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Mujeres que aman mujeres.

Su mirada de desesperanza, mientras se sentaba en una roca próxima, comenzó a aparecer. Observó su vestido blanco mojado, mientras estrujaba la orilla con sus manos. Su hermosa cola de colores aguamarinos yacía brillante y reluciente sobre la roca.

Me acerqué a ella.

No sabía qué decirle, así que solo estuve en silencio, a su lado, aún en el límite del agua sobre mi cintura.

—Supongo que siempre seré una sirena. —Sentenció, ahora apoyando sus brazos hacia atrás, dejando que su cabello mojado comience a secarse por los rayos del sol.

La miré. Era muy hermosa. Tanto que parecía una encantadora maldición. Sus ojos perdidos, su piel húmeda y suave, la transparecia de su vestido mojado, y su hermosa cola de sirena que tanto odiaba ella misma.

—Entonces no deberías odiarlo, Corinne. Sé que es difícil no poder conseguir algo que anhelas tanto... Pero tal vez, hay que trabajar en aceptarlo, por muy complicado que sea.

Ella suspiró.

Me miró.

—Zair, me hiciste obtener mi sueño, por al menos un ratito. Cumpliste tu promesa, y la mar está agradecida contigo, me lo acaba de decir.

—Oh... pues, qué bien.

Contemplé las aguas que se meneaban en mis piernas, y parecían tener un efecto abrazador. La mar a nuestras espaldas, tan vasta y conmovedora, me hacía tener un sentimiento hermoso, primitivo, de pertenencia.

—Si te soy sincera, siempre me agradó más la idea de besar a mujeres antes que a hombres. —Agregó Corinne, sin dejar de mirarme, divertida.

Esa clase de miradas comenzó a hacerme sentir muy nerviosa, como si con ella, se fuera mi aire de grandeza, y se redujera al de una puberta enamorada, sin conocimiento del sufrimiento que eso conlleva. De extraña manera, me hacía sentir bien, al fin y al cabo. Perder el control era bueno si se trataba de ella.

—He oído de mujeres que son... Bueno, que tienen la capacidad de amar a otras mujeres.

Me sentía tan estúpida. Nerviosa, estúpidamente nerviosa del rumbo de esta conversación.

Mi cara comenzó a arder. Mis pómulos deberían estar estúpidamente rojos en este momento.

Contrólate. Eres una capitán, no una adolescente enamorada.

—¿Y la chica pelirroja a la que besaste en el circo era una de esas?

—Solo me estaba protegiendo. Era una estrategia, nada más.

—Mh... no fue eso lo que pregunté.

Corinne estaba disfrutando hacerme esto. Ella sabía lo que provocaba en mí. Le agradecí a la mar por ser fría y así poder controlar mi temperatura en este momento.

Así que al fin te pones de mi lado.

Miré a la hermosa mar, como si realmente pudiéramos tener una conversación.

La Dama del Mar [GirlsLove] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora