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(Este capítulo contiene escenas de violencia sexual y lenguaje inapropiado. Se recomienda discreción ya que puede afectar la sensibilidad del lector).









La venganza de Mary.

Me desperté solo por el frío amenazando con llevarme a la hipotermia.

Era muy temprano aún, y yo estaba desnuda. El dolor de cabeza me anunciaba que me estaba resfriando. Me removí de donde estaba, apartándome de Corinne, intentando que no se despertara. Observé lo negruzco de donde se encontraba la fogata. El fuego ya se había apagado y lo sentí como la metáfora de la sirena. Ella me había apagado.

Me vestí rápidamente. La ropa estaba arrugada y fría, mi piel la rechazaba pero era la único que tenía.

La miré otra vez.

Se veía tan malditamente hermosa y fuera de este mundo. Su cuerpo desnudo solo tapado con el vestido blanco que parecía no cubrir nada. Su boca ligeramente abierta, y sus párpados cerrados suavemente, como si tuviera un sueño tranquilo.

Y a pesar de que me moría de frío por la inclemencia del clima, la cubrí con mi abrigo. Y luego me fui.




El caballo se había marchado, en busca de su libertad. La única opción que tenía era caminar. Caminé sin fuerzas, mientras comía la mitad del racimo de uvas verdes que nos había quedado del día anterior.

No sabía hacia donde me dirigía, lo único que era seguro, es que no me tratarían bien en ningún lugar que vaya.

Con este desesperanzador pensamiento en mi mente, y una vez lejos de esa hermosa playa en la cual viví el amor, me permití llorar. No mucho, para no deshidratarme ya que la botella tenía poca agua. Tenía que sobrevivir con eso quién sabe cuánto tiempo.

Y era irónico. Tenía muchos tesoros en mi botín, pero seguía siendo una mujer pobre.

Seguía viviendo la pobreza.

Era un mal que me perseguía como perros al hueso. La pobreza, enfermedad y muerte. La última la estaba sintiendo razguñando mis costillas.

El problema de caminar como si no hubiera un final en el camino, es que me convertía en una presa de mis propios pensamientos. Los cuales, siempre se esmeraban en viajar al pasado, mis cicatrices, heridas sin cerrar y moretones. Es como si ni siquiera mi propia mente podría quererme, e intentara hacerme daño cada vez que se presenta la oportunidad de estar sola con ella.

Sola conmigo misma.

Todo parecía pasar lento, como si estuviese caminando en la misma parte todo el tiempo, durante toda la amarga y agria eternidad. Me desplazaba presa del cautiverio, siendo al mismo tiempo la víctima y su victimario por excelencia. Sola, aturdida, abandonada. Ya había estado antes en esta situación, había rozado la muerte un par de veces durante mi estadía en la vida.

Decidí tomar un descanso que mis adoloridos pies agradecieron. La regla era comer una uva en cada parada, y tres sorbos de agua.

Mi estómago rugía con fuerza. Tanta hambre, que sentía el deseo de ser una cazadora. Busqué seres vivos en la pradera, y encontré un caballo montado por una persona. Venía hacia donde me encontraba. Lo supe en ese momento. Yo no los encontré, ellos me encontraron.

La Dama del Mar [GirlsLove] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora