CAPÍTULO 2

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Se despertó cuando el sol a penas comenzaba a bañar el cielo con colores rojizos y anaranjados. Dany se quedó tumbada en su cama de plumas, su cuerpo se sentía tan pesado y el sudor estaba por todo su cuerpo haciendo que su ropa de cama se le pegara a la piel. Sentía un miedo irracional creciendo desde la profundidad de su pecho y extendiéndose por su estomago y su mente. Lo peor es que no sabía a qué temer.

Su mente aún intentaba encontrar algo, como si todo estuviera en su contra. Ni siquiera recuerda qué soñó en la noche, pero parecía algo extremadamente realista.

Después de cinco minutos pudo mover su cuerpo. Se sentó al borde de la cama mientras la calidez de Dragonstone comenzaba a adueñarse de su cuerpo. Eso era lo único bueno que podía decir de este castillo, su calor que venía del volcán de la isla. Antes había creído que este lugar sería algo como un hogar para ella, pues aquí nació y aquí fue donde sus antepasados arribaron desde Valyria para después conquistar los siete reinos.

Llamaron a la puerta y supo que se trataba de Missandei. Ella pasó ya arreglada con un vestido más cálido que los que usaba en Essos. No tuvo que mirarla por mucho para saber que estaba preocupada por ella. Dany cerró los ojos mientras intentaba pensar en cómo se debía ver en ese momento: ella sentada con la espalda encorvada, sudorosa y la mirada gacha casi pareciendo a punto de llorar. Suspiró y se irguió mientras su mirada intentaba ser más dura, aunque Missandei después de haber pasado tantos años con ella podía ver a través de esa máscara.

—Su majestad, lord Tyrion quiere hablar con usted durante el desayuno —dijo Missandei mientras se paraba respetuosamente unos tres metros de Dany—. ¿Quiere que les ordene a las doncellas que le preparen un baño?

Dany aceptó y Missandei desapareció en el pasillo. Ella se levantó y miró la jarra de agua que estaba en la mesa al otro lado de la habitación. Tomó una copa y bebió de un solo trago. Poco después Missandei llegó y la llevó a la habitación de al lado que estaba conectada por una puerta de su propia habitación.

Varios minutos después de un baño, salió vestida con su armadura negra con el pecho en un estilo parecido a las escamas de un dragón. Tomó entre sus dedos un broche de plata con la forma de un dragón de tres cabezas que representaba tanto a su casa como a sus tres hijos que debían estar sobrevolando Dragonstone.

Fue al comedor junto a una escolta de dothrakis, aunque no eran sus jinetes de sangre, los había despedido para que comenzaran a entrenar a los demás para prepararse para tomar King's Landing. Missandei caminaba a su lado con la mirada al frente, aunque cada pocos segundos sentía su mirada de reojo.

—Sabes que puedes decirme si hay algo mal, mi amiga —dijo mientras se giraba para mirar a los ojos oscuros de su amiga, su única amiga, con una pequeña sonrisa.

—Su majestad... Hay algo que la está molestando desde que llegamos aquí —hizo una pausa, como si esperara un comentario de Dany, pero ella solo miró al frente—. No es mi lugar, pero puede confiar en mí o en sus asesores si algo la atemoriza o la mantiene alerta.

—No hay nada de que preocuparse por mí en este momento, Missandei —respondió intentando ocultar bien su tono algo temeroso con una voz distante—. Solo es esta nueva tierra, la tierra que mi familia reinó por casi tres siglos. Creo que solo estoy un poco nerviosa o asustada de lo que pueda pasar en los próximos meses.

No era mentira lo que dijo, pero faltaba muchas más cosas. Sus sueños ahora eran su principal fuente de temor, aunque no podía recordar mucho de ellos. Parecían destellos e imágenes sin sentido, pero con cosas que no habían sucedido. Eran distintos a los sueños de dragón que tuvo antes, parecían más... corruptos.

Los sueños de la Reina | GOT fanfic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora