CAPÍTULO 19

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Lo primero que vio fue oscuridad cuando las llamas verdes la alcanzaron y comenzaron a arderle toda su piel. Luego una luz blanca iluminó su visión, casi como si viera directamente al sol por un segundo. Se tapó los ojos, pero fue inútil, la luz atravesó su mano como si fuera invisible.

Cuando su vista se aclaró se dio cuenta de que no estaba ya sobre Drogon, sino que en un lugar tan extraño con una forma más extraña aún. Las paredes eran de roca lisa, dos o tres veces más altas que ella. Pero a pesar de no haber ninguna ventana ni antorcha estaba bien iluminada con una luz amarillenta. Miró a todos lados, pero solo era un pasillo largo que luego giraba a la izquierda y a la derecha. Por un minuto le recordó a la Casa de los Eternos en Qarth, pero no sentía esa magia del lugar, sino algo más opresivo.

Se miró a sí. Solo llevaba un vestido ligero más parecido a los que usaba de niña que los que llegó a usar en Meereen y mucho menos a los de Poniente.

—Avanza. —Escuchó el susurro que vino de todas direcciones. Se tensó y giró su cabeza hacia todos lados, pero no hubo nadie.

—¡¿Quién eres?! —chilló, sus manos le comenzaron a temblar y su pecho se agitó.

Nada. Ningún ruido ni siquiera una ventisca. ¿Qué era este lugar? Tragó saliva y dio un paso al frente solo para jadear cuando el pasillo se rompió, se deshizo de una forma que no podía ser posible. Se dividió en varios caminos que se retorcían sobre sí mismos, como si fueran un nido de serpientes donde no se podía ver la cabeza de ninguna.

Miró hacia atrás y no pudo evitar sentirse atraída hacia el gran espacio negro. Dio un paso al frente antes de sentir como la oscuridad se acercaba a ella, seduciéndola con un calor que le acarició la mejilla y bajó por su espalda.

—Siempre llama, reclama a todo, pues todo es suyo —habló la voz de nuevo, su voz fría y lejana que la recompuso.

—¡¿Dónde estoy?! —Nada.

Dio un paso atrás, alejándose de la oscuridad y volvió a ver los pasillos retorcidos. No quería avanzar, no podía, pero pronto una luz iluminó uno de los pasillos. Fue como si el sol iluminara el final del camino y le prometiera respuestas.

Respiró hondo y avanzó con pasos cortos y lentos. Sus pies descalzos hicieron ruido sobre la piedra fría y le puso los vellos de punta con cada uno. Miró a sus lados solo para ver como las rocas se deformaban de poco en poco, como si tuvieran vida propia y se movieran junto con ella. Los otros pasillos se derrumbaron cuando puso el primer pie sobre el pasillo con la luz. Saltó y jadeó cuando quedó al descubierto un lugar que nunca pudo haber imaginado.

Estaba parada sobre un acantilado, viendo el extenso mar azul como si flotara sobre este. Ninguna costa se veía desde allí, era como si el mundo se hubiese convertido en pura agua. «Agua envenenada», pensó cuando le llegó el olor del mar a la nariz.

Volvió a ver al pasillo, que parecía más seguro ahora. Si daba un paso atrás, entonces caería al agua y no sobreviviría a la caída.

Siguió caminando hasta que se topó con una puerta de hierro, grande y con dibujos de rostros tallados sobre esta. Los rostros gritaban, sentía que lo hacían cuando vio sus bocas abiertas y sus ojos arrugados en feas muecas de dolor. Desde niños hasta ancianos, todos ellos haciendo un cuadro perturbador de dolor. Extendió una mano para saber si eran reales, pero la puerta se abrió para mostrar una enorme sala, tan alta que no podía ver los detalles del techo desde el suelo, y tan espaciosa que bien podría caber todo Rocadragón dentro. En el centro estaba una mesa con varias piezas con formas extrañas. Y hasta el fondo se extendía un podio, tan alto y con banderas doradas como el oro con el dibujo de una flor con dientes en los pétalos.

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⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

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Los sueños de la Reina | GOT fanfic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora