2. El Débil

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Seto de Piedra se ha convertido en un caos en el instante en que su tío Amos ha pronunciado las palabras "Aeron" "entrenamiento" y "caballero" en una misma oración. Él no debería estar escuchando esto, es una conversación entre el señor de la casa y su padre, mas debe admitir que es algo fisgón y a menudo escucha conversaciones ajenas, no pueden culparlo, los días en su hogar son monótonos, pese a pasar los días leyendo en la biblioteca y paseando por los jardines con su Nana, lo cierto es que añora pasar un rato alejado de letras y escuchando a alguien que hable de algo más allá de los chismes del pueblo. Como nadie jamás busca conversar con él, no le queda más remedio que ocultarse de la vista de todos y escuchar.

Y la noticia que su tío acaba de dar lo ha llenado de regocijo. Él siempre se ha imaginado siendo un valeroso caballero, protegiendo Seto de Piedra de cualquier amenaza. Por eso, no puede evitar no sentirse algo herido ante la reacción de su padre, quien ahora grita a su hermano, fuera de sí.

—Aeron no será un buen caballero, jamás.—afirma su progenitor, y el infante espera con ojos lagrimosos que cambie de idea, o alguien le defienda, mas la sala se sume en un abrumador silencio que deja muy en claro lo que todos los hombres reunidos opinan de él.

—¿Por qué dices eso de tu propio hijo, hermano?

—Comprendo que quieras un caballero para nuestra casa, hermano. Mas tendrás que conformarte con tus propios hijos. Aeron no está hecho para ser un caballero, no soportaría ni una sola batalla. De sólo ver una gota de sangre seguro se echaría a llorar. Mi hijo es débil, Amos, alguien demasiado susceptible, ingenuo e incluso afeminado.

—Sé que Aeron no se destaca por su salvajismo ni mucho menos, incluso comparto tu opinión, y lo considero algo llorón. Pero sé que es astuto, y eso es una buena cualidad para un caballero. He tomado mi decisión y no hay punto de retorno, Aeron será entrenado como caballero.

De nuevo el pesado silencio invade la sala. Aeron trata de que sus sollozos se vuelvan inaudibles para los hombres, pues eso sólo confirmaría lo que todos afirman: es un llorón. Marcha tratando de ser lo más discreto posible hacia sus aposentos entre amargas lágrimas que delatan lo hondo que han calado esos comentarios en él. Su padre siempre mantenía el orgullo en su mirada, mas ahora sabe que él no era la causa de este. Había llegado a creer que sí.
Jamás será igual de audaz o vigoroso que el resto de sus primos, jamás sostendrá de manera tan natural su espada, jamás se presentará a una batalla sin miedo a la muerte. Es un cobarde.

[...]

Toda tristeza se ha convertido en furia. Una furia salvaje hacia su propio progenitor, quien observa con desaprobación como Amos le comunica su decisión. Ha de pretender estar sorprendido ante la impresionante nueva, mas el disimular jamás ha sido su fuerte, como muchas otras cosas. Le dedica su mejor mirada de superioridad y determinación a su padre, buscando que capte el mensaje con su mirar. Aeron ha tomado una decisión, va a hacer que todo el consejo de su tío se trague sus propias palabras, se va a convertir en el héroe de guerra más respetado por todos, será una bestia en los campos de batalla, no habrá quien le venza. Matará a diestro y siniestro a cualquiera que se atreva a interponerse en los propósitos de su casa, será el terror de los Blackwood. Y ya es capaz de ver las caras de estupefacción de todos cuando sea capaz de vencer a sus primos con los ojos cerrados. Todos se arrepentirán de lo que alguna vez dijeron.

—¿Estás seguro de esto, Amos?—el pequeño no puede evitar rodar los ojos ante la insistencia de su padre, ¿cómo osa ponerlo en duda de esa manera?

—Completamente seguro, además, el pequeño Aeron lo ha aceptado muy gratamente.

Sonríe orgulloso, convencido de que tarde o temprano esa expresión con la que ahora su padre le observa, llena de indecisión, se esfumará. Y en ella sólo quedará el orgullo y la sorpresa.

Enredador | Davron Donde viven las historias. Descúbrelo ahora