12. Punto de Quiebre

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El castillo se alza ante él, imponente.
Siempre había sido de ese modo, mas jamás le había parecido tan alto o espeluznante como en estos instantes, rodeado por la completa oscuridad de la noche, siendo únicamente iluminado por las estrellas y, para su sorpresa, por una tenue luz en su interior. Sabe que algo malo va a suceder a continuación, un mal augurio que le advierte de su terrible porvenir. Por unos momentos, la posibilidad de huir y pasar la noche en cualquier otro lugar de los alrededores se instala en su mente con demasiada intensidad, mas ha de recapacitar de inmediato, si huye, las consecuencias podrían ser aún peores. Timorato, se aproxima a pasos indecisos y cautelosos hacia su hogar, al entrar, percibe que la luz proviene del comedor y allí se encuentra toda su pequeña familia, esperándolo.

—¿Qué son estas horas de llegar, Aeron?—pregunta su tío en cuanto percibe su presencia cerca.—Tienes suerte de que no mandamos a nadie a buscarte.

—Salí a entrar y me distraje, eso es todo.

—¿Y puede saberse qué fue el detonante de tu duradera distracción?

La voz del señor de su casa suena más grave y fuerte que nunca en el eco de la noche. Las velas iluminan el salón de forma débil, temblando, provocando un ambiente lúgubre a su alrededor, el viento golpea los ventanales, buscando hacerse un hueco dentro, y la expresión colérica en el rostro de cada uno de sus familiares es demasiado para él, las emociones se mezclan y burbujean en su interior y no está seguro si podrá mantenerlas donde debe. Siente que podría explotar, aborreciendo todos aquellos rostros que lo observan decepcionados, buscando hacerlos desaparecer de la forma más cruel posible. No los estima, ni siquiera los
tolera, tampoco los comprende, sólo sabe que cada día que pasa, lo único que quiere hacer es abandonar Seto de Piedra, huir de esa familia, arrancar de sí mismo todo lo que indique que es un Bracken, incluso si eso significara quedar sin nada.

—¡Contesta!—la estridente voz de Amos lo devuelve al mundo real, a su cruda realidad. Allí no es amado, siquiera bienvenido.—Que regreses a la Hora del Búho no es para nada habitual en el... "recto" Aeron.

—Tuve una pelea con un Blackwood que vagaba por la frontera. No llegamos a los golpes, lo espanté antes de eso.—miente de forma descarada. Nana solía decirle que era un terrible mentiroso, mas, por supuesto, ninguno de los hombres en la sala se inmuta de su falacia, ninguno de ellos lo conoce tanto como para notarlo.

—Tú no espantas ni a las moscas, primito.—dice Aeryk, su estruendosa risa resonando en la habitación.

—Silencio, hijo, démosle un voto de confianza a Aeron, quizás en esas horas en las que se entrenó sacó toda la valía que siempre ha sido carente en él.

El salón estalla en carcajadas. Incluso Raylon, su propio padre, ríe con ganas, con demasiadas. Busca con la mirada como huir de aquel lugar, tan sólo quisiera encerrarse en sus aposentos y no volver a ver la luz del sol ni a ninguno de sus familiares. Tan sólo quisiera estar con Nana o con su madre, y para eso tendría que morir.
Y él no quiere morir, o al menos no del todo, no ahora.

Sus pies se mueven solos, girando sobre sí mismos en dirección a la salida, mas la mano de su primo sobre su hombro lo obliga a quedarse en el mismo sitio, escuchando hastiado como es el hazmerreír de Seto de Piedra, como siempre lo ha sido. Nana solía decir que mejoraría con los años, que él pronto se haría mil veces más fuerte, nadie podría dudar de sus habilidades, y sería el más grande. Y para eso sólo era necesario entrenar y crecer. Mas ahora sabe que su querida abuela estaba muy equivocada, todo es exactamente idéntico. Quizás todo mejora, excepto él. Puede que Aeron tan sólo esté condenado a ser siempre tomado como una simple broma, no importaron los años en los que entrenó sin parar hasta el borde del colapso, ni todas las veces que se mostró valiente y leal hacia su casa, dispuesto siempre a luchar por esta, se esforzó por comprender las políticas, para así saber qué era lo que buscaba su tío con exactitud. Busco ser el Bracken perfecto, y parece que no fue suficiente. ¿Y qué sentido tiene todo su esfuerzo? al fin y al cabo, a sus ojos siempre será el niñito llorón y débil del cual siempre podrán burlarse.

—Hijos de puta...—aquello suena más alto de lo que habría pretendido, resonando en el eco del castillo. Las carcajadas cesan al instante, y él a su vez no puede evitar avergonzarse sobremanera.

—¿Qué has dicho?—pregunta Aeryk, airado.—¡¿Como puedes decir eso de tu propia familia?!

Eso es suficiente para hacerlo estallar. No puede tolerar ni una sola palabra más.—¡No me hables de familia! ¡tú no tienes ni idea de lo que esa palabra significa! ¡toda la vida, te has dedicado a meterte conmigo, siempre me has usado para tu beneficio, para hacerme quedar a mí como el débil y tú como el poderoso heredero, siempre fuiste sumamente cruel! ¡y no sólo conmigo, hoy mismo dijiste que mi padre era un bastardo! ¡¿Qué opinas de eso, Padre?!

El silencio sepulcral que envuelve la sala a continuación es de lo más tenso. La evidente tensión que envuelve el ambiente podría cortarse con un cuchillo. Mas Aeron no la siente, no ahora que ha podido soltar todo lo que en su interior ha habitado por años, es como si flotara en un nube, sintiendo un enorme placer que recorre todo su cuerpo, observando soberbio cómo el semblante de todos en la sala ha cambiado de forma radical.

—¿Es eso cierto, Aeryk?—pregunta Amos, colérico.

—No... para nada, no sé porqué Aeron dice eso... yo jamás diría algo así...

—Vaya, ¿quién es la pequeña mierda débil ahora?

La risa de su otro primo es satisfactoria, al igual que las expresiones de su tío y padre, el notar que ha dejado a Aeryk indefenso. Y antes de que aquello vuelva a explotar de nuevo, se marcha sin más hacia sus aposentos, en busca de un reparador sueño que ciertamente hace años que no tiene.

[...]

Muda los cubiertos de plata con elegancia, removiendo los alimentos servidos en su plato. Es más que obvio que su tío Amos no está satisfecho con él en lo absoluto, pues ha encargado a los cocineros que le entreguen la comida más fría y la menor cantidad de esta. Mientras que sus primos gozan de un buen desayuno, él apenas ha recibido alimentos, todos ellos en un pésimo estado, no le extrañaría para nada descubrir que aquel desayuno son sólo desechos originalmente destinados al ganado. Una forma muy sutil de comunicarle que no es bienvenido, que no lo considera parte de la familia real.

Y eso debería haberlo hecho sentir terrible, con unas ganas insaciables de echarse a llorar sin posibilidad de consuelo, mas lo único que siente es un gran regocijo, observando las graves expresiones y los músculos tensos de todos a su alrededor, disfrutando del silencio en la sala, y el saber que es obra suya es de lo más grato que haya experimentado. No puede esperar al atardecer para contárselo a Davos. Así le hará saber que, pese a haberlo perdonado, aún guarda cierto mal genio, y no dudará en sacarlo a relucir si osa volver a traicionarlo. Se ha hecho mil veces más valiente, y eso es algo que incluso un Blackwood ha de advertir.

Conecta miradas con Aeryk, quien lo observa furioso, con un fuerte color violáceo resaltando en su ojo derecho,  su merecido castigo por atreverse a faltar el respeto al hermano de su señor. Aeryk siempre ha sido de lo más desvergonzado, alguien debía ponerlo de una vez por todas en su sitio, devolverle aunque sea uno de los tantos golpes que le propinó a su pequeño primo. Y Aeron no puede —y tampoco quiere— disimular la sonrisa que nace de forma natural en sus labios. Nada lo hace tan feliz como aquella imagen, como aquel silencio lleno de reproches entre familiares.

Ha causado un verdadero caos en Seto de Piedra, y lo admite, no podría estar más orgulloso de ello. Porque Aeron Bracken puede ser muchas cosas, pero ha pasado mucho tiempo desde que dejo de ser un cobarde. Sus familiares ya no lo asustan, no ahora que es capaz incluso de enfrentarse a un viejo amigo como lo es un Blackwood.

Amos carraspea, rompiendo la quietud en el salón. Lo mira directamente, sus ojos centrados en él.—Más tarde hablaremos de tu castigo, sobrino.

Y él lo espera con ansias. Ningún golpe puede afectarlo ya, tan sólo el hecho de que lo encerraran en este lugar tendría algún tipo de efecto en él, pero escaparía de cualquier forma, no es como si no lo hubiera hecho infinidad de veces antes. Puede que para su familia sea un niñato, insolente y arrogante, mas deberán reconocer que siempre ha sido más astuto que ellos, mucho más.







Enredador | Davron Donde viven las historias. Descúbrelo ahora