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Energía que fluye.

—¿Y quién era? —Pronunció de pronto, como si incrementara su curiosidad por saber mi respuesta.

La miré curiosamente.

—¿No lo sabes?

—Lo he olvidado —dijo, quitándome la mirada, y perdiéndola en las aguas que nos rodeaban—. Solo tengo pequeños recuerdos, inconclusos y lagunas... Quisiera recordar.

En cuánto me dijo esto, sentí un pesar en su mirar. Tuve miedo de contarle, ya que su vida fue escandalosa y triste. Ella no merecía eso, solo era una chica con inconfundible belleza y algo terca, influenciable y soñadora. Esa esencia se había traspadaso hasta su vida actual, y a pesar de darle un toque encantador, también la vuelve susceptible a evadir su realidad y disfrazarla.

No quería que los malos recuerdos la afecten en su presente. Yo quería que su presente se llene de buenos recuerdos junto a mí.

—Tuviste una vida complicada, Corinne. Te casaste con un hombre al que no amabas —intenté ser concisa y suave, para evitar que cualquier palabra equívoca la dañase—. Él te maldijo con convertirte en una sirena en tu siguiente vida. Y que jamás encontrarías el amor...

Ella me miró a los ojos. Su mirada intensa me contempló con curiosidad, como si yo fuera un misterio que debe identificar.

—Entonces no le funcionó el hechizo.

De repente la fricción de su cuerpo junto al mio por el roce de la corriente marina se hizo más intenso. El agua fría cubriendo mi cuerpo caliente me estremeció, casi tan electrizante como el contacto de sus suaves manos en mis caderas.

Ella apegó su cuerpo aún más al mío.

—Tengo miedo de amarte —pronunció, sin dejar de mirarme con sus hermosos y brillantes ojos celestes, que parecían ser el reflejo vivo del cielo—. Pero más miedo me da perderte.

—Corinne...

—Zair. —Me interrumpió—. Déjame llevarte de regreso a tu barco. Sé donde está, la mar me lo dijo.

—Oh... La mar está muy conversadora hoy —dije algo irónicamente, un tanto molesta por haberme cambiado de tema.

Corinne sonrió.

—No seas así con nuestra diosa, merece tu respeto. Si no respetas, me temo que como su noble guardiana, tengo que castigarte.

La voz de la sirena se había tornado sensual y susurrante. Sus murmullos lograban hacerme estremecer con facilidad. Su actitud dominante y su mirada desafiante me hacían caer aún más en su peligrosas escamas, y me hacían querer adentrarme a su juego.

—Pues... En ese caso...

Antes de que pudiera seguir hablando, Corinne me toma con más fuerza, pero sin hacerme daño, y me impulsa con una gran y aterradora velocidad, sin antes cubrirme con la burbuja de aire que me propinaba oxígeno para vivir. Se movía en las aguas sin detenerse, casi parecía volar, por muy tonto que suene.

En ningún momento dejé de mirarla. Toda ella me tenía hipnotizada, y en cuánto miré sus brazos, me percaté de que conservaba el brazalete que había robado para ella.

La Dama del Mar [GirlsLove] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora