POV MAX
Ha sido una mañana ajetreada devolviendo llamadas y poniéndome al día con el correo. Recibo cerca de doscientos correos diarios, de los cuales unos cincuenta me marca Sergio para que les dé atención.
Es un alivio cuando veo que mi bandeja de entrada está limpia y puedo volver la atención a Alternative Solutions, una startup por la que Carlos y yo estamos emocionados. Llamo a Sergio y unos segundos después entra a mi oficina. Mis ojos se dirigen directamente a su falda, que es la más corta que se ha puesto hasta el momento.
Se ajusta a sus muslos y, si se agachara, podría ver sus nalgas. Aparto la vista. Tengo que centrarme en trabajar, teniendo en cuenta que estaremos fuera por la tarde.
—Sergio, ¿me puedes traer la carpeta de Alternative Solutions?
—Claro —responde con un tono profesional.
Me pone verlo actuar como si no pasase nada entre nosotros. Mi mirada no se desprende de su trasero voluptuoso cuando se da la vuelta para salir de mi despacho. Suelto un suspiro que no sabía que estaba conteniendo.
Me quedo mirando la pantalla del ordenador sin depararme en lo que hay. Sergio vuelve con la carpeta y, cuando está cruzando la oficina, se le cae un boli que rueda hasta la esquina de la sala. Sospecho de cómo puede haber llegado hasta ahí si el suelo está nivelado, pero no me importa. Mi cuerpo se tensa al ver a Sergio agacharse para recogerlo. Se le sube aún más la falda y se le ven los cachetes del trasero. Mi polla se pone dura y quiero más. Su rostro, cuando se gira, no refleja ninguna emoción, pero sé que me está poniendo a prueba. Se acerca hasta mi lado y deja la carpeta en la mesa. Me roza la cara con sus pectorales en un gesto aparentemente inocente. No puedo concentrarme en nada, solo en lo que hay debajo de esa falda. ¿Lleva ropa interior? Necesito saberlo. No puedo evitarlo. Echo la silla para atrás y deslizo mi mano por su muslo. Sergio se aparta.
—¿No has dicho que tenías que trabajar por la mañana?
—Déjame tocar un poco —le digo.
—Vale —responde el antes de plantar un pie encima de mi mesa.
—¡Joder! —murmuro con la respiración entrecortada. No lleva nada más.
Coloco mis manos en sus muslos y hago que se abra más. Su rosado pene resplandece de lo húmedo que está. Inhalo el dulce olor de su excitación. Le toco la cabeza expuesta con un dedo y Sergio jadea. Está tan húmedo y listo para mí.
Introduzco un dedo en su entrada y con la otra mano manipulo su creciente erección.
—¡Sí! —grita Sergio.
Añado un segundo dedo y lo masturbo. Echa la cabeza hacia atrás y mueve las caderas al mismo ritmo que mis dedos. Mi polla se tensa contra mis pantalones, pero no hay nada que se pueda hacer. El placer de Sergio va primero y nada me complace más que escuchar sus gemidos. Me encanta la forma en que su entrada aprieta mis dedos y me imagino cómo lo sentiría con la polla dentro. Con la otra mano mano llego hasta sus pezones y los pellizco por encima de la tela de su camisa. Sergio gimotea y se retuerce sobre mi mesa y sé que está a punto de correrse. Agilizo las embestidas con mis dedos y añado un tercero. Un grito se escapa de su boca y yo sonrió. Me pone tanto verlo con la cabeza hacia atrás con tanto frenesí. Siento cómo le tiembla el cuerpo y los músculos de su entrada se tensan.
—¡Sí! Me corro, Max—grita mientras su cuerpo tiembla y se me empapan los dedos.
Acaricio sus muslos con la mano que tengo libre mientras que la otra sigue dentro. Su pecho se detiene poco a poco según va recuperando la respiración. A regañadientes, saco los dedos y Sergio se reincorpora. Me sonríe.
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Entre 4 paredes.
FantasiSergio huyo de una ciudad para no afrontar su dolor, que pasara ahóra que llegue a Nueva York y su vida cambie completamente. Adaptación de "En su despacho"