CAPÍTULO 1

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Cuando despertó aquella mañana, lo primero que hizo fue tomar un refrescante baño. Normalmente la gente tendía a bañarse durante las noches para dormir de mejor forma y quitándose la suciedad del día, pero para él era mejor hacerlo durante la mañana para poder despertar.

Después de estar bien vestido fue a su mesita en donde ya había una jarra llena de vino, lo que hizo esbozar la primera sonrisa del día. Solo tomó la mitad de una copa antes de salir de su habitación para tomar su desayuno, aunque esperaba que este estuviera dentro de una hora. Por lo tanto, tenía un poco de tiempo para comenzar con sus propios estudios y planes para el futuro de los siete reinos. Por un segundo tuvo la tentadora idea de ir a la mesa pintada que estaba en el salón principal de la torre más alta, pero decidió ignorarlo.

Fue directo a la biblioteca de Dragonstone para tomar unos cuantos libros que dejaron los Targaryen y los Baratheon antes de abandonar este castillo. Lamentablemente los más interesantes estaban en Valyrio y Tyrion no era muy bueno con ese idioma. Suspiró y se levantó para ir con Missandei para pedirle otra vez que le ayudara a traducir algunos de los libros a la lengua común, aunque la chica ya tenía una agenda ocupada siendo la fiel concejera y amiga de la reina.

Pensando en este última, no la había visto desde la noche anterior. Normalmente siempre lo saludaba cuando salía de su habitación, pero ahora no hubo un saludo. No estaba Daario para entretener a la reina por la noche, así que la posibilidad de que ella se hubiera desvelado por actividades divertidas estaba descartada.

La puerta de la biblioteca se abrió con brusquedad.

«¿No entienden que la biblioteca es un lugar para estar en silencio?», pensó oscamente.

—¡Lord Tyrion, ¿ha visto a su majestad?! —exclamó Missandei, su tono más alto y lleno de preocupación que hizo que se le erizaran los pelos de la nuca. Su mente procesó la pregunta y sintió un vacío instalarse en la boca del estómago.

—¿No está en su habitación? —preguntó. Missandei negó con la cabeza—. ¡Mierda! Envía a los soldados a buscarla por toda la isla.

—Ya lo hicimos. Grey Worm organiza una búsqueda por todo el perímetro del castillo.

—Bien, envíen un grupo al nido de sus dragones.

Cerró el libro y salió dando pasos rápidos de la biblioteca. A penas comenzaba el día y ya había problemas en este lugar. No llevaban más de dos días desde que llegaron a Dragonstone y su reina ya se había perdido en los terrenos de la isla volcánica.

Cuando salió hacia la sala principal del castillo pudo ver ya a todos los soldados inmaculados yendo de un lado a otro buscando a la reina. Si fuera otra situación, podría haberle resultado muy divertido ver a los estoicos y leales soldados corriendo de un lado a otro como un grupo de gatos.

Necesitaba ir a buscar a Varys, él debía saber algo más, no por nada tenía ojos en todos lados. Había varias cosas que abordar en el día, como la llegada de Olenna Tyrell durante la tarde o la terrible notica a abordar sobre el nuevo rey que se estaba extendiendo sobre el norte. Dioses, ya no aguantaba mucho estar estresado. Al menos en ese momento Varys hizo acto de presencia. Era raro verlo seguir usando ropa más común que sus viejos vestidos de seda, pero aún podría reconocerlo para cabeza calva.

—¿Sabes dónde podría haber ido nuestra reina? —preguntó. Varys sonrió un poco e hizo un gesto con la cabeza para que mirara hacia atrás.

Tyrion se giró solo para encontrarse con la reina luciendo terrible. Su vestido estaba sucio al igual que sus piernas y sus manos, toda llena de lodo y hollín. ¿Dónde carajo se había metido? Estuvo tentado a regañarla, pero se abstuvo por miedo a recibir un sermón de ella. Dejó de lado aquello cuando notó que había unas cuantas heridas en sus rodillas y que sus manos tenían raspones hasta los codos. A pesar de ello aún se mantenía erguida y orgullosa.

Los sueños de la Reina | GOT fanfic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora