Capitulo 40. decisión del corazón.

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Ya era lunes, y el día anterior yo me la pasé pensando en las palabras que dijo Emmett: “hacer lo que el corazón quería”. Si bien sobreviví el enamoramiento de Marco durante 17 años, no estaba segura de poder vivir el rechazo y la vergüenza de dicho.

Llegué una hora antes a la escuela, porque perdí la noción del tiempo por estar pensando en Edward.

Al llegar, bajé del coche admirando el estacionamiento vacío y decidí ir a dar una pequeña caminata en el bosque.

Después de estar vagando por el bosque, escuché unos sonidos raros; empecé a caminar siguiendo el sonido.

Después de unos 2 metros caminando, encontré a dos crías de conejo recién nacidas al lado del cuerpo inerte de su madre. Yo me acerqué con cautela; las crías de conejos lloraban tras la pérdida de su madre. Yo miré con tristeza y lo único que pude hacer fue acoger a las crías y ponerlas a un lado. Después, con un palo, hice un pequeño hoyo con el tamaño de la madre coneja. Sin más, la enterré y puse un palo donde se encontraba el cuerpo. Sin más, agarré a las pequeñas crías de conejo con mis manos llenas de lodo y tierra y empecé a caminar de regreso a la escuela.

Al salir del bosque, pude notar que el estacionamiento ya estaba lleno y fue cuando vi mi reloj de muñeca que ya era hora de clases. Sin más, yo llegué al estacionamiento; todo el mundo me miró ya que mis rodillas estaban llenas de tierra, al igual que mi sudadera. Yo no tomé mucha importancia y me metí al edificio.

Al entrar, me dirigí a mi primera clase, y el día transcurrió sin más; los profesores no se dieron cuenta de que había 2 horizontes en la clase, gracias a Dios.

El timbre para el almuerzo sonó y, antes de ir al comedor, decidí ir a mi casillero para tomar una pequeña franela para que los pequeños conejos estuvieran cómodos.

Cuando iba cerrando mi casillero, me encontré a Dylan esperándome para ir a comer juntos.

Cuando íbamos caminando, vi que Edward estaba parado del otro lado del pasillo.

Dylan: ven, vamos rápido que tengo mucha hambre.

Dijo tomándome del brazo para ir rápido a la cafetería y ni siquiera me dio tiempo para ir a hablar con Edward.

Cuando entramos a la cafetería, me encontré a Rosalíe y Emmett sentados en su mesa.

Eli: ¿te importa si voy a saludar?

Dije mirando a la mesa de los chicos Cullen.

Dylan: no, para nada; te sirvo lo mismo.

Dijo con una sonrisa. Yo, sin más, me dirigí con Rosalíe y Emmett, quienes estaban sentados mirándome.

Eli: Hola.

Dije emocionada.

Rosalíe: ¿qué llevas ahí?

Dijo Rosalíe con una mirada fija.

Eli: Lo que voy a decir no es fácil.

Dije sentándome en su mesa.

Emmett: ¿qué pasa?

Dijo preocupado.

Eli: Soy mamá soltera.

Dije sacando a los dos conejos que estaban escondidos en mi chamarra, cubiertos con la franela.

Emmett: me sacaste un susto.

Dijo respirando hondo.

Rosalíe: ¿de dónde los sacaste?

Dijo mirando fijamente a los pequeños conejitos.

Eli: En el bosque.

Cuando dije eso, les conté todo lo que hice en la mañana y ellos me miraban con precaución.

Rosalíe: cariño, no entres al bosque sola.

Dijo preocupada.

Eli: sí, es solo que quería pensar.

Después de platicar unos minutos, tomé a mis pequeños bebés y me fui a la mesa donde estaba Zoé, Dylan y Angela.

Después de comer, pude notar que Edward no se paró en el comedor.

Zoé: Hablarás con Edward.

Dijo susurrándome en el oído.

Eli: Quiero hablar con él.

Dije mirando todo el lugar buscándolo.

Zoé: Mucha suerte, amiga.

Dijo feliz por mí.

Eli: Gracias.

El día estaba por terminar. Yo ya estaba en el cofre de mi carro mirando todo el lugar en busca de Edward, pero sin suerte. Sin más, fui con Rosalíe y le pregunté si había visto a Edward, pero ella negó. Dijo que solo lo vio antes de salir de casa, y sin más me despedí de ellos y me fui a mi coche.

Zoé: ¿Dónde está tu chico?

Dijo mirándome fijamente.

Eli: No sé.

Dije desanimada.

Zoé: ¿Y piensas declararle tus sentimientos?

Dijo levantándome una ceja.

Eli: Zoé, no me pongas nerviosa.

Dije sin más.

Dylan: Zoé, ya vámonos.

Dijo dejando su mochila en la parte de atrás de su coche.

Zoé: Ya voy, señor enojón.

Dijo mirando a Dylan.

Zoé: Suerte.

Dijo abrazándome antes de irse.

Eli: Gracias.

Dije devolviéndole el abrazo.

Dylan: Bueno, nos vemos, Eli.

Dijo con una sonrisa.

Eli: Adiós, Dylan.

Él me abrazó con fuerza.

Eli: Nos vemos.

Dije separándome del abrazo.

Dylan: Adiós, ve directo a casa.

Dicho esto, Dylan se subió a su auto y se fue con Zoé.

Después de ver cómo el auto de Dylan se iba, yo subí a mi auto y empecé a manejar.

Después de 10 minutos conduciendo, vi el carro de Edward parado a la orilla de la carretera y él estaba recargado en la cajuela de su auto. Sin más, me estacioné detrás de él. Él solo me miró con sus ojos dorados y se dio la vuelta y empezó a caminar hacia el bosque. Yo, sin más, bajé de mi auto y con rapidez empecé a caminar en el bosque detrás de él. Él no se detuvo y se adentró más. Después de 15 minutos caminando en el bosque, yo ya estaba cansada.

Eli: Edward, por favor, ¿puedes parar?

Dije algo agitada.

Edward: Me tomó un poco de tiempo pensar qué había pasado.

Dijo parándose.

Eli: ¿Qué pensaste?

Dije agitada.

Edward: En ti.

Dijo mirándome.

Eli: ¿De qué hablas?

Dije avergonzada.

Edward: No sé por qué me acerqué a ti en primer lugar.

Dijo sin rodeos.

Eli: ¿Qué?

Dije sintiendo como mi corazón se partía.

Edward: pensé , que tienes tu de especial.

Dijo mirándome fijamente.

Crepúsculo × EliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora