1. El Enredador

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Davos siempre ha sido un niño travieso, en sus doce días del nombre no hay momento en el que haya estado quieto. Samwell no sabe qué hacer con el comportamiento de su hijo, los castigos tan sólo parecen intensificar su anhelo de realizar cualquier cosa que enfurezca a su padre.

Mientras está camino a su primer día de escuela bajo el cuidado de los maesters, su mente maquina en busca de algo que hacer para sacar de quicio a su progenitor una vez más. Y es que está harto de la monotonía de su vida: ¡ha pasado un día desde su última diablura! ¡alguien como él no puede permitirse que su ardua racha se vea en peligro! mas en su mente no es capaz de encontrar nada que pueda enfurecer a su familia, ahora que va a pasar todo el día en sus clases. De tan sólo imaginarse a sí mismo tantas horas en un mismo sitio escuchando la tediosa voz de los maesters siente que va a desfallecer: Davos Blackwood no está hecho para los estudios.

—La reina Rhaenyra continúa insistiendo en que las casas de las Tierras de los Ríos deberían estar más unidas, por lo que encontrarás a muchos niños de los territorios más cercanos y compartirás clases con estos.—comenta el hombre, algo enfurruñado.—Pese a eso, no hables con los Bracken, ya sabes que son escoria, traidores y malévolos. No te juntes con ninguna cría de Bracken, Davos, lo digo muy en serio.

Una idea aterriza de lleno en su mente, lo más seguro es que incluso su mirada se haya iluminado, repleta de ilusión al saber qué haría a su padre rugir de ira. Podría convertirse en el mejor amigo de un Bracken con tal de causar el caos en Raventree Hall. Su padre lo matará, su madre le reprenderá, su hermanito Benjicot lo observará lleno de admiración por su gran valentía y probablemente su prima Alysanne padecerá un grave ataque de risa. Perfecto. Simplemente perfecto, ya es capaz de visualizarlo.

[...]

Observa el tortuoso y lento pasar del tiempo en el reloj, rezando internamente a los Antiguos Dioses por algo de diversión en esta aburrida mañana. Se lamenta al ver que tan sólo han pasado cinco minutos desde que se encuentra allí, y su nuevo maestro ya ha preguntado todo de él. El salón se encuentra prácticamente vacío, con él tan sólo se encuentran algún niño Tully y Frey. Por el momento, ni rastro de ningún Bracken. Se desilusiona al pensar que quizás ningún niño de Seto de Piedra posee su misma edad y por lo tanto no tendrá a ninguno de ellos como compañero.

Entonces la puerta se abre, uno de los maesters lleva consigo a un niño, cohibido y con expresión taciturna, de rasgos finos y cabellos sedosos y largos color miel. En un principio, Davos jura que se trata de una niña, quien ha ingresado en el recinto por error, mas el maester le invita a ingresar en el salón.

—El joven Aeron Bracken estaba perdido, al parecer le indicaron su salón erróneamente.

«Seguro lo mandaron al salón de las niñas, luce tan delicado como una.» piensa para sí, jocoso. ¿Ese es la cría de los despiadados Bracken?
ese infante no luce como alguien despiadado, todo lo contrario: está convencido de que no sería capaz de dañar a absolutamente nadie. Quizás no sea un verdadero Bracken, pues estos siempre habían sido descritos por su familia como criaturas de terrible aspecto, sin embargo, el tal Aeron era muy bonito. Con una belleza inédita, que no había visto siquiera en las pequeñas damas con las que solía bailar y hacer travesuras durante las importantes reuniones de Padre. Jamás ha visto nada semejante, y con eso su anhelo por hablar con él nace. El lindo niño Bracken será su amigo cueste lo que cueste.

[...]

Tras pasar por las más aburridas horas de su vida, por fin el maester ha callado y les ha permitido tomar un descanso de las pesadas clases en los jardines. «Por fin» piensa Davos, quien ha ignorado por completo la historia de Aegon el Conquistador y se ha dedicado a jugar con su pluma y mirar a Aeron, y en ese mismo instante puede ver al protagonista de sus pensamientos caminando hacia la puerta, dispuesto a marcharse. Camina a paso decidido, con su bien atendido cabello meciéndose de un lado a otro suavemente, al compás de su andar. Un espectáculo que deja embobado al otro infante, y con una tonta sonrisa dibujada en su rostro. Algo superficial para un futuro caballero, mas lo deja pasar por ahora. Lo importante es hablar con él.
Por lo tanto, camina detrás de él por los pasillos, buscando captar su atención.

—¿Por qué me sigues?

—No estoy haciendo tal cosa, Bracken.—pretende su mejor tono hostil, tratando de disimular la sonrisa que amenaza con mostrarse en su rostro ante la antipatía que muestra el enemigo hacia él.—Para tu información, vamos al mismo salón y hemos de ir al mismo lugar; los jardines.

—No voy a los jardines, así que puedes dejar de seguirme.

Sin más reanuda su caminar, y Davos entra en pánico de inmediato, ¡no puede irse! ¡ha de hablar con él antes de eso! por eso, corre lo más rápido que puede hasta quedar frente a él, cortando el paso hacia donde sea que se dirija. Queda sin aliento al verlo más de cerca, comprobando que es más hermoso de lo que le pareció antes. Pese a que admite que el rostro rojo por la rabia y la expresión iracunda en su rostro le causan cierto pavor.

—¡¿Qué quieres?!

—Qué mal genio. Tranquilízate, ¿qué acaso no se puede hablar contigo? ¿cómo encontrarás esposa o siquiera amigos respondiendo de esa manera?

—Solo respondo así a Blackwoods. Déjame pasar.

—No, quiero hablar contigo.

Exasperado, lleva las manos hacia su rostro.—¡¿Sobre qué?!

—¿Cómo te llamas?

—¿En serio? ¿acaso estás sordo? ¡lo han mencionado varias veces durante las clases!

—Soy Davos Blackwood.

—Lo sé. Así como tú sabes que yo soy Aeron Bracken. Ahora déjame pasar, Blackwood.

—Eres lindo.—suelta sin más. Y algo le dice que el nuevo rubor en el rostro de Bracken no es a causa de la furia esta vez. Sonríe sin poder evitarlo.

—¡¿Pero qué estás diciendo?!—le da un gran manotazo en su brazo para apartarlo, lo que causa un leve quejido por parte del Blackwood.—¡No soy lindo, soy un chico, sólo las chicas son lindas!

—No veo porqué. Aunque en cierto modo tienes razón, las chicas suelen ser más lindas que nosotros. Tú eres la excepción; eres un chico lindo.

Finalmente Aeron lo empuja y sigue su camino a zancadas atolondradas y fuertes, dejando en claro su enojo, rojo cual tomate y soltando maldiciones. Davos lo observa taciturno, sintiéndose derrotado. No ha logrado hacerse su amigo. Quizás debe comenzar por algo más tranquilo, tratando de hacer que el otro niño se sienta cómodo con él. Jamás quiso decirle que era lindo, eso no formaba parte de su plan, pues incluso él con su juventud era conocer de que, de esa manera, no se hacen amigos, mas no pudo evitarlo. Davos suele decir la mayoría de las cosas que piensa, siempre y cuando no se traten de la nueva travesura que se forma en su cabeza.

De inmediato, recupera la determinación. Logrará hacerse amigo de Aeron Bracken, su mejor amigo.

Holaa.

Este es mi primer fic para el fandom de La casa del Dragón, espero que os guste.

Publiqué esto muyyyy tarde, ya se ha acabado la temporada pero x

Díganme que os ha parecido el primer cap por favor, lo apreciaría mucho.

Enredador | Davron Donde viven las historias. Descúbrelo ahora