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Cola de sirena.

De repente, la idea de huir juntas parecía un sueño.

Algo lejano, sin codicia, sin avaricia ni malos sentimientos. Solo amor. Ella podía hacerme sentir como si los monstruos también merecemos ser amados. O tal vez, me veía más allá que solo mi oscuridad.

—¿Pero y qué hay de tu sueño?

Ella rio, sin decir nada y me besó. Su poder curativo comenzó a reducir la inflamación de mi pómulo derecho, provocando que el dolor disminuyera hasta desaparecer. Pero el efecto antiinflamatorio no fue lo único que sucedió en este momento. Un resplandor cubrió su cola de sirena, tan potente, que tuve que alejarme y cubrir mis ojos. Sin poderlo creer, la observé en cuánto ese resplandor cesó, y se llevó consigo la cola de la sirena.

Corinne estaba desnuda, con extremidades superiores e inferiores de humana. Sorprendida, emocionada, dejó escapar un suspiro.

—Corinne... —murmuré—. Eres... eres... Humana.

Dije lo obvio. Pero aún era difícil de creerlo, a pesar de verlo con mis propios ojos.

Ella, en un movimiento tórpido y acelerado, quiso venir hacia mí, pero se resbaló. No sabía caminar.

La levanté rápidamente, sonriendo con ternura. Y cuando la tomé entre mis brazos, ella estaba muy asustada.

—Ahora no tengo poderes de sirena. Tenemos que huir ya.

Los hombres nos observaban. Algunos buscaban sus armas, y las personas parecían salir de un estado de trance. Corinne no sabía caminar, aún no se acostumbraba a tener piernas en lugar de cola marina. Además, estaba desnuda. Teníamos que salir de aquí.

Con esto en mente, corrí con ella aferrándose a mi pecho, con miedo y angustia por no poder ayudar y sentirse frágil. Llegué a la tienda que le pertenecía a ella, y le introduje un vestido a su cuerpo. Un vestido blanco que se encontraba de los primeros en el armario.

—¿A dónde iremos? —Preguntó tímidamente.

No sabía la respuesta.

Un hombre entró precipitado, seguido de otro, y me tomaron de los brazos, mientras Corinne seguía recostada donde la había dejado para vestirla. Forcejeé. Uno de ellos quitó mi cuchillo y me amenazó con hacerme un corte en el cuello si no me quedaba quieta. Corinne intentó ayudarme, pisó mal y cayó en ese hombre, que en un movimiento, rozó su brazo izquierdo con el filo del cuchillo. Ella gimió de dolor mientras caía.

Con mi brazo libre golpeo la cabeza del hombre flexionando mi codo. Lo empujo con mi cuerpo para después golpear al otro. Al estar libre tomo el arma de fuego y apunto a uno de ellos, pero antes de disparar, me percato de que una mujer increíblemente alta aparece por detrás de la tienda, y golpea con un bate al hombre que estaba apunto de disparar.

Otra mujer, muy velluda y de contextura gruesa, hace el mismo movimiento, con el otro tipo, derribándolo.

Tenía apuntada a la mujer extremedamente alta con mi arma, pero luego comencé a bajarla lentamente.

—Ustedes... ¿Por qué nos están ayudando? —Pregunté desconcertada.

La mujer velluda se acercó a Corinne y la apunté. Ella me hizo un gesto de que estuviera tranquila, que no le haría daño y la miré con detenimiento. La levantó, con la ayuda de la mujer alta, y la dejaron en la cama.

La Dama del Mar [GirlsLove] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora