CAPÍTULO 9

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Pidió que lo volvieran a llevar al Godswood para seguir con su propósito. Brandon suspiró mientras veía todos los árboles de allí. El invierno había llegado y los árboles a los que no se les cayeron las hojas decoraban el lugar. Por supuesto, el árbol de corazón seguía allí, del mismo color que tuvo desde que fue plantado hacía miles de años.

Los sirvientes del castillo lo dejaron al lado del árbol, ya todos se habían acostumbrado a su rutina de pasar todo el día allí. Sansa se había encargado que le llevaran comida durante el día y cuando necesitaba ayuda, un cuervo siempre aparecería picoteando la ventana en el solar del maestre.

Puso su mano sobre la corteza del árbol de corazón sintiendo esa conexión con los dioses antiguos. Era tan extraño y fascinante poder sentir el poder de los dioses actuando junto a los hombres, y cómo lamentaba que muchos de esos hombres nunca pudieran establecer una conexión como la que él tenía. Sansa opinaba que Brandon era mágico en algún sentido retorcido, pero que era funcional y seguía siendo su hermano, aunque se lo repitiera tantas veces para creerlo. A Brandon no le molestó eso, Sansa era una mujer bastante encerrada en su propio caparazón que era inútil intentar encontrar algo más en ella.

Cerró los ojos y sintió como su consciencia se alejaba de su cuerpo, casi como si comenzara a volar con el viento parecido a una hoja o una pluma que cae de alguna ave. Su mente llegó a los cuervos que se encargaban de mostrarle el mundo con sus ojos agudos y con rangos diferentes a los de un hombre normal. Tomó al líder como su mente principal y lo comenzó a guiar a través del norte. Cada día era más frío que el anterior y las nubes grises cargadas de nieve se amontonaban en el cielo impidiendo que la luz del sol llegara por completo al suelo.

El norte era extenso, pero su poder era tan maravilloso que podía tomar las mentes de los animales a una gran distancia. Esa vez había tomado la parvada de cuervos cerca del bosque que está al lado de Last Hearth. Eran alrededor de veinte cuervos y todos emprendieron vuelo junto a Brandon.

Voló hacia el norte durante algún buen tiempo, sus alas batiendo furiosamente y luchando contra el viento para llegar lo más rápido posible al muro. Cuando llegó a Eastwatch, Brandon dejó que los cuervos descansaran en el borde del muro con sus ojos puestos del otro lado. Lucía normal, solo la nieve, algunos árboles y las montañas rocosas blancas que tocaban las nubes. Se quedó allí un buen tiempo mientras los cuervos se acicalaban.

Volvió a emprender vuelo y esta vez comenzó a ir más allá del muro. Su magia era fuerte, lo sabía desde hace tantos años que era difícil imaginar o pensar en dónde fue el principio de todo, pero podía sentir una opresión en el ambiente que limitaba todo. A pesar de ello, siguió volando hacia el norte, justo por la costa donde sabía que se encontraría en las ruinas de Hardhome. Había intentado vigilar al Rey Nocturno, pero nunca pudo ver mucho más que los miles de seres que componían su terrorífico ejército. Supuso que esa vez no sería diferente, pero tenía que mantenerlo vigilado en caso de que decidiera moverse.

Después de más tiempo por fin los vio. Seguían en el mismo lugar que el día anterior, los muertos no caminaban, solo estaban parados como estatuas mientras la nieve los cubría. El único ruido que había era el del viento, no podía escuchar ni animales ni pasos que pudieran advertir de algún movimiento del Rey Nocturno. Voló más de cerca para ver, pero pronto una fuerza abominable lo encontró y se sintió sofocado. Era opresivo, como si estuviera en una habitación y esta comenzara a achicarse con el paso de los segundos. Brandon no duró mucho más y sintió como su mente volvía a su cuerpo de hombre y como el cuervo moría, ambas cosas sucedieron al mismo tiempo.

Abrió los ojos de poco en poco intentando procesara lo que vio. Después de unos segundos miró al frente, pero no estaba solo. No, había una sombra frente a él, como la de un hombre no tan alto y con un sombrero extraño que bien podía ser usado en el sur. La sombra comenzó a dar más detalles sobre sí, pero su rostro seguía siendo una mancha. Vestía tan extraño, nunca había visto nada igual a ello, ni siquiera en los numerosos recuerdos que tenía de gran parte de Westeros y los pocos en Essos.

Los sueños de la Reina | GOT fanfic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora