3. Alegría y Amor

218 34 6
                                    

Los ojos azules de Davos observan horrorizados a Bracken. Cuando ayer pasó la tarde programando una nueva forma de acercarse a él jamás pensó que al día siguiente el niño lindo llegaría con decenas de heridas por todo su cuerpo. La preocupación lo invade al instante, pues, por la forma en la que sus ultrajes están esparcidos, deduce que el pobre trató de defenderse sin éxito. Le han dado una paliza, pero ¿quién? ¿por qué? Quizás los Bracken sí son despiadados al fin y al cabo si han sido capaces de herir al muchacho. Él jamás sería capaz. Puede escuchar los susurros entre sus compañeros hablando del mismo tema que a él le inquieta, incluso el maester ha tratado de hacer a Aeron hablar, mas este no parece apreciarlo en absoluto, manteniéndose callado y tratando de restarle importancia al asunto.

¿Acaso su familia lo maltrata? ¿qué ha podido hacer Aeron para merecerse una golpiza semejante? Él mismo es el diablo convertido en niño y siquiera tras cometer una nueva diablura lo han castigado así. ¿Y por qué nadie lo ha defendido? su madre, su padre... ¿nadie? Son demasiadas preguntas sin respuesta, por lo que decide que en cuanto tenga la oportunidad hablará con el herido muchacho, pues no le agrada para nada ver un rostro tan bonito estropeado por moraduras y una expresión tan afligida.

[...]

—¡Aeron, espérame!—exclama infantilmente Davos, siendo completamente ignorado por el otro.

Ha de echar a correr tras él para finalmente alcanzarlo, sin aliento, ¿cómo alguien tan enano puede caminar tan rápido? Se apoya en sus propias rodillas en busca de aire, bajo la mirada juzgadora de Aeron.

—¿Qué quieres, Blackwood?

—Puedes llamarme Davos.

—Prefiero llamarte Blackwood.

Niega con la cabeza lentamente mientras se recompone.—Haz lo que quieras. Sólo quería hablar contigo, urgentemente.

—Si es para preguntarme por mis heridas o para llamarme lindo otra vez, que sepas que no te voy a hacer ni caso.

—Estoy preocupado. Quien te haya hecho esto es muy fuerte, ¿no pudiste defenderte?

—Preocupado... ¿desde cuándo un Blackwood se preocupa por un Bracken?

—Desde que es tan lindo.—Una sonrisa llena de malicia nace en los labios de Davos, observando con diversión la forma en la que Aeron se pone completamente rojo, una mezcla entre bochorno y hastío.

—¡Cállate!

—Lo digo en serio. Me preocupas y quiero saber quien te hizo esto y porque nadie te defendió.

—No es de tu incumbencia, no se lo dije al maester y mucho menos te lo diré a ti, Blackwood.

—Aeron, deja de ser tan obstinado, ¿quieres? no se va a acabar el mundo ni mucho menos por contárselo a alguien. Y si quieres mantenerlo en secreto, puedes confiar en mí, no diré nada.

El silencio envuelve el ambiente, Davos continúa manteniendo su vista fija en el rostro magullado del chico, mientras este, esquivo, aparta la mirada y juega, nervioso, con los anillos en sus dedos.—De acuerdo, fueron mis primos.

—¿Tus primos? ¿estabas entrenando con ellos?

—Algo así. Digamos que me dieron un "entrenamiento especial", los dos contra mí.

Enredador | Davron Donde viven las historias. Descúbrelo ahora