo acostarme con él:

-Es mi jefe.

-Es arrogante.

-Es maleducado y osado.

-Es el hombre más guapo que he conocido.

Daria lo que fuera por ver y acariciar su polla, sus besos son arte puro, tiene el cuerpo de un halterófilo y la cara de un modelo, en este momento es cuando me doy cuenta que he terminado la lista con motivos por los que si debería acostarme con él.

Mi cerebro está hecho loco y lo único que puede ayudar con eso es un café. Solo, cargado y sin azúcar, como puedo, me pongo en pie y me acuerdo de los sándwiches que he guardado antes, y los saco del portafolio esperando que no se hayan aplastado.

Paso por delante de la oficina de Max y pienso que, siendo su asistente personal, si me hago un café para mí, también se lo tengo que hacer a él, tomo aire y vuelvo a su puerta que está entreabierta, me ve y me hace una seña para que pase.

Está en una llamada y, mientras habla, me mira fijamente a la cara como si estuviera tratando de aprenderse cada línea de expresión, más quisiera yo...

Un hombre como Max tiene tropecientas cosas en la cabeza, seguro que piensa más en ganar dinero que en alguna pareja sentimental o sexual. Cuelga la llamada.

Me voy a hacer un café. ¿Quieres uno? Sonríe. —Sí, por favor. ¿Uno de esos es mi sándwich? —Se acuerda.

Sí. —Bien, comeremos juntos luego, tómate aquí el café también así repasamos la agenda mientras.

Sí, señor —pauso para rectificar—, Max. —Así mejor, ya temía tener que tomar medidas drásticas para que me llames Max. —

Su mirada baja hasta mis caderas y no tengo dudas de en qué piensa, mi cuerpo se enciende y siento cierto alivio al salir para ir a la pequeña cocina que está al lado de recepción.

Enciendo la cafetera y, mientras espero a que se haga el café, meto los sándwiches en la nevera, cuando el café está listo, vuelvo a la oficina de Max. Está de pie junto a la ventana mirando la ciudad.

Ven aquí —dice. Dejo los cafés en su mesa y me acerco a él.

Su proximidad es intoxicante. Huele a hombre. A cuero, sensualidad, a limpio, a almizcle... todo junto. Da un paso atrás.

Delante de mí, quiero que veas lo que veo yo. Hago lo que pide y me pongo delante de él. —¿Qué ves? —Edificios muy altos —le digo—, muchas personas. —Y todas esas personas pueden tener lo que siempre han querido.

La ciudad de Nueva York es sexi, emana energía. Si tú quieres, puede cambiar tu vida. Puedes lograr tus sueños. Se acerca a mí. Su aliento acaricia mi cuello. Pienso en cómo me excitó su beso y me hace desearlo de nuevo. Me quedo inmóvil cuando se acerca y su erección entra en contacto con mi trasero, ardo de puro deseo.

Max posa sus manos en mi cintura, debería pararle, yo debería decirle lo inapropiado que es esto.

Pero tampoco ha hecho nada del otro mundo, me digo para mis adentros, me acaricia con delicadeza. Sus manos suben por mis brazos que están destapados ya que subí las mangas, trazando círculos sobre mi piel.

Me estremezco y mis pezones se endurecen bajo mi camisa, él se inclina y su polla presiona más contra mi trasero... Quiero contornearme para sentir más, pero me detengo.

Vas a venir a mí, Sergio, y me vas a suplicar que te folle —me susurra al oído—. Y cuando lo hagas, voy a hacer que te tumbes en la mesa y vas a abrir las piernas para mí, te la mamare como nunca nadie lo ha hecho y después te follaré. Se me escapa un gemido, realmente deseo que cumpla lo que me esta diciendo —Pero ahora, nuestros cafés se están enfriando —dice, y da un paso atrás.

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Asumakinaaaaaaaaaaaaa, esto se puso muy muy interesante

Ayer no subí nada por que me quede super dormida, trabajo de noche y como es mi día de descanso aproveche para dormir todo el día.

Entre 4 paredes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora