CAPÍTULO 13

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Los días cuando el verano estaba en su apogeo, el muro del norte lloraba la mayor parte del tiempo. La colosal estructura de hielo parecía derretirse en ese momento, como si no fuera invierno. Para los hombres de la Guardia Nocturna eso los mantuvo alerta. Enviaban a los pocos albañiles a reparar las zonas débiles en la costa este, pero cada día parecían ser más graves los daños. Los demás castillos que no se ocuparon o que carecían del personal suficiente también se vieron afectados por este extraño suceso.

Las tormentas de nieve cada vez eran más fuertes y los días duraban a penas unas seis horas y las noches dieciocho. La comida escaseaba y los animales que antes había cerca del Gift ya se habían ido más al sur por el calor o por otra cosa.

Los cuervos volaron pidiendo ayuda a los reinos con alimentos y hombres. Bueno, esta última parte ya iba a ser satisfecha según un mensaje que le había llegado en un cuervo al nuevo lord comandante Eddison Tollet. La reina Daenerys Targaryen había mandado un cuervo donde aseguraba que mandaba a doscientos hombres de las tierras del oeste (entre ellos el matarreyes) al muro junto a carros de comida. Personas que se negaron a aceptar el reinado de la Hija del Rey Loco. Eso emocionó un poco más a Edd, al menos tendrían un poco más de tiempo de vida en este horrible lugar.

Otro cuervo había llegado, esta vez del norte. Venía de Winterfell y Edd creyó que se trataba de Jon, en cambio, fue de su hermana. Era un mensaje corto pero aterrador. Así que Edd junto a una pequeña guardia de sus hombres fueron hasta Eastwatch para visitar al comandante Pike y a Tormund. Necesitaba saber si era verdad eso de que los muertos se dirigían hacia allí.

Comúnmente era un viaje de dos semanas, pero con las tormentas y los metros de nieve en el suelo tuvieron que rodear y hacer giros inesperados. Al final les tomó tres semanas llegar hasta allí.

Las grietas en el muro eran pronunciadas, tanto que se podían ver desde a lo lejos. Lloraba a cantaros y algunos pequeños pedazos caían al suelo cada hora. Cuando llegó al castillo fueron recibidos por algunos miembros de la Guardia, dentro de sus muros los salvajes estaban de un lado trabajando y del otro los hermanos jurados. Bueno, al menos no se estaban matando entre sí en ese lugar. Aún podía recordar cuando Jon fue asesinado y cómo tuvieron que unirse a los salvajes para tomar el control de Castle Black de nuevo.

Lo llevaron con el comandante Pike, quien no estaba en su solar, sino en las celdas debajo de la fortaleza. Se abrigó un poco más para bajar junto a dos de sus hombres, los otros tres se encargaron de dejar a los caballos en los establos. Ya abajo estaba el comandante Pike y Tormund, para sorpresa de Edd, viendo a tres hombres en la celda. Pike se giró para verlo.

—Lord comandante —saludó Pike, con tono hosco. Edd le devolvió el saludo.

—¿Quiénes son? —preguntó Edd.

—Un par de locos que quieren atravesar el muro —gruñó Tormund.

—Solo venimos a comprobar lo que nuestro señor nos ha pedido a hacer en este tramo nevado —dijo uno de los hombres, delgado y atractivo.

—¿Su señor? ¿De dónde son? —preguntó Edd.

—Seguimos al señor de la luz —suspiró uno de los hombres, uno con una gran calva y que parecía estar muriendo por dentro.

—Esos cabrones siguen a ese dios, yo no —espetó el tercero, una fea cicatriz le decoraba la mitad de la cara. Le entrecerró Edd los ojos a este último sintiendo que debía saber algo sobre él.

—¿Y qué quiere ese dios tuyo? —preguntó Pike.

Otros seguidores fanáticos de ese dios rojo. Le daba miedo saber que había más personas con el poder que tenía la mujer roja en este lugar. Jon parecía normal después de resucitar, en la mayor parte. Y también podía recordar su maldito ritual para quemar a Mance, según ella para darle suerte y poder a su príncipe prometido. Que maldita estupidez.

Los sueños de la Reina | GOT fanfic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora