11. Nostalgia

93 17 1
                                    

Hace días no se encuentra bien, aunque duda si lo hizo alguna vez.
Hay algo extraño en el ambiente que le rodea, una presión en su pecho para nada frecuente, algo fuera de lugar. La nostalgia lo invade en estos últimos días, algo le está haciendo recordar lo que por años se obligó a olvidar: Aeron Bracken.

Por mucho que lo niegue, los años sin él han sido insoportables, observarlo desde lejos, adorarlo en silencio y obligarse a sí mismo a no hacerlo. Lo cierto es que jamás pudo deshacerse de sus sentimientos, por mucho que lo intentó, bebiendo demasiado vino, acompañando a sus vulgares amigos a burdeles de mal renombre en los que jamás encontraba nada interesante, donde sólo tenía una buena noche, y después regresaba a lo de siempre. Y durante un tiempo se había obligado a mantener a Bracken fuera de su pensar, manteniéndose ocupado todo el día con sus labores como heredero. Ahora que no tiene ninguna tarea, Aeron ha logrado volver a hacerse un hueco en su mente. Y lo odia tanto.

Siente un agudo dolor en su estómago, uno que le obliga a retroceder, cayendo de forma absurda, terminando por sentir la rugosa textura del pavimento, se remueve inquieto, buscando como recuperar su espada. Y es que Aeron lo convierte en un simple manojo de nervios incluso estando tan lejos, se vuelve tan torpe y distraído. Nota entonces como el filo de una espada se posa sobre su cuello, cortándole la respiración por unos instantes. Su mirada entonces se conecta con la de su hermano Benjicot, quien ya no es tan pequeño. Ha alcanzado los trece días del nombre, y aún así, parece mucho mayor, con su carácter fuerte y su salvajismo. La espada lentamente se separa de su cuello, y no percibe como suspira aliviado, Benji es sanguinario, mas nunca le haría algo así a su propio hermano.

—¿Hay algo que te distrae, hermano?—le pregunta, ofreciéndole una mano para ayudarlo a levantarse. Davos no puede fruncir el ceño al notar el tono burlesco que ha implementado.

—Para nada. Creo que debería dejar el entrenamiento por hoy.

—¿Y qué harás?

—Tomaré un paseo por los alrededores. Revisaré la frontera, quizás vuelva con alguna cabeza de Bracken.

Su hermano sonríe con cinismo, y tras darle un amistoso golpe en la espalda, lo deja marchar. Davos observa como de inmediato Benjicot se enzarza en una nueva batalla, y él ya sabe que va a ganarla. No comprende cómo un niño tan mimado como lo era su hermano se había convertido en alguien de ese calibre, pese a haber recibido el mismo entrenamiento que él. Siente tanta envidia cada vez que lo ve, es mucho más fuerte que él y seguro que no tiene tiempo para pensar en viejos amores, no se deja llevar por la nostalgia. Mas, admite, el orgullo de ver a su hermanito convertirse poco a poco en un temido hombre es inigualable.

[...]

Camina a pasos decididos hacia la salida del castillo, tras varias conversaciones banales con algunos de sus familiares, nadie se opuso a que marchara en completa soledad.  
Toma su espada, y sin más camina hacia la frontera con Seto de Piedra.
Y no es porque quiera verlo, para nada, no espera encontrarlo allí, sin más, y por supuesto no le hablará, tan sólo si es estrictamente necesario y ha de desenvainar su espada para atacarlo. Aunque eso no le gustaría para nada, no quisiera hacerle más daño.

Se obliga a sí mismo a alejar esos pensamientos de su mente: le hará todo el daño que sea necesario para asegurarse de que su hogar no corre peligro. Aunque él muy bien sabe que Aeron no representa ningún tipo de amenaza, siempre ha sido tan recto, tan orgulloso, pertinaz, lindo...
De nuevo, se reprende a sí mismo mientras se adentra al bosque. La noche comienza a instalarse sobre el cielo, provocando un espectáculo de colores en un divino anochecer. Ha de parar en seco al escuchar sonidos de espada, y escondiéndose en un matorral, es por fin capaz de presenciarlo. Aeron, su querido e inolvidable Aeron se encuentra ahí, con su propia espada frente a un árbol. Los años han pasado, y se ha convertido en un muchacho apuesto, continúa luciendo esos sedosos cabellos y esa delicada belleza que tanto le sigue gustando. Mas su expresión de enojo, las lágrimas rodando por sus mejillas, es algo para lo que no estaba listo.

Enredador | Davron Donde viven las historias. Descúbrelo ahora